Mi profesor de historia- Parte 1

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Suena el timbre, con un chirrido espantoso y aturdidor, es hora de volver a clase y como siempre, después del recreo tenemos historia. Si bien nuestro profesor dando clases es aburrido y cansador, observar su rostro tan sexy, lo cambia todo. Tiene ojos claros, de un verde esmeralda, nariz recta y fina, labios finos pero con la impresión de besar potente, unos rasgos masculinos que te hacen suspirar cada vez que te mira o cada vez que se quita sus anteojos y detenidamente pronuncia "Señorita"... Básicamente es el sueño, amor, pasión, lujuria, suspiro y gemido de cada una de las 20 alumnas que posee en este curso, al menos de los míos si.

Un día, el señor Feizman estaba relatando su extensa e interminable lección sobre el proceso de descolonización en conjunción con el movimiento de la negritud, mientras todos se hallaban recostados en sus asientos durmiendo sobre los bancos salvo ciertos casos, como en el mío donde en vez de dormir tomaba apuntes. De la nada, imprevistamente para el asombro de muchos e incluso del mío, una chica de cabello castaño claro con una semi colita de caballo, atravesaba el pasillo corriendo y en eso, abre la puerta de tal forma que terminò golpeando la espalda del señor Feizman. Jamás lo había visto así, fue sorprendentemente excitante; Sus músculos se tensaron generando que su yugular bombeara con gran fuerza, su rostro enojado agravaba su mandíbula en señal de mandar todo al diablo y maldecir a aquella maleducada. Su expresión fue más que suficiente, como para que la chica, pálida de color, decida pedir disculpas y en menos de un segundo salga, nuevamente, corriendo para escapar y hallar un refugio cercano. Con la furia e ira acumulada, Feizman se da la vuelta y con una mano da un portazo a la puerta, descargando toda la tensión acumulada por medio de dicho acto, a la vez que termino por despertar de un susto a varios de los presentes recostados de la clase y asombrar aun mas a los que fueron testigos del suceso. 

En mi interior, lo único que mi mente repetía incesantemente , una y otra vez era "Que fuerza tiene en sus brazos, si así trata a la puerta no me quiero imaginar lo que sera en la cama teniendo sexo, Dios "... Pensamientos lujuriosos comenzaron a brotar en mi mente, fantaseando con èl encima de mí teniendo sexo en el escritorio, en el banco, de pie contra el pizarrón...

Una vez finalizada la clase, antes de que llegue incluso a la puerta para salir al recreo, el señor Feizman me solicita que me quede para corroborar y consultar ciertos pendientes en privado. Al principio, el miedo se introdujo en mi piel ya que no me imaginaba que me podía haber dirijido la palbra teniendo en cuenta que hacia unos 15 minutos atrás, había golpeado a la puerta del aula, de la manera más brutal y estrepitosa que podria haber reaccionado. Sin embargo, el hecho de que detrás de una imagen de profesor correcto, pulcro y bondadoso, existía una fiera, una especie de animal salvaje que fue despertado con actos de falta de respeto e intolerancia hacia una muchacha joven de actitud disparatada; hacia que mi mente volara aún más allá de la imaginación y me acobijara en sucios y pecaminosos anhelos de poseer su boca y su cuerpo.

Por lo pronto, la situación logro tomar su propio rumbo, yo estaba sentada al lado de él mirando, fijamente, el escritorio ; Cuando ojeando unos papeles, me dice "me tienes que ayudar, te necesito, por que solo no puedo", ante esas palabras senti como una punzada de mi pecho descendía hacia mi vientre, expulsando un calor que me hizo alterar todas mis terminaciones nerviosas; a lo que, a penas , contesté "no hay problema, pero primero abriré las ventanas ... esta empezando a hacer calor". Se limito a contestar y yo proseguí con mi accionar, al levantarme vi como me miraba el culo, pensé que tenia algo pero no; Simplemente, llevaba la mini tableada del colegio, con la camisa blanca que resaltaba mi busto junto con la corbata roja. Abrí la ventana y cuando me doy vuelta, lo tenia en frente de mí a una distancia poco moral para la relación alumno-profesor. De a poco, su mano fue recorriendo desde mi muslo hasta mi cara, deteniéndose en cada curvatura que encontraba, dejando un rastro de escalofríos combinado con la excitación del momento. Mi pecho se hinchaba cada vez mas y respiraba con dificultad, mi corazón latía y estaba en la tortura más rica jamás vista. En eso, escucho el sonido de su voz en mi oído, a penas, susurrando -: "hoy, estoy enojado y te voy a meter mi pene por todos lados, de acuerdo?". Todo de él me resultaba erótico, su lengua jugando por mi cuello mientras con sus labios succionaba mi piel dejando pequeños pero marcados chupones; Obnubilada por sus caricias y el milagro ensordecedor de escuchar su agitada y pesada respiración, provocaba que mi piel se erizara y mis piernas temblaran... De repente, me giró y tumbó, con su característica brutalidad y rudeza exigente sobre el escritorio.

Sinceramente, no lo podía creer, mi mente vagaba entre dichos minutos remotos intentando descubrir algo para lo cual no había respuesta sino era el hecho de que la pasión y el morbo se complotaban, lo suficientemente fuerte como para enterrar mi coherencia y razón, dando lugar a que la fantasía que producía mi cabeza, instantes antes en la clase, se estaban volviendo realidad.

 


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