Juana y Casiano

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-Ven Juana -le había dicho Casiano. Se había desprendido del jersey y lucía bajo el vaquero una erección tremenda. Juna reclinó su carnes blancas y sus cabellos rubios junto A Casiano.

-Túmbate así – Y con la mano obligó al cuerpo de Juana a reposar junto al suyo, pero al revés. La cabeza de mi amiga hacia los pies del sofá. De tal forma, que la cabecita de Juana quedaba a escasos centímetros de la potente y oculta verga de Casiano bajo el vaquero. Juana ya se había desprendido de la falda, loca de amor como estaba, no pensaba desobedecer una sola de las ordenes de Casiano.

-¿Has visto como me tienes Juana?- Casiano elevó la cadera mostrando su erección.

-¿No te atreves a tocarla? Le dijo. Juana dudaba. Llevó la mano hasta el botón del vaquero, contemplando la hermosura de aquel joven sexo, pujando por ser liberado.

-Aunque solo fuera por encima del vaquero deberías tocar y comprobar lo tremendos efectos que tu sola presencia causan en mi verga. La foto se disparó sin que mi amiga Juana supiese nada del invento. Su mano aprisionaba y recorría el tremendo bulto de Casiano.

-Casiano, ¿me quieres?- Preguntó Juana aún con la mano entretenida en salva sea la parte.

-Me gustas- le respondió- El cariño o el amor son cosas que han de nacer del roce de la convivencia, ¿Comprendes? Aprieta tu mano y acaríciame.

-Pero amor, yo estoy enamorad de ti desde que te conozco. Desde que te vi por primera vez en el laboratorio no he podido de dejar de pensar en ti.

 

 La luz del inmenso cristal entraba inundando la escena cuando Casiano dijo

-Desabrocha el botón, Juana. Desabróchalo-

Juana le miró con la duda instalada en el alma. Le llegaba el olor a sexo que desprende el falo de un hombre. No era el primero que masturbaba o felaba y sabía muy bien qué olores y qué sabores acompañan el pene de un hombre.

-¿Desabrocho el botón?-

-¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiii!- Le hizo gracia su vehemencia. Tomó el botón y lo sacó del ojal sin prisas, degustando el trocito de tripita varonil que iba quedando desnuda. Desde el hueco que se abría, escapaba un olor más contundente, más penetrante. Juana sintió unas tremendas ganas de descubrir el falo que emanaba el aroma.

-Ahí Juana. Me matas, me quedo aquí muerto, te lo juro-

Juana metió la mano un poquito más hasta rozar el falo que dio un gran respingo al sentir el contacto de los dedos algo fríos pero suaves y tiernos.

Juana no necesitó órdenes para sacar aquel pene de su guarida, ni para besar el oloroso capullo y lamer desde el nacimiento de los testículos hasta la punta del glande, provocando que Casiano se pusiese como un verdadero energúmeno. Totalmente excitado.

Juana se puso de pie y fue descubriendo  poco a poco la desnudez de sus senos, su vientre y , finalmente, la de su sexo. Casiano, mientras contemplaba la escena se despojó de la única prenda que le quedaba, los tristes vaqueros.

Ahora fue mi amiga la que puso sus armas en acción.

-Casiano,- le dijo agachándose de espaldas y enseñándole el culito abierto,- ¿sabes lo bien que se verían tu cuerpo y el mío, los dos desnudos como están, formando un sesenta y nueve. Casiano se imaginó con su lengua enredada entre los labios de aquel tiernísimo coñito y las apreturas de un lujurioso ano que pedía a gritos sus atenciones.

Imaginó sus manos aferrando los mofletes del culo para abrirlo más, y más a la vez siguiente, y más a la siguiente hasta poder meter la punta dura de su lengua en el recto precioso de ella. Imaginó com iba a ser que le comiera Juana la polla mientras el le dedicaba toda su atención al perfumoso coñito.

Juana le besó en la boca antes de ponerse a horcajadas, sobre Casiano. El coño a disposición de su amado. Antes de sentir sus fauces en el chichi se tragó la polla entera.

Casiano metió su nariz en aquel palacete de carenes casi púberes y tiernas. ¡Joder! La muy zorra tenía el coño goteando, chorreando.

Aquello era el paraíso, bañado con la luz del atardecer de junio. ¡Qué hembra!¡No todos los días se metía uno algo así en la cama!

Sintió la lengua de Juana en sus testículos, lamiéndolo sin recato. No todas las chicas lamen los testículos, a muchas les da asco. Pero Juana lo estaba bordando, masturbando el pene con la mano, restregándole el coño contra la boca y lamiendo y sorbiendo los testículos hasta el limite del dolor. Todo transitado de una inmesa dulzura que lo invadía todo. Una velocidad tan lenta que no pareciese que aquello podía acabar jamás.

-¿Lo hago bien Casiano?-

-¿Bien?. Ufff mi amaor lo bordas con esa lengua de ensueño.

No parecían reales aquellas carnes tan suaves, tan perfumadas. Juana le estaba comiendo la polla tan delicada y dulcemente que la imitó en la forma de separar los labios del joven sexo con la lengua y de lamerlo y de beberse todo lo que iba soltando. ¿Y el olor?, ¿y el olor de aquel arete tierno? Casi le hubiese gustado verlo defecar. No debía ser ni feo verla cagar. Tal culo no puede ser feo en ninguna circunstancia.

Casiano sintió como Juana le mordía el pene casi con dureza y masajeo el clítoris sorbiéndolo como una pepita de chocolate. Del coñito, convertido en un manantial, no dejaban de brotar efluvios lamiosos de amor y sexo.

Los amigos ocultos en otro cuarto a donde llegaban las imágenes que ellos fotografiaban no pudieron evitar sacarse los penes ante un espectáculo tal, comenzaron a masturbar sus vergas mientras inmortalizaban el encuentro entre  los dos jóvenes.

Desde afuera ver aquellos dos prodigios de estética y sexo, enredados en el maravilloso sesenta y nueve, era más de lo que cualquier chico de esa edad podía aguantar sin meneársela.

 Casiano se separó unos minutos de aquel coño perfecto. Necesitaba contemplarlo mientras sentía la boquita de Juana trabajándole el prepucio. No podía creer que un coño fuese capaz de ser tan hermoso. Lo besó con ternura y oyó como Juana exhalaba un quejidito de placer.

Había llegado la hora.

-Juana no aguanto más mi amor- Juana le miró.

-¿Quieres follarme?-

-¡OOOOHHH siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¿Cómo podrías dudarlo?-

-¿Quieres que sea tu zorrita, que te ofrezca mi coñito para que lo cojas?-

-¡Sí Juana si, porfavor!-

Juana se incorporó colocando el cuerpo arqueado y sintió como la mano de Casiano colocaba la punta en el inicio de la gruta.Luego todo fue frenesí. Velocidad en aumento. Locura de amor.Él sintió llegar la oleada de esperma, con fuerza, casi con dolor y ella tras su orgasmo sintió la lluvia densa de aquella leche tierna y dorada.


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