Erotika 1

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La cena transcurría con normalidad, los amigos Alberto y Sandra eran agradables y simpáticos, ellos eran amigos de la Universidad, y ellas desde la infancia. Tenían vidas muy parecidas sin estrecheces económicas, parecían un matrimonio feliz, tenía tres hijos encantadores en fin a primera vista parecía perfecto, pero Iván sabía que eso no era del todo así. Alberto tenía un lio en la oficina y muchos de los viajes que realiza son a un hotel cercano con Bea y pasar unos fines de semana que no salían de la habitación.

Alberto se lo contaba todo en largas charlas telefónicas o tomando alguna copa en cualquier bar, Alberto quería mucho a Sandra, pero Bea lo ponía a mil. La verdad es que Bea era un bombón de veintipocos años, sexy, con curvas de esas que vuelven loco al más pintado, unos labios rojos gruesos adornados por dientes blancos inmaculados, es la boca que te dejarías hacer todo y por si sola te llevaría al cielo y al infierno a la vez, imaginas esos labios en el pene y te produce una inmediata erección. En esto andaba Iván cuando un codazo de Silvia lo bajo de las nubes, - ¿Iván estás tonto? Le decía Silvia riendo, Alberto y Sandra reían, Iván miró para abajo y una erección le adornaba la entre pierna.

Tomo la mano de Silvia y se la coloco por debajo de la mesa encima de la portañuela, ella lo miró sonriendo y la mano de esta recorría toda la zona genital tentando con suavidad y de vez en cuando al llegar a la zona de los testículos. Los masajeaba con fuerza, Iván comenzó a ponerse más nervioso de lo normal, estaba excitado entre el chat, que ya tenía fantasías con Laura, - ¿Cómo sería? Pensaba -, y Bea, la erección era plena, el glande cabeceaba de arriba buscando la libertad del eslip y del pantalón que la aprisionaba, la mano de Silvia recorría el pene suavemente pero a buen ritmo, Iván disimulaba y los cuatros seguían hablando y bromeando, pero entonces si le sorprendió su mujer q le abrió la portañuela sacando el pene fuera, lo tomo con fuerza y lo meneaba de arriba abajo firmemente.

Iván la miraba riendo y ella le devolvió una sonrisa de complicidad, - ¿hasta dónde llegará la joía hoy?, se preguntaba Iván -, mientras ella lo masturbaba ya sin piedad, El cuerpo de Iván mantenía la calma aparentemente, mientras estaba que estallaba, Silvia aceleraba el ritmo de arriba abajo, cada vez más, estaba claro que Silvia quería que terminara, él puso su mano en la rodilla tanteando su reacción, que fue la esperada, se abrió un poco de piernas para que pudiera seguir con más comodidad, subió la mano por el muslo firme y musculado hasta llegar al final de este y el comienzo de su sexo, estaba húmedo y caliente, no le costó trabajo abrir sus labios y hacerse paso hasta la vagina que ya esperaba ansiosa una caricia. Introducía el dedo en la vagina para humedecerlo, lo sacaba y acariciaba el clítoris, Silvia intentaba mantener la compostura y seguía hablando con los demás mientras el sexo le ardía y hacia entrarle unas ganas locas de abalanzarse sobre Iván y que la penetrara hasta dejarla exhausta. Pero seguía charlando sin escapársele un solo gemido de sus labios, a la vez que masturbaba el pene de su marido que ya empezaba a dar señales de un orgasmo en breve, él acaricia el clítoris y ella el pene, los segundos pasaban despacio. Cada uno estaba deseando que llegara el orgasmo ya cosa que él comenzó a llegarle soltando un chorro de semen que caía sobre la mano de ella a borbotones ella seguía moviéndolo de arriba abajo hasta que no quedara gota de semen en sus testículos. Él acariciaba el clítoris frotándolo fuertemente e introduciendo un par de dedos en la vagina hasta el fondo notaba como cada vez estaban mojadas. Él sabía que estaba a punto, tomó de la mano de ella semen y con el dedo que acaricia su punto G lo refregó todo por él y por la entrada de la vagina, noto de pronto como caía el jugo de ella, sacó un pañuelo de papel y con naturalidad limpiaba su mano:

- Vaya con la salsa del pescado me he manchado toda -, dijo justificándose ante los comensales que nada notaban del juego que se traían debajo de la mesa ambos. Él la conocía como nadie y sabía tocarla hasta hacerle llegar hasta el orgasmo, como lo que está haciendo jugando con su clítoris y su vagina. Ella agarraba la servilleta apretándola con una mano mientras comía con la otra pero el bocado le era indiferente pues se estaba corriendo intensamente trago el pequeño bocado de pescado y lanzó un suspiro acercando la servilleta a la boca, se habían corrido ambos y nadie había notado nada.

-¿Qué os pasa hoy parejita?, preguntaba Alberto bromeando, -estáis acaramelados como adolescente, ¿celebráis algo? -.

Iván sonriendo les decía levantando la copa de vino, -Venga chicos hoy es viernes brindemos por la noche, que es joven. -, mientras se guardaba el pene con la otra mano. Silvia se levantó disculpándose para ir al servicio y arreglarse un poco, Sandra la acompañaba.

Ambas salieron del salón para dirigirse al baño quedando ellos dos solos en la mesa.


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