Mi vecina Vicky. ¿Cliché? (Primera parte)

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Mi vecina se hacía llamar Vicky, vivía en el departamento de al lado el cual pertenecía a un conjunto de 15 departamentos en total. Era un edificio que corría alrededor del espacio que cubría el reservado estacionamiento asfáltico ubicado justo en el centro.

Para cumplir con el gastado estereotipo del hombre desinteresado nunca supe la edad  de Vicky, lo que sí sabía y recordaba constantemente era su largo cabello negro que llegaba casi hasta su espalda baja y esos ojos negros que, en conjunto a la curva que se dibujaba en su cuerpo al bajar mi mirada sobre ella hipnotizarían hasta al más cabal.

He de admitir que mi gusto por ella rebasó ciertos límites y rozaba la obsesión, esto considerando que casi aprendí su rutina de entre semana. Llegaba siempre del trabajo entre 30 y 40 minutos después que yo, lo sabía porque el particular sonido de su auto al activar la alarma la delataba. Esto era para mí el llamado para dejar cualquier actividad que, comparada con verla aproximarse con ese vestido claro ajustado de sus caderas y volado de sus piernas torneadas, carecía de importancia por lógicas y pervertidas razones. Ese día, Vicky me saludó con una amplia y blanca sonrisa que contrastaba con el ébano de su piel mientras yo, como cada que la veía tragaba saliva nomás asimilar su figura completa.

—Hola Fernando, ¿cómo estás?—

—Todo bien, gracias. Saliendo a tomar un poco de aire, ya sabes, día pesado.

—¿Son ideas mías, o siempre te encuentro tomando aire?

Era obvio, Vicky no es una chica tonta y más que saber de mis constantes salidas "relajantes" lo aprovechaba para echármelo en cara de manera sutil, mientras que de forma juguetona enredaba su dedo índice en su cabello lo cual en lugar de atrapado, me calentaba de sobremanera y el short flojo de esa tarde no hacía mucho por ayudarme a ocultar mi situación.

—Bueno, lo que pasa es que estos últimos días han sido de amplia carga laboral.

—¿En serio? Tú lo que necesitas es un buen método desestresante, de esos que te "succionan" el estrés en un explosivo momento.

Al escucharla hacer énfasis tan claro y observar los gestos al hablar me sentía soñado, no podía creer que la típica escena de la vecina buenísima le coqueteaba al soñador, !estuviera realmente pasando! Para el momento que asimilaba la idea y mi mente proyectaba una imagen de dos cuerpos revolviéndose agitados, ella ya estaba soltando una leve carcajada y echándome en cara lo pervertido que era por tomar la frase en el peor de los sentidos.

—¡Hija de puta!— grité para mis adentros—. Esta chica se las arregló para en escasos minutos de charla dejarme confundido, enojado, frustrado y encondenadamente excitado. Lo cual, como buen amante de la "mala vida" me incitó a querer más de ella, a quererlo todo.

Me metí al departamento y cerré la puerta tras de mí. Duro y con la cabeza aún dando vueltas por el reciente encuentro me fui a la ducha la cual me brindó una solución provisional, pero suficiente para calmar lo que mi desalmada vecina había provocado. Fue una sesión dura, la situación así lo exigía. Apoyándome con una mano sobre la lisa superficie que me ofrecía la pared mientras con la otra intentaba lidiar con mi dureza. Deseaba tenerla frente a mí, deseaba tomarla del cabello y hacerla ver arriba, quería percatarme del arco que estoy seguro forma su espalda al sacar su pecho. La sentía frente a mí, seductora como siempre pero negándome la mirada, moviendo las caderas arriba y abajo restregándome el culo  encerrando mi falo entre sus nalgas con ese movimiento constante haciéndolo apuntar al cielo (literalmente). Tan vívida era la imagen que me sentí tomándola de las caderas con ambas manos, apuntando a esa fuente que irradiaba calor, jugos y deseos para entrar y salir de golpe. Una y otra y otra vez.

La sentía abriendo la boca de la impresión y placer para dejar escapar esos gemidos que dejaban en claro el deseo mutuo. Esa imagen me volvió loco y no pude evitar acelerar drásticamente el ritmo para dar paso al explosivo final. Consistente. Abundante. Caliente.

Al menos, en mi mente le di una lección —pensé de manera conformista y no pude evitar sonreír mientras iba a la cama—. Desnudo, provisionalmente satisfecho y con la tunda que me llevé ese día laboral tardé nada en quedar profundamente dormido.

El día siguiente fue domingo, por lo que de costumbre desperté hasta no antes de las 10:00 a.m., ese día tuve la fortuna de que mi particular método despertador, fuera la delicada mano de la musa de mi inspiración del día anterior chocando sobre mi puerta. Pregunté instintivamente "¿quién?" más para ganar tiempo que por interés de saber quién coño toca la puerta a las 10 de la mañana en domingo. Tomé un boxer y me asomé por la mirilla de la puerta. Vaya forma de volver del mundo de los sueños. Lo primero que vi fue su escote, pronunciado, casi calificando como vulgar al dejar que sus tetas se asomaran de esa manera.

—Soy yo, Vicky. ¿Tendrás un momento?

Joder, ¿un momento? —pensé—.

—Claro, sólo un minuto, ¿vale? digamos que no estoy presentable.

—No te apenes, después de todo no veré nada que no haya visto antes.

De nuevo, se estaba metiendo en mi cabeza y lo que me dejaba en desventaja era que ella lo sabía y la muy maldita jugaba con esa carta a placer.

Abrí la puerta y la dejé pasar, la imagen que estaba frente a mí era la de una morena en ropa escandalosamente entallada que dejaba muy poco a la imaginación, sobre todo para un pervertido como al vecino que ella tenía al lado...

Continuará...

Me gustaría dieran su opinión sobre este relato la cual me ayudaría bastante a saber la aceptación causada en caso de existir. Gracias por tomarse el tiempo de leer y opinar.

R.

 

 


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