Piso 12

Siempre es lo mismo. Todos los viernes tomo el ascensor para ir al piso 12. En el piso 5 sube él. Alto, cabello oscuro, ojos verdes, sacó y corbata. Cruzamos miradas. El ascensor se detiene en el piso 11 y el baja. Respiro profundo para retener su aroma. Llega el piso 12, se abren las puertas. Allí esta el, devorándome con su mirada. Hipnotizada retrocedo. El entra y traba las puertas. Nadie entra. Nadie sale. Se saca la corbata y me tapa los ojos. Lo siento tras de mi, respirando sobre mi nuca, pegándose a mi. Bruscamente abre mi camisa y me arranca el sostén. Me empuja contra el espejo, tan frío que me estremezco. Baja mi falda y mis bragas y comienza el placer. Con una mano frota una de mis senos, apretando mi pezón que cada vez se pone más firme. Con la otra mano juega con mi clítoris, lo rodea, lo frota, lo presiona. De mi boca comienzan a salir pequeños gemidos. Me da la vuelta, descubre mis ojos y tapa mi boca. "Nadie nos puede escuchar o nos descubrirán" dice, mordiendo mi oreja. Ahora sus dos manos están allí, una penetrándome la vagina,  la otra comienza a jugar con mi ano. Al instante introduce su dedo mayor y mis piernas comienzan a temblar. Su pulgar en mi clítoris, su mano entera en mi vagina, un dedo en mi cola, un ritmo cada vez más rápido y el orgasmo más fuerte de mi vida que se avecina. De pronto me despierto, agitada, sudorosa y mojada, muy mojada. Son las 6 de la mañana, aún tengo tiempo antes de ir a trabajar. Comienzo a frotar mis senos y luego bajo hasta encontrar mi clítoris. Lo frotó, lo aprieto. Mis piernas se abren y mis dedos me penetran, para encontrar ese orgasmo que tanto soñé.

Como todos los viernes tomo el ascensor para ir al piso 12. En el piso 5 sube él. Alto, cabello oscuro, ojos verdes, sacó y corbata. Cruzamos miradas. El ascensor se detiene en el piso 11 y el baja. Respiro profundo para retener su aroma. Llega el piso 12, se abren las puertas. Pero él no esta allí.