Mirracliett de San Gregorio.

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Hay gente que me llama “Yoyiña”, para interiorizarme, porque Yoyita es un nombre un poco ridículo, lo sé, pero ya se sabe, sólo las mujeres como yo pueden llevarlo, soportarlo e ir con la cabeza bien alta.

A mí no me gusta poner sobrenombres pero si inventarme nombres, sobretodo cuando escribo, y eso es por una razón, soy una mujer muy extraña. Soy de un nuevo género literario que lo quiere hacer todo al revés y marear, para que la gente no se distraiga cuando lee mis textos.

Mirracliett de San Gregorio, es el nombre de una chica y un pueblo, el nombre real de esa chica es “Milagros”. Ella es una mujer muy preparada que siempre critica mis obras y me escribe correos electrónicos, pero lo siento amiga, no te haré caso, mi escuela fue mi facultad de Comunicación, donde no me enseñaron a escribir porque supuestamente ya íbamos sabiendo del colegio.

Si soy mala o buena no es problema tuyo, si lo haces mejor, te felicito, no te envidio, no quiero ese sentimiento para mí, mi camino por la vida es ir tomando lo que puedo con mi hacer y mis palabras, lo que no, atrás se queda para otros. Por eso no pienso cambiarte ni cambiarme, soy Yoyita, no “Yoyiña”, soy la luz de un alba ya en mí inexistente y por lo tanto distinta a los demás y especial en sus tareas.

Gracias por tus consejos, pero no se escucharán y si por ello no llego a vieja escribiendo, no me importa, porque para lo que hay que ver en esta vida, que para que voy a contarlo, si el fenómeno está tristemente globalizado.

Sus poemas serán sonetos, sus redacciones perfectas, pero a mí me gusta el desorden en las letras, pierda lo que pierda, me gusta el caos, el cambio, las caídas en picado, las meriendas de zumo de naranja y quesito con mermelada, madrugar por las mañanas y conducir escuchando música francesa y respetando las señalizaciones para no perder el título de conducir.

Jamás le he dicho a ella que tenía el pelo seco y las uñas mal pintadas, que su voz era desagradable y pasaba muchas horas en la cama, ¿saben por qué?, yo no lastimo, no pierdo el tiempo en herir ni maltratar, no desprecio ni descalifico. Amiga, yo no envidio ni pongo en evidencia a nadie.

Si hay razón o no, no lo sé, si son sabios tus consejos, tampoco, pero una vez más te lo diré:

-Soy “Yoyita” no “Yoyiña”, no me aplastan las frases, las miradas, no me importa que me señalen con el dedo ni me condenen ni aparten, porque siempre después de marchar he podido volver a integrarme en los grupos y siempre, después de una despedida de mis amigos, me llegó el perdón un –Por favor regresa.

 

 


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