Catarsis

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Hoy, mientras estaba sentado frente al monitor de mi computadora, ante la desafiante y blanquísima hoja de mi procesador de texto (Micfrosoft Word), vino a mi memoria aquella sensación apremiante de ´´y ahora, que chucha escribo´´. Transportándome de inmediato a un momento peculiar y sublime de mi época escolar. Para ser más preciso, la famosa e infame tarea de ´´Escribir un poema para la actuación del viernes´´. Obviamente que el mejor trabajo, de todas las cojudeces que se escribían (cabe indicar que solo teníamos 11 años), representaría al aula, y seria recitado por su autor.


Es justo reconocer que nunca me fue mal en esos menesteres. Por cosas del destino, mis trabajos siempre quedaban entre los tres mejores. Incluso, ya había tentado el primer lugar en dos oportunidades: Por el ´´Día del Combate del dos de Mayo´´ y el ´´Día de la Madre´´, ostentando un respetable y meritorio segundo puesto.


Aquella tarde, porque toda mi educación primaria la estudie en ese turno, nuestro queridísimo y a la vez odiado profesor Patiño, a quien prometo dedicarle una publicación algún día, por su ardua y comprometida labor con nuestra educación (nos hacia leer el libro de la página 15 a la 25, mientras el leía su periódico deportivo, hasta quedarse jato) nos pidió escribir una poesía por el ´´Dia del Padre´´. Sin embargo, no hubo competencia de ´´genios de la poesía´´ (así nos llamaba de cariño cuando quería motivarnos) ese día, ya que al encontrarme distraído, mientras el dictaba su clase, se acercó hasta mi carpeta muy molesto y me llamo la atención.


-Sr. Flores, desea usted decirle algo a la alumna Cortelezzi?
-No, profe. Para nada…
-Entonces, le resulta más interesante mirarla, que mi clase!
-Lo que sucede profe, es que estoy pensando en lo que escribiré por el Día del Padre.
-Claro, y su Musa inspiradora es la alumna Cortelezzi…
-No, profe, yo…
-No se preocupe en dar más explicaciones, Sr. Flores. Yo en su lugar, me preocuparía por entregar un trabajo impecable, ya que he decidido que usted nos represente con su poesía, para el día de la actuación.
-Pero…
-Un fuerte aplauso para el Sr. Flores!


En efecto, distraído estaba. Ni me percate cuando el profe se acercó hasta mi carpeta. Y es que Nina (ese era el nombre de la alumna Cortelezzi) era la chica más bonita del Mundo, era perfecta, y yo la amaba con todo mi corazoncito de 11 años, pero ella no lo sabia, claro.


Ya a la salida, se acerco hasta mi, el inefable y jodido ´´pajarito´´, quien se gano ese apelativo, porque lo único que hacia bien era silbar.


-Y Flores, te cagaron…ja,ja,ja
-Si, y ahora que hago…
-Deja de mirarla pues, huevon!
-Tú sabes que me gusta bastante, y a veces me resulta difícil dejar de mirarla y pensar en ella…
-Yo tengo la solución, amigo!
-Ya sé que me vas a decir, que me le mande…y si me chotea!
-Por ahí no va la cosa. Cuando te sorprendas pensando en ella, cierra tus ojitos e imagínatela cagando…ja,ja,ja
-Gracias, pajarito. Yo también te quiero… (maldito infeliz!)


Está demás decir, que los días previos a la actuación, se me hacían cortísimos. Por las noches, despertaba empapado en sudor, producto de febriles pesadillas, en las que me veía sobre el estrado tratando de recitar mi poesía, equivocándome una y otra vez. Sin embargo, el día tan temido, llego.


Algo contrariado y muy ansioso, subí al estrado. En primera fila, podía divisar al director, los profesores y toda la plana administrativa del colegio. En las filas posteriores, e impecablemente uniformados, estaba todo el alumnado.
Cogí mi hoja, tomando un respiro y sobreponiéndome, con una seguridad y autocontrol increíbles, comencé mi alocución.
Mientras pronunciaba las palabras finales de mi poesía, no pude evitar ver el rostro desencajado y mirada triste del director, quien fue el primero en levantarse de su asiento para aplaudir efusivamente. Creo que todo había salido bien…


Cuando por fin baje del estrado, me esperaba el profesor Patiño. Me abrazo con tanta fuerza, que sentí que me quebraba.
-Robertito, hijo. Gracias! Ha sido el poema más lindo que he escuchado
-No tiene que agradecerme profe…
-Discúlpame si estoy llorando, pero es que perdí a mi padre hace dos meses
-Cuanto lo siento, profesor Patiño…
-Pero sabes algo, tu padre debe agradecerle a Dios por tener un hijo tan bueno y talentoso, como tú. Salúdalo de mi parte por el Día del Padre.


Han pasado ya 28 años, desde aquella actuación. Y honestamente, me hubiera gustado hacerle llegar el saludo del profesor Patiño, a mi padre…pero nunca lo conocí. Todo lo que siempre supe de él, es que abandono a mi madre cuando estaba embarazada.

Feliz Día del Padre…Conchetumare!

 

 

 

Roberto Flores Infante

Lima, 23 de Mayo del 2015


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