Después de la luz II

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Justo al pasar la segunda puerta se pararon y esperaron otra vez hasta que llego un tren, donde se volvieron a montar. Fue un largo viaje, en el cual el único paisaje que contempló estaba íntegramente formado por edificios todos iguales y entre ellos plazas y vuelta a empezar con los mismos edificios y calles.

Por fin en una de las paradas se bajaron y andando unos pasos, entraron por una puerta al vestíbulo de uno de esos edificios; era enorme, cuadrado, y tenía escaleras eléctricas totalmente repletas de personas. Subieron por una de estas escaleras hasta otra especie de vestíbulo donde estaban los ascensores, subieron a la planta 678 de donde salieron a unos pasillos, estos a un lado y otro estaban llenos de puertas, anduvieron pasando tres o cuatro de ellas y entraron en una especie de apartamento. Este era una especie de loft, todo era totalmente blanco, unos sillones hacían el efecto de dividir el apartamento en dos, un ambiente era como una especie de salón y el otro espacio lo hacia una cama con una de mesa en el lado izquierdo.

Una librería cubría todo el paramento (o toda la pared o la pared de la izquierda) del apartamento, llena de libros todos iguales, serían como trescientos tomos y todos perfectamente dispuestos en tres filas de cien cada una. Se acercó a uno de ellos y estaba en blanco, miro otro y lo mismo. Rafael le dijo: - Juan, esto será tu diario, aquí deberás escribir cada uno de tus pasos por la Luz, todo con los detalles posibles, cuanto más mejor, cada tomo un paso.

-jajaja, reía Juan querido diario hoy la vi y me gusto, jajaja

-Jajaja, reía Rafael también, sí como un adolescente de la Luz.

-Rafael, sé que el tiempo aquí no es como yo lo conocía, pero, ¿qué se hace aquí, me quedo sentado siempre escribiendo mis pasos?

-No hombre, claro que no, yo estoy en la puerta de enfrente, vengo a buscarte y salimos a ver este, le podríamos llamar “mundo”, pero en realidad acostúmbrate que esto es la estación, tu casa real por los siglos, de los siglos AMÉN, jajaja

- Ahora que lo nombras, ¿existe Dios?

- No lo sé, esto es lo que hay, no sabemos el origen y ni siquiera si habrá final, tampoco me hace falta saberlo, solo me preocupan mis pasos, y ahora tú que eres mi aprendí. Yo soy tu responsable aquí, en este entrepaso o etapa, nada más, ponte a escribir un rato, luego vuelvo por ti, tenemos que salir. Hasta después.

- ¿Ya tengo que escribir?, ¿desde qué recuerde?

-No te preocupes, te acordarás de más de lo que crees, seguro

Rafael se fue de la habitación, Juan se quedó pensativo y se fue al cabecero de la cama, tomó el primer volumen un tomo y una pluma de las que había en el escritorio, abrió el libro y puso:

“Capitulo Uno.

Nací el día 1 de mayo de 1964, era un día radiante de sol...”

Juan seguía escribiendo cuando se abrió la puerta y apareció Rafael, sonriendo como siempre

-Juan vamos a dar una vuelta

Juan se levantó y ambos salieron, una vez en el tren, Rafael le comentaba más cosas de la Estación, como que no existe dolor, ni celos, no hay deseos. Aunque a veces siempre hay alguien que trae recuerdos del mundo de la Luz, aunque eso no afecta la conducta de nadie, este es un mundo de reflexión y espiritualidad, se preparan para volver al mundo de la Luz y tener una existencia allí lo más productiva posible.

-Vamos, que hemos llegado.

Ambos bajaron del tren y estaban frente una gran edificación con forma de fábrica de las que él recordaba.

-Esto te gustará, le decía Rafael, es una pequeña broma que le hacemos a los humanos, bueno es por necesidad, nuestros supremos nos dicen que es un pequeño fallo, algunos humanos vienen para acá y luego la puerta no se cierra y pueden regresar, eso no podemos permitirlo, ellos, bueno nosotros, somos destructivos, y mejor que le tengan miedo a la muerte y al dolor de morir, pues imagínate si,

Rafael le contaba esto con un tono bastante más serio que todo lo hablado anteriormente, los humanos supieran que no pasa nada, que morir consiste en venir aquí y que luego vuelven a la Luz; violarían, matarían, no habría esfuerzo por nada ni por nadie, se reestructurarían todas las creencias y leyes, piénsalo bien.

Ambos entraron en esa especie de fábrica y se observaba, nada más entrar, varios túneles con unos enormes ventiladores y en cada salida de estos un cuarto con muchos maquinas como de mezclas de estudio de grabación.

-Mira por aquí sale entra el humano, le ponemos luces, y niebla artificial, encendemos el ventilador y le ponemos voces como de Dios, santos y ángeles, y si tenemos algún familiar por aquí y este quiere lo traemos y le habla diciendo “vuelve aún no es tu momento” y cosas de esas, Rafael comenzó a carcajear, qué caras ponen, jajaja. Vámonos, tenemos que ver más cosas, saliendo de la nave, al llegar a la vía para ir al tren, Juan vio como del vientre de un hombre que iba con su acompañante a unos veinte metros de ellos, se veía una playa y unos niños jugando y parecía su anterior mundo, se fijó mejor, y era cierto en la zona donde debería de ir la ropa, se veía como una ventana el otro mundo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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