Vacíos de amor. Incapaces de querer.

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He andado mucho en este mundo, no viajado tantísimo como otros, pero sí que he movido mis pies, mis piernas, mi cintura y caderas por el ancho mundo.

He visto, vivido y sentido, he hablado, preguntado, doblado aquella esquina que tú también doblaste un día. Pero no me he equivocado.

Concluyo, el mundo está lleno de seres que son unos igual a otros, aunque con ligeras variantes. Especifico, a algunos españoles no les gustan los perros, pero la mayoría de los italianos se desviven por ellos y les cuidan aunque vivan en las calles, alimentándolos y dándoles un rincón de sus casas o negocios para dormir.

Los franceses se comen muchas aves, y a decir verdad, Dios les castiga pues muchos se parecen a ellas y las aves son bonitas, pero no lo es una persona con cara de ave, ¿no?.

Bueno, a lo que iba, fui de aquí para allá sacando conclusiones como es mi costumbre, amo más a las personas de unos países que de otros, hay cosas que no comprendo, pero no me arrepiento de haberlas conocido, “todo es cultura”, todo me ha hecho lo que soy y me han tallado en piedra, porque lo que hay en mí no lo derriba nadie.

He cruzado el charco, he subido a la montaña, viajado en avión y siempre he despertado con una sonrisa que el día me ha ido robando. ¿Por qué?, porque hay de todo, buenos pero también malos, he visto cosas que no puedo impedir como que se coman los dromedarios en Túnez o las cebras en África. Me horroriza pensarlo, me deprime y me tira muy abajo.

Cuento que me hubiera gustado viajar más, pero que a falta de esa posibilidad por mi numerosa familia gatuna, no pude hacerlo, por eso veo televisión y escucho la radio, doy mi opinión si puedo y siempre, para mi pena recibo la misma respuesta: “nada se puede cambiar, son unos guerreros, La Comunidad Internacional es la que puede, se acerca el fin del mundo”.

¿Qué puede esperarse de las sociedades desorganizadas cuando las que lo están no hacen nada?.

Son incapaces de amarme, de darme la razón y acunarme, de escribir conmigo una carta pidiendo ayuda a los gobiernos, a los hombres con poder.

Me siento pequeña y también pienso, no debería importarme, y sin embargo para mi pena, aquello que está lejos afecta mi vida personal, incide en mis decisiones, tareas, elección de profesión, matrimonio, tiene repercusión entre aquellos que quiero que me quieran de un determinado modo, porque sencillamente tanto caos les deshumaniza y son incapaces de apreciarme, a mí, que tanto lo necesito.

Por eso no bailo alegre, mi canto cae al final de las estrofas y escribo estas tonterías esperando, que alguien con el suficiente talento e inteligencia, ponga fin a este gran caos mundial de nuestro siglo.

 


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