Una monografía lésbica

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Una gota de agua helada cae por el vidrio de la ventana del frente. Se ve un día gris, con restos de nieve en los tejados. Un haz de luz se cuela por las cortinas terminando su recorrido en el hombro desnudo de Anette, mientras yacía recostada de lado con sus ojos de almendras cerrados. Despierta. Mira a su alrededor y su amante de la noche anterior no se encuentra en la cama. Pero aún se puede sentir su calor entre las sábanas. Con los cabellos revueltos, la llama por su nombre y en ese momento encuentra una notita que decía "Fui a comprar para preparar el desayuno. Te quiero, Charlotte".

Anette decidió quedarse a esperarla y comenzó a recordar la noche anterior...

Anette era una muchacha delicada, con finas curvas y pasión en la sangre. Su amiga, Charlotte, era voluptuosa, con curvas generosas, toda una hembra digna de ser copulada. Tenía unos pechos turgentes, que siempre le habían llamado la atención a Anette. Al comienzo los miraba con disimulo, pero cuando el escote era pronunciado no podía quitarle la mirada. Anette se dio cuenta que le excitaban y los deseaba cada vez que pensaba en ellos, cada vez que veía a su amiga, cada vez que estudiaban juntas, cada vez que... Tenía que sentirlos, tenía que poseerlos. Así que cada vez que se encontraban saludaba a Charlotte  con fuertes y extendidos abrazos. Pero Carlotte, se había dado cuenta. Sabía que era deseada por su amiga, y decidió finalmente tomar la iniciativa para saciar la sed de Anette.

Una noche, esa noche, habían de preparar unas de las tantas monografías universitarias. Como siempre, Anette, se quedó a dormir en la casa de su amiga. Pero esta vez, aunque deseosa de que alguna vez le sucediera, no imaginaba cómo iba a terminar su día.

Terminaron el informe, lo imprimieron, Anette comenzó a cocinar algo y Charlotte a preparar la mesa. Cuando Charlotte se acerca a la cocina para sacar los platos de la alacena, se apoya detrás de Anette, y con marcada intencionalidad, apoya sus enormes pechos sobre la espalda de Anette. Un escalofrío y una sensación de taquicardia comenzó a aparecer en el cuerpo de Anette. Charlotte pudo sentirla estremecerse, pero eso no la detuvo. Posó sus manos sobre las caderas de su amiga, y a respirarle al oído, mientras esperaba una reacción, una señal para que continuara.

Anette, volteó su cabeza y dijo "quiero", señal suficiente para darle luz verde a su experimentada amiga. Charlotte comenzó a acariciarle las caderas, la panza mientras la respiración de Anette iba en aumento. Comenzó a subir su mano hacia una de los pechos de su amiga y al llegar a la primera curva se pudo escuchar el primer gemido, y no último, de Anette. Ambos pechos eran masajeados, los pezones apretados en ocasiones y los besos sobre el cuello la hacían humedecerse.

Anette se volteó para mirar de frente a Charlotte y así besarla con la pasión de una mujer en busca de ser atendida. Entre besos y caricias, sin despegar sus cuerpos, fueron hacia la habitación para comenzar una noche inolvidable.

Con la sangre hirviendo, Anette le quita la blusa a su amiga. Quería tener en su boca esas lolas que durante tanto tiempo había deseado. Sin soutien provisto, un paso menos para comenzar con su osada actividad, recorrió cada centímetro de esos pechos duros con besos tras besos. Mientras besaba uno, acariciaba el otro con su mano. Lo hacía como si fuera una experta, y tan solo era su primera vez con una mujer. Entre tanto, Charlotte le iba quitando la camisa que tenia puesta mientras le arañaba la espalda por tanto placer provisto.

En silencio, Anette se quitó los jeans para quedarse en bombacha, mientras Charlotte se quitaba los suyos y la mini tanga que llevaba puesta. Las dos comenzaron a fregar sus cuerpos, mientras se besaban, se mordían, sus cabello se enredaban, se masturbaban fregando la vulva de Charlotte sobre los muslos de Anette, y los gemidos eran cada vez mas fuertes.

Charlotte montó a Anette al besarla insaciablemente. Sus labios gruesos hacían de sopapa en los pezones de su amiga, haciéndolos poner cada vez más duros. Era una experta en el arte de succionar. Bajó por su costado y con los dientes le quitó la bombacha de algodón. Anette, estaba toda depilada, mojada como nunca antes, lista para ser saciada; estaba por conocer el Olimpo.

Charlotte recorrió el monte de venus con la punta de su lengua, succionó los labios mayores, dibujó círculos sobre el clítoris, y bebió los jugos de su compañera. Definitivamente tenía un posgrado con su lengua.

Pero Anette quería más! Su compañera empezó a hacer círculos con el dedo en el borde del oficio de su vagina, mientras besaba al botoncito del placer. Ingresó un dedo. Anette gimió. Ingresó otro más, Anette gritó. Adentro y afuera, adentro y afuera, besos, adentro y afuera, besos. La voz de Anette era un grito constante, sin final, un orgasmo largo e intenso segundo a segundo. Estaba por acabar. Más aún, estaba por eyacular. Sentía que se estaba por hacer pis, pero Charlotte sabía muy bien lo que eso significaba. Y no permitiría que su amiga dejara de conocer esa sensación. Siguió penetrándola más intensamente, mientras sus pechos se bamboleaban sobre el monte de venus de Anette. Ya se venía. Estaba justo ahí. Estaba a punto caramelo.

En un grito intenso, mientras cerraba sus piernas y con cosquilleos en todo el cuerpo, Anette eyaculó. Ese líquido acuoso transparente que pocas mujeres experimentan fue bebido por su amante.

Estaba exhausta. Sabía que era el turno de Charlotte. Sin embargo, su amiga se negó, pues ella solo quería darle placer, saciarla, cogerla.

Anette recordó su noche mientras esperaba a su amante a que trajera el desayuno. Ya había dormido lo suficiente. Quería empezar el día otra vez con un orgasmo mañanero.

 

 

Bienvenidos serán los comentarios! Es mi primer texto publicado. Al fin me animé a subirlos! :) Gracias de antemano :)


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