La cazadora y su presa.

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La noche prometía. Jes era mi presa esa noche y no sería otro con quien disfrutaría de aquella humedad que sentía en mis bragas.  Solo con verlo me ponía a mil. 

 

Con las copas se acercaba a nosotras, con esa sonrisa que provocaba morderlo. Desde que había dejado con Lu mi mejor amiga nunca nos habíamos cruzado. De eso hacía más de un mes. Claro que sabía no era la única detrás de ese bocado delicioso. Pero Flor no era rival para mi. Tanto tiempo siendo amiga de Lu, me habían brindado datos de sus gustos, los cuales por cierto no eran muy comunes. Todo en él era misterioso y sugestivo. 

 

Flor se le acercó melosa y tomo su copa rozando sus senos provocativamente, su arma de batalla. Susurro algo mientras rozaba con sus labios la oreja de Jes. De espaldas yo observaba la escena y veía el jueguito de ambos. No es mi rival me decía mientras la veía pegarse más a el. Sin saber porque leí cierta complicidad entre los dos... Acaso?  No, no podía ser. Lu se hubiera dado cuenta. 

 

Me sobresaltó la mano fría de Jes en la piel de mi espalda desnuda. Se dio cuenta y sonrió, mientras bajaba su mano,  lentamente hasta el final del escote,  muy pronunciado de mi vestido. Sonreí y tome mi copa casi de un trago, mi garganta se secaba estando el tan cerca, al contrario de mi sexo que latía por su proximidad. 

Me corrí un poco más al rincón más oscuro del bar. No deseaba exposición. Mi presa estaba elegida así que quedé de espaldas,  por lo que lo sentí apretándose  a mi por la muchedumbre de la barra, se pegaba a mi cuerpo,  sosteniendo su peso en sus brazos los cuales estaban uno a cada lado de mi, como barrotes de una deliciosa prisión. Su pecho se pegó a mi espalda, sentí morir  el contacto de su piel y mi piel. El calor subía por mis muslos. La música,  el roce de su cuerpo provocaron una descarga de deseo, más seguí quieta, mientras sentía como bailaba con movimientos sensuales y rozaba mi trasero con sus caderas. La poca luz ayudaba a que no se me notará el calor que sufría. De pronto sus caderas se hicieron más atrevidas,  en su baile rozaba su sexo fuerte y duro en mi trasero. Fui a darme vuelta cuando su mano me obligó a permanecer quieta. Deslizó sus dedos por mi cuello y mi boca, me recorrió entera. Intenté volver mi cabeza pero no pude, estaba sintiéndolo y me deje llevar. Sus manos subieron mi corto vestido y con dedos hábiles corrió mis bragas. Sus dedos se empaparon con mis jugos y jugueteo de forma exquisita con mi sexo haciéndome temblar. Creo que deje de ver y sentir lo que había a mi alrededor. Sus manos eran mágicas, bordeaba mis labios y pellizcaba mi clítoris provocando que mi sexo se hinchara y se abriera. Metió su dedo largo hasta el fondo de mi sexo sacándolo tan lento que me arrancó gemidos que ahogue en mi garganta junto con mi jadeo. Apoyo su mano en mi espalda, el calor de su pene en mi trasero me hizo  sentir que temblaban mis piernas, una y otra vez pasaba a lo largo de mi raja su potente palo, que caliente y endurecido eran una deliciosa tentación.  Agradecí estar en ese rincón casi a oscuras, no podía detener mis ganas de ser penetrada. Separe mis piernas y eso lo enloqueció, me torturó metiendo y sacando la punta de su polla en mi raja, jugando con mis deseos como quería. De espaldas y guardando la poca compostura que podía sentí como era follada con fuerza,  mi raja era atravesada una y otra vez,  cada vez más salvaje, el roce en las paredes de mi coño llenándome toda y quise resistirme al orgasmo que pugnaba por salir.  Sus dedos jugaban con mi clítoris y me provocaban espasmos que movían mis caderas desenfrenadamente. Pude apoyar mis manos y sostener una posición que no decía lo que allí debajo ocurría. Estaba gozando como nunca,  cuando elevó una de mis piernas un poquito y algo mojado y blando me recorrió el coño y siguió más allá metiendo su humedad en cada rincón, mordisqueando. Desde atrás me hacía sentir indefensa y solo podía disfrutar. Chorreando jugos por mis muslos, abrió mis nalgas y me moví inquieta me mordió el hombro y un escalofrío me recorrió entera paralizándome ¡¡¡¡ese hombre no era Jes!!!.  Me quise soltar de aquellos brazos pero era imposible. Cubrió mi boca y tomó su polla  mojada de mis jugos y me penetra de forma bestial, golpeando y desgarrando mi interior sus espasmos me avisan que se correrá Suelta mi boca sabe que nada haré, mientras se corre de forma abundante sobre mis nalgas.  

 

Besando mi espalda se retira lentamente, con voz ronca me dijo....eres deliciosa y se marchó. 

 

Desde entonces regreso cada noche al mismo bar,  para encontrarlo en nuestro lugar. 

 

Soñadora 


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