Familia política

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
10552 visitas

Marcar como relato favorito

Había conocido a Iván hacía apenas 7 meses y enseguida empezamos a a salir. Nuestra relación fue bastante rápido y hacía tres semanas que nos fuimos a las Vegas a casarnos. Suena como en una película, lo sé, pero con él siempre es así, siempre probando cosas nuevas, aventuras apasionantes... ¡incluso sexuales! Su padre biológico murió cuando él era un adolescente y su madre, de origen brasileña, se mudó a su país natal y conoció a Paulo, con el que tuvo un hijo de 25 años y una hija de 7. Iba a conocer al fin a su familia, mi familia política. Su madre, Isa, nos había preparado una cena familiar. Yo no sabía si iban a aprobar que su hijo se hubiera casado con una mujer 10 años más joven que él, después de la película que había visto de esa suegra terrorífica. Pero por suerte no se portaron mal conmigo. A la mesa estábamos todos menos Malú, la niña, que ya se había ido a dormir. La casa era bastante grande y con un jardín enorme. Todos me trataron muy bien, aunque Norman, a pesar de que acercarse más a mi edad se supone que nos deberíamos entender mejor, no me habló en toda la velada y se marchó antes que nadie de la mesa. No sabía si le caía mal o sólo era tímido pero quería arreglarlo. Nadie de la familia se parecía a Iván, no tenían nada que ver. Pero Norman sí se parecía físicamente, era guapo, aunque sin las arrugas de sonreír que Iván tenía en los ojos y en la comisura de los labios; y el cuerpo era más alto, por los genes de Paulo, y fuerte, tanto mi novio como él iban al gimnasio a menudo.

Al terminar la cena mi suegra nos asignó una habitación pero Iván se tenía que ir a por sus primos para conocerlos mañana y no volvería hasta mañana al mediodía. Mis suegros se fueron a dormir y yo decidí pasear sola por los jardines. Caminaba acariciando los árboles crecidos con el paso de las décadas, sus suaves hojas rozando las yemas de mis dedos y de pronto vi a Norman en los establos. Estaba de espaldas y fumaba un cigarrillo. Me puse nerviosa y me intenté escabullir pero él me interrumpió:

 

-Elena, te he visto, no huyas, por favor.

Me acerqué sin mediar palabra y me puse a su lado.

-Siento mi comportamiento esta noche, fui yo que... Pff no... Nada. Bueno que lo siento.

-Uf, pensé que había sido yo, gracias-le dije y lo abracé, cosa que hago con mucha frecuencia.

Él se sorprendió y me correspondió al abrazo, pero lo alargó más de lo que yo pretendía. Nos apartamos y hubo un silencio incómodo, que se rompió cuando retomó la palabra:

-Tengo que decirlo, voy a tener que verte en comidas familiares muy a menudo, tengo que decírtelo.

Me asusté.

-Te he visto y... Me gustaste, me pareces muy guapa y necesito...-se detubo y me besó apasionadamente, acariciándome la cara. Lo intenté apartar pero era muy fuerte y acabé sucumbiendo a sus encantos y abrazándolo mientras nuestro beso continuaba.

Nos miramos un instante a los ojos, deteniendo nuestro beso.

-¿Qué vamos a hacer?-pregunté sabiendo la respuesta.

Me volvió a besar y nos adentramos en los establos vacíos. Me acorraló contra la pared mientras nuestras lenguas se unían y nuestras manos desnudaban al otro. Me agarró de la barbilla y me dio un piquito a la vez que terminaba de sacarse los pantalones. No me miraba con la lujuria con la que me miraba su hermano, sus ojos me enviaban amor y pasión, sin ni siquiera haberme conocido hasta hace unas horas. Terminó de desabrocharme el sujetador, mirándome fijamente a los ojos con los suyos verdes, destacados por su pelo negro como el carbón. Acariciándome suavemente me dejé llevar y entre beso y beso, no me folló, me hizo el amor, dando dulces embestidas. El roce de piel con piel hacía que se me erizaran los pelos y la piel se me pusiera de gallina. Mis caderas se movían al ritmo de sus penetraciones, creando una bonita coreografía acompañada de mis jadeos. Mis uñas se clavaban en su espalda pero parecía no importarle y juntos llegamos al clímax. Hizo que me olvidara de todo y de todos, de donde estaba y quién era. Fue corto pero muy apasionado e intenso. Con Iván había probado de todo pero con él sentí amor y más pasión ardiente. Pasaron años y eso no se volvió a repetir. Norman se comporta normal conmigo. Iván y yo seguimos viviendo enamorados y probando nuevas experiencias. Nunca le contamos a nadie lo que había pasado, ni hablamos de ello. Un día, más de cinco años después de que lo conociera hubo una mirada que me indicó amor y la mía le correspondió, acompañada de un "Ya es tarde" y seguida de una mirada triste. Amé a ese hombre, lo admito, pero nadie se compara con Iván, porque él sí que es mi amor verdadero.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed