Cierro los ojos y pienso en tí

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No sé decir que ocurre primero, si me masturbo y entonces pienso en ti para hacerlo...o si pienso en ti y siento unas ganas locas de hacerme una paja.

Supongo que da igual el orden de los acontecimientos, el caso es que en mi intimidad tu cara, tu boca y tu cuerpo son los que tengo en mi cabeza y no los suyos. Si ella supiera que no es la reina de mis fantasías sexuales, de mis momentos de placer privados...¿que pensaría?. Me da igual, tú sin estar conmigo, sin tocarme, me das más placer que ella en sus mejores noches. No sabe acariciarme, no sabe abrazarme, no tiene la sensualidad que tú tienes hasta en la mirada...es torpe en sus intentos... y tú eres fantástica en mi cabeza. Y así empieza todo, te veo, te observo moverte, hablar, reír...besar... y necesito ser yo el que acabe dentro de ti.

Así que ya sabes que viene después... te hago mía cuando me da la gana. Como ahora mismo, me basta cerrar los ojos y suspirar un poco para sentirte aquí, para desear que me toques, que me acaricies la entrepierna...que sean tus manos las que se cuelen por el elástico de mi pantalón. Necesito hacerte mía y no tengo razones para esperar. Estoy en casa, así que no llevo ropa interior debajo de mi pantalón de algodón, y mi erección tiene libertad para hacerse notar. No está sujeta ni oprimida, está libre de hacerse visible y cada vez más prominente.

Lo que me oprime por dentro son las ganas de tocarme, de acariciarme pensando en ti, en tu húmeda lengua en mi pene, en tus manos en mi cuerpo...y así lo hago, porque en mis momentos de debilidad...mando yo.

Dejo caer mi cuerpo en el sofá mientras mis ojos se cierran y pierden de vista las imágenes del televisor, algo en esa película me ha excitado mucho y mi inminente erección reclama mi atención. Meto mi mano en el interior del pantalón y me toco el pene por toda su longitud. Empiezo por la base, los testículos...me haces cosquillas pero me encanta, y poco a poco subo hasta la punta y retiro la piel de ella, dejándola más sensible a mis caricias. Todavía no estoy muy excitado, así que abarco mi polla con mi puño y lo aprieto ejerciendo una presión mínima y comienzo a subir y a bajar por él... es difícil que no se me ponga dura mientras te tengo en mi cabeza. Ahora mismo mis ojos te buscan y te piden que vengas, y tú te dispones a poner tu cabeza entre mis piernas...donde tanto me gustaría que estuvieses alguna vez.

Abres tu apetitosa boca y sin más empiezas a chupármela con ganas, como si fuera la primera y la última vez que la vas a tener dentro...yo me humedezco los dedos con mi propia saliva y dejo mojada la punta de mi pene, que está duro y tenso y ha empezado a expulsar líquido. Lo aprovecho y lo extiendo por todo para hacer más real la sensación de que me la estás chupando... puedo notar la suavidad de tus labios cuando subes hasta el principio de mi pene y lo mordisqueas y la profundidad de tu garganta cuando deslizas tu cabeza hacia abajo....haciendo que me retuerza de placer.

No abro los ojos en ningún momento, me concentro en verte y en sentirte de rodillas delante del sofá entregándote a mí como si fuera real, has empezado a subir el ritmo de tus embestidas con la boca y yo gimo de placer...mi mano se desliza por todo mi pene más rápido y aprieto mi mano alrededor con más fuerza porque ahora quiero follarte y necesito sentir más estrechez, más presión, más calor... necesito sentir tu interior.

He apartado tu boca de mi pene y te he sentado encima de mí, para que me montes como sólo tú sabes. Estás húmeda, noto tu abertura en mi glande hinchado y no me aguanto más, empujo con mis caderas para meterla hasta dentro de una estocada, y sigo subiendo y bajando mis caderas con mi mano alrededor de mi miembro que se hincha cada vez más y me pide más velocidad. Muevo la mano al compás de tus caderas en mi mente, cada vez que tu cuerpo se aleja de mí la subo, cada vez que te penetro entera bajo mi mano hasta el final de mi pene... Después de unas cuantas metidas...mi semen caliente se extiende por tu interior y mi pene da sacudidas poniendo fin a mi placer y mojando mi mano.

Sigo con los ojos cerrados, ahora más apretados que al principio por la tensión y la furia, no quiero no verte. Muevo lentamente mi mano y la cierro alrededor de mi capullo para notar tu presión, tu calidez, tu cercanía... tu compañía que, otra vez más, es mentira.


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