Pensé que nunca ibas a regresar

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Ya no recuerdo nada. Estoy todo el día en un cuarto, viene una mujer que me da de comer, me cambia y me baña. He perdido el apetito, ya todo me sabe igual, solo el chocolate.. Mmm el chocolate que ya casi no como. Hay un hombre vestido de blanco que siempre está a mi lado, no me habla solo me mira, me transmite un sentimiento que no puedo describir bien. Es la única razón por la que sonrío al despertar, para verlo ahí sentado observándome como siempre, y extendiéndome la mano para que valla con él. Tengo miedo, se que si voy con el todo será diferente, no se si para bien o para mal. 

Cada día despierto y siento cada vez mas la necesidad de hacerle caso e irme con él, cada día me levanto y me siento mas incómoda en esta habitación, ya casi no me llevan al jardín, me gustaba tanto respirar el aire fresco y ver las rosas junto al arroyuelo. Ya no sueño, ya no como, ya no duermo, ya no soy yo. Tal vez debería irme con él, si no recuerdo quien era antes, si no tengo nada que me ate a esta vida, debería irme con él. 

La expresión de sus ojos, pacientes, me demuestra que todo va a estar bien. Son aproximadamente las cinco de la mañana, apenas y dormí algo, pequeñas ráfagas de imágenes vienen a mi mente y ya no se que es verdad, he empezado a dudar de la realidad, si estoy aquí o estoy allá. Hasta que lo veo a él, extendiéndome su mano como siempre, pongo la mía en la suya y siento paz, ya no hay cama, ya no hay oscuridad. Solo una luz intensa que me ciega completamente y solo puedo verlo a él que sonriente y tomándome de la mano me lleva caminando hacia donde? No sé, solo confío, no me queda más. Todo se va haciendo mas claro, y de repente su rostro coincide con el que aparecía en las imágenes que nublaban mi mente antes de dormir.

-Rafael?

De repente voltea y con ojos sorprendidos e iluminados me dice

-Pensé que nunca ibas a regresar.

De repente estoy en una habitación llena de flores, Rafael y otras personas me miran con los ojos llorosos y a pesar de que no entiendo nada empiezo también a llorar. 

Voy reconociendo un a una las caras, nubladas por mis lagrimas. Rafael no había desparecido ni un instante de mi sueño, me abraza, me besa y me dice

-Pensé que nunca ibas a regresar...


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