Mis nueve deseos ocultos. Calle 455,71 de Fhuntiemá.

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Soy distinta, soy como ahora soy. Quiero amor, que me comprendan, que el dietista me ofrezca esperanza, que los gatitos me quieran.

Sinceridad es lo que cuenta, no me mientan, los ojos de mis amigos deben despertar en mí la paciencia, la grandeza de mi divinidad interior, mi corazón de cenicienta.

Ayudar me gustaría, hacer progresar a las sociedades con mis palabras, puede que sabias, de cualquier forma siempre siendo mías. Dar desinteresadamente al necesitado de ayuda todo lo que pueda.

No ser robada, pero ya fui. Me robaron obras de arte de valor incalculable y tuve que silenciarme o morir. No hables o mueres, levantas sospechas, no desprendas rencor por sus acciones. Ellos quieren ser ricos y yo, debo dejarles que me roben para sobrevivir entre ellos, que muy amigos no deben ser.

Se quedó pendiente ser madre, ya no importa, hay hijos que vienen malos y ha podido ser mi caso, por eso, llamo a mis gatitos hijos y son ellos mi consuelo.

Ser esposa, fracasé. Me felicito, sin hombres puede que mejor haya ido por la vida pues da trabajo tenerles, dan disgustos si no te quieren adecuadamente. Ese iba a ser mi caso.

Dormir bien y tener paz interior, conformarme con mis pasos, huir de las tentaciones, pero no todas. Saber que mi familia celeste me quiere, somos parte unos de los otros y lo demostramos.

Llegar a vieja sin tormentos y sin demasiados fracasos a las espaldas, conformismo, ilusión y buena salud de mi parte.

Y finalmente, olvidar mis frustraciones, a los que mal me hicieron, me maltrataron y utilizaron.

Que se sepa hoy, no perdono a mis ladrones, lo pagaran por ley divina, se les castigará adecuadamente. Sencillamente esos seres han sentido desprecio por mi vida y de mí se han desprendido llevándose mis pertenencias y mi alegría.

Buscaron asesinarme, enfrentaron a mis pretendientes alejándoles de mí mientras ellos tenían muchas parejas simultáneas. Me querían ver sola y penando, fueron así, pero ellos parecían personajes de un cuadro del Bosco. Lecciones para ellos también solicito de Dios, no fueron sinceros, y a pesar de eso, todo les ha salido… tan bien.

Me quedé en el maletero de aquel viejo coche Renault 11, apartada de todo, sin su obra ni su sonrisa. La felicidad huyó de mí y no obtuve ningún reconocimiento.

Por eso, mis nueve deseos ocultos se cayeron de aquel puente alto de Harrietat Sucratt 7, ayudé comedidamente al necesitado pues los ingresos fueron limitados, mientras ellos fumaban, bebían, todo lo mío gastaban a sus anchas.

Consecuentemente sumo uno a mis nueve ocultos sentimientos, pues ahora son diez los deseos que guardo. Pido también “justicia divina”, la humana, no la conozco, no puedo ni reclamarla a terceros porque sencillamente me matarían.

Y que la balanza busque su equilibrio pronto porque con todo lo que he vivido es seguro que no llegaré a vieja como era mi deseo para seguirlo contando a todos ustedes, testigos únicos de mi realidad pasada.

 

 


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