Cariño, ven aquí

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Jaime llegaba a casa un día más tras una jornada de intenso trabajo como policía cuando de pronto oyó unos gemidos de placer y dijo:

—Verónica, ¿estás bien? 

—Sí cariño, pero ven aquí —Gritó ella mientras se masturbaba.

—Un momento cielo, voy a comer algo que son casi las 16.00 ya. —Dijo Jaime en voz alta para que su mujer la escuchara.

—Jaime joder que vengas aquí ya!!

—¿Para qué, que quieres?

—Que vengas que te necesito urgente cariño. —Dijo en un tono de cierta pena Verónica. 

Jaime se dirigió a la habitación y se asomó a la puerta donde para su sorpresa, se encontró a su mujer tocándose y gimiendo del placer como si no hubiera un mañana.

—Cariño, ven aquí. —Dijo entre gemidos y con una cara de notable placer.

—¿Estás segura mi vida?  —Dijo Jaime en tono desafiante.

—Que sí joder que vengas y me folles ya cariño, te necesito entre mis piernas ya. —Dijo su mujer increíblemente excitada mientras se hacía dedos.

—Bueno allá voy cariño.

Jaime comenzó a desnudarse rápidamente cuando de pronto Verónica le dijo:

—Cariño, necesito comer, tengo hambre dame tu polla, al menos me saciará la sed. —Dijo la excitada Verónica.

Antes de que Jaime pudiera reaccionar, Verónica ya tenía el tesoro entre las manos y bruscamente se lo llevó a la boca. Comenzó a chupar y jugar con su lengua, observando mientras la cara de placer de Jaime que se corría en su garganta. Ella jugaba y tragaba, no decía nada. De pronto se la sacó de la boca y empezó a bajarla hacia sus grandes y operados pechos. El semen bajaba por su cuerpo lentamente. Su boca sin embargo estaba empapada.

Minutos después, Jaime decidió metérsela ya de una vez por todas. Jaime tenía un pene privilegiado de unos 20 centímetros. Cuando metió su polla en la vagina de su mujer, esta empezó a gemir intensamente y a decir entre gemidos:

—Aaah cariño, sigue sigue por favor. Aaaah sí.

Cuando llegaron al orgasmo, la polla de Jaime se quedó atrapada en las paredes vaginales de Verónica. Ambos estaban muy excitados.

De pronto Verónica dijo algo:

—Cariño , trae las esposas tuyas y átame las manos. Hazme lo que siempre hayas deseado, fóllame apasionadamente cariño.

Jaime cumplió la orden, la ató y dijo:

—Cariño te vas a enterar. 

Comenzó a deslizar su lengua lentamente por las piernas de Verónica. Cuando llegó a su vagina, primero introdujo un dedo y luego otro más. Tras escuchar los gemidos de su mujer y su particular "sigue cariño sigue", introdujo su pene en la vagina de Verónica. Ella se moría del placer, no paraba de revolverse a pesar de tener las manos atadas. Jaime sacó su polla humedecida por el semen y los flujos vaginales y la pasó por sus pechos. Instantes después, se hizo una paja encima del estómago de su cachonda Verónica y luego se la metió en la boca como él quiso.

Cuando acabaron Verónica dijo:

—Cariño, me has hecho pasar el mejor rato de mi vida, me encantas.


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