Probando en los probadores

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Por suerte aquel día no había mucha gente comprando en aquellos grandes almacenes, razón por

la cual decidimos ir. No me gusta ir de tiendas cuando hay demasiado agobió. Así que fuimos a

aquel centro comercial a orillas de Madrid ha dar una vuelta, quizá comprar algo y comer. Estuvi-

mos paseando de un lado a otro mirando tiendas de ropa, de electrodomésticos, de chucherías

y todo lo que suele haber en esos sitios. Me detuve en el escaparate de H&M porque vi algo que

me gustó mucho. Después de un rato mirando y remirando, mi novio se cansó, como no, y dijo

que se iba ha mirar cómics, es un poco friki, si. Con lo que a mí también me dejó también mas

tranquila porque no me gusta que estén pendientes de mí; así no hay quien vaya a comprar.

Después de media hora, yo seguía en H&M cuando regresó mi novio leyendo un cómic de Hell-

blazer. Le dije que si me acompañaba a los probadores ha probarme un vestido: grave error. No

grave, a ver, el problema es que mi novio no puede verme ni la pantorrilla sin que se le ponga mas

dura que una piedra, cosa que a mí me encanta porque eso me demuestra que por lo menso gay

no es. El problema es cuando vamos por la calle y voy enseñando un poco de escote o con

un vestido algo ceñido o escueto, a él se le levanta la tienda de campaña. Cosa que me hace mu-

cha gracia y también me pone cachonda, para que voy a negarlo.

Así que estaba probándome la ropa en los probadores mientras él esperaba fuera leyendo. Al no

verme bien con una de las tallas, le dije que si podía ir a por otra mas pequeña. Cuando regresó,

tocó a la puerta y le abrí. Me vio en ropa interior y ya se quedó con la boca abierta.

 

- ¿Me quieres dar el vestido? - dije sonriendo.

 

Ni caso, se metió conmigo al probador y empezó ha besarme totalmente cachondo. Intenté sepa-

rarlo de mí pero es que a mí también me gustaba. Metió la mano bajo mis bragas y me agarró el

culo con firmeza. Su mano izquierda atravesó mi bosque oscuro hasta llegar a donde yo era vul-

nerable. En ese momento le dije, reprendiéndole como lo haría una madre a un niño:

 

- Eso no... Ni se te ocurra... Que esto es un centro comercial, coño.

 

Ni puñetero caso; se bajó el pantalón y sacó su chorra goteante. Me besó de nuevo y yo me

reí cuando noté los pequeños golpecitos que daba con su verga en mis caderas. Al final di-

je, “mira, a la mierda”; me quité el sujetador y me bajé las bragas. Me subí encima de él y, apoyan-

dome contra la pared, me folló agarrándome el culo con sus fuertes brazos. De fondo se oía la

gente comprando dentro de la tienda y las cajeras diciéndole unas a otras que bajaran al alma-

cén para subir no se qué. Cuando ya parecía que estaba siendo anestesiada por la jeringuilla de

mi novio, alguien pasó a los probadores de al lado ha probarse algo. Rápidamente le hice señas a

mi chico, poniéndome un dedo en la boca y dándole pequeños manotazos en su hombro, de que

parase un poco. Al ver que mi cara era de mala leche de verdad, se controló un poco, como un ani-

mal bien educado. Bajándome al suelo delicadamente, me giró y nos pusimos frente al espejo del

probador. Él agarró mis pechos por detrás y yo me giré, sin moverme del sitio, para besarlo mien-

tras me observaba en el espejo. Eso me puso muy, muy húmeda. Nunca antes lo habíamos he-

cho mirándonos en un espejo, pero me gustó mucho. En el probador de al lado, una mujer discu-

tía con su marido porque se les iba ha hacer tarde para comer. Nosotros intentábamos ser lo mas

silenciosos que podíamos, no me hubiera gustado nada que nos hubieran detenido por escándalo

público. La pareja pelma se fue al fin y mi chico me volvió ha embestir, esa vez por detrás, confor-

me estábamos. Yo me miraba en el espejo viendo mis tetas ondular de un lado a otro, viendo

como mi chico me follaba sin compasión; me pusé chorreante perdía. El jugo me corría por las pier-

nas mientras intentaba reconocer quien era esa perra en celo a la que follaban en el probador. La

pena es que no llegué a correrme porque cuando ya estaba a punto, una vez más, mi chico se

adelantó sacándola de mi coño y corriéndose en mi culo. No sé porque a algunos tíos les gusta

ver como se corren en nosotras, se pensaran que están haciendo porno o yo que sé; pero, aún

asi, me quedé bien, relajada y guay. Y cuando vi que mi novio se limpió la chorra chorreante con la

ropa de la tienda, le solté un par de guantas que no pude reprimir..., todo desde el cariño, por su-

puesto.

 

Y esa es nuestra historia.


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