Pagando el taxi

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Sábado, 4 de la noche. Hace frío. Estoy cómodo en mi taxi. Todo va normal, incluso cuando se montan ellas.

Son dos chichas, bastante guapas. Una rubia con ojos azules, la otra morena. Van bastante abrigadas…y borrachas. Me dicen dónde quieren ir y yo las llevo, pero a la hora de pagar ninguna tiene dinero.

-No es problema, que suba una y la otra espere en el taxi –dije yo.

-Se me ocurre algo mejor –dijo la chica rubia, mientras se montaba en el asiento del copiloto y me miraba con ojos viciosos.

Yo la dejé hacer. Me bajó el pantalón y me empezó a tocar la polla por encima de los calzoncillos, pero enseguida me los bajó. Subía y bajaba la mano rápido, cada vez mi polla estaba más grande y dura. Luego empezó a darle besitos en la punta y juguetear con su lengua. Por fin se la metió entera en la boca. ¡Qué placer! ¡Cómo entraba y salía! Tenía un piercing en la lengua y sabía cómo usarlo. Iba a cogerle del pelo para que metiera y sacara más rápido y fuerte, pero me gustaba cómo lo hacía, así que disfruté de su experta boca.

-Si sigues así me voy a correr –le dije como pude mientras intentaba contenerme.

-¿Tan barata ha sido la carrera? –me dijo ella desafiándome.

En ese momento la cogí y la tumbé en su asiento. Le quité el abrigo. Estaba buena. Culito respingón, con curvas, tetas grandes. Iba con minifalda y camiseta con escote. Metí las manos por debajo de la falda, eché a un lado el hilito del tanga y empecé a palpar su clítoris, que estaba bastante mojado. Jugueteé con él un rato mientras me escabullía en sus tetas suaves y firmes. Se quitó la camiseta y yo le quité el sujetador dejando al descubierto sus pezones rosaditos y bien duros. Sólo podía lamerlos y comerlos sin parar. Ella gemía, le gustaba lo que le hacía. Fui bajando con la boca, hasta que empecé a comerle el clítoris. Se lo lamía con la puntita de la lengua y eso le volvía loca, mientras con una mano le metía dos dedos por su agujerito cada vez más dilatado y con la otra jugueteaba con sus tetas. Gemía y gemía sin parar. Su cuerpo se estremecía, era ya el momento.

Eché el asiento del conductor para atrás, le quité el tanga finito y la puse encima de mí. Fue entrando poco a poco, gimiendo poco a poco, hasta que entró entera y empezó a cabalgar. Cabalgaba muy bien. Entraba, salía y además se movía haciendo círculos. Con sus tetas en la cara le comí bien los pezones otra vez.

De repente, apareció la otra chica, la morena. Había estado atrás poniéndose cachonda y tocándose y ya no aguantaba más, quería disfrutar. Se había desnudado ya. Empezó a besar a la rubia y quedaron sus dos tetas enfrente de mi cara. Sus pezones eran negros. Tenía 4 tetas para mí. Las chupé y manoseé bien mientras ellas dos se divertían en una guerra de lenguas. De repente la rubia empezó a gemir más y más hasta que se corrió y se quedó descansando sobre mí.

Yo ya casi estaba, así que la cogí y metí mi polla entre sus tetas y ella las sujetaba y movía de arriba abajo, haciendo una buena cubana. Me miraba con sus ojos azules como pidiéndome mi semen, con cara de necesidad. Hizo más presión y aumentó la velocidad, ya no pude más, me corrí en sus tetas.

La morena había estado viendo la cubana y estaba tocándose.

-¿Cuándo me va a tocar a mí? –dijo la morena.

-Tranquila, ahora te toca a ti… –le dije.


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