El rapto

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Mi cabeza se golpea contra el cristal con fuerza. ¿Cristal? Llevo un saco en la cabeza, que no me deja ver nada. Noto curvas, y el sonido de la palanca de marchas. Noto como las ahorcadas me vienen a la boca. Estoy dentro de un coche, con las manos atadas a la espalda, los pies también los tengo atados y tengo una mordaza en la boca.

Me asusto, tengo la cabeza dolorida, estoy mareada y me cuesta respirar. Tengo ganas de vomitar El problema es que no oigo a nadie dentro del coche. Sigo en la misma posición, estoy con el cinturón abrochado, y solo pienso en la noche anterior. ¿Qué había pasado, la noche anterior? No quería ponerme histérica, me temblaban los labios y sabía que eso significaba llorar. No. No hay que llorar. De repente el coche se para, en seco.

Oigo como el conductor baja la ventana de manivela, que produce un sonido chirriante, supongo que es un coche antiguo.

-Eh, tu capullo.

-¿Qué pasa maricón?-Oigo como chocan los cinco. -¿Es ella?

-Si, ella.-¡oh dios mio! Es lo único que puedo pensar. Voy a morir. Voy a morir. El otro hombre entra en el coche, y se sienta en el asiento del copiloto. Percibo que el asiento se mueve. Tengo los ojos llorosos. Agacho un poco la cabeza, y es ahí en cuando rompo a llorar.

-¿La oyes? Está llorando.

-Entonces, la reina se ha despertado. Se le habrá pasado el efecto de la droga. No te preocupes pondremos la música alta y no tendremos que oírla lloriquear.

Ponen la música y solo se oye a ACDC. De repente noto como alguien me toca la rodilla y sube la mano más arriba. Muevo las piernas al otro lado y me agito con violencia.

-Mmm una gatita. Me gusta.

El conductor rompe a reír.

-Si, además es muy guapa. No está nada mal. Ya la verás.

Por decisión mía, sólo mía doblo un poco las rodillas y las apoyo en el asiento donde estoy sentada, seguidamente con toda la fuerza que consigo tener, estiro las piernas y golpeo el asiento del copiloto. Oigo un golpe fuerte contra la guantera.

-¡Tú puta zorra!

De repente, me quitan el saco de la cabeza. Y veo las caras de mis secuestradores. Fuera en la calle parece que va a amanecer. El conductor un gordo calvo, con perilla y de ojos marrones, tiene un cigarro detrás de la oreja, tiene cara de salido, lleva ropa cómoda de andar por casa, me llega un tufo a sucio que era rematadamente insoportable de soportar; por otro lado el compañero un chico de apariencia muchísimo más joven, con un pelo teñido de varios colores, y una cicatriz de media luna que le llega desde la frente hasta el mentón, ojos verdes y tenía cara de loco, vestía de negro con chaqueta a juego. A lo mejor no ha sido muy buena idea.

El joven me agarra de la cara, y tira de mí hacia él, me respira en la cara.

-No juegues conmigo. -Me hace una radiografía de la cara, cada tramo. Tiene cara de poseso, saca la lengua y me chupa la mejilla. Asco es lo único que se me ocurre. Y me llega el aliento a alcohol de su boca. Me clava sus uñas en mis mofletes. Respiro hondo. Pero no quise parecer cobarde.-Yo si fuera tu no lo volvía a hacer. ¿Sabes como me llaman? ¿No? Drácula- Abre la boca y deja ver unos colmillos blancos y alargados. Me soltó y me empujo con violencia contra el asiento. Entonces así, de repente cojo impulso y le escupo en un ojo. Ambos ríen, mientras Drácula se limpia el ojo, después su mirada cambia y él salta sobre mí, abre la boca y me clava los colmillos en el cuello.

Me dejo caer en el asiento de nuevo, Drácula vuelve a su sitio. El gordo pone el coche en marcha, y me fijo como Drácula se limpia mi sangre con la manga de su chaqueta de cuero.

-Deliciosa.- Se pasa la lengua por los labios-esto es una advertencia, y no tendré ningún inconveniente en volver a hacerlo.

Me duele el cuello, tardo en percibir como el cuello me palpita a causa de la herida y noto como la sangre se desliza lentamente por mi clavícula, llega hasta mi pecho y empieza a manchar el maravilloso vestido que me había dejado mi abuela.


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