The Fukboy Vol. 4 Compañeros de segunda

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Una mañana más, el sol brilla en MudaFaka City, los pajaritos estornudan cancerosos, el aire pesa, los coches voladores sobrevuelan el asfalto, y el dulce sonido de dos vecinos poniéndose a parir despiertan a nuestro héroe. Que acompaña un largo estiramiento de brazos, con un profundo bostezo.

—¡Eh! ¡Imbéciles! ¿¡Por qué no cerráis el pico!? —Les pidió el joven mulato a sus ruidosos vecinos.

—¡Que te den morcilla, pelo gallo! —Le respondió el primer imbécil.

—¡Si, Que te den mocoso! —Agregó el segundo.

—¡Otra maravillosa mañana en el distrito obrero! —Afirmó HoodMan.

—¡Joder! Casi me cago del susto —le indicó su aprendiz—. ¿Y tú cuando demonios has entrado?

—Yo vivo aquí chico, y solo hay dos habitaciones, contando el baño, así que…

—También es verdad, y con respecto al baño…, en fin, no hay puerta, solo unas cortinas, anoche entraste y, en fin, no sé, lo escuché todo, y lo olí...

—Vaya con la princesita, como si tu mierda oliese a jazmines y geranios.

—Solo digo que una puerta no cuesta tanto.

—Olvídate de puertas y vente conmigo, hoy es domingo y hay reunión de héroes.

—¡Mola!

FukBoy y HoodMan se pusieron sus uniformes y recorrieron el distrito en busca de la guarida secreta de los héroes de MudaFaka City. Al principio, al joven le extrañó que nadie les llamase la atención en aquel distrito, por ir encapuchados. Sin embargo, su maestro le aseguró que, la gente de la ciudad está más que acostumbrada a ver héroes. Con tantos villanos, es prácticamente su pan de cada día.

—A ver, a ver… —HoodMan se rascó la calva, a la par que revisa un documento—. Hoy toca la entrada secreta diecisiete zeta.

—¡Que emocionante! Estoy deseando de entrar y conocer a los superhéroes, espero que no sean todos tan talegueros como tú.

—Ten fe chico, mira, ya hemos llegado.

Los héroes se detienen justo en frente de una peluquería.

—¿Es donde curras? ¿Y cuál es la entrada secreta?

—La puerta principal..., y tan solo es una tapadera.

—¿Por qué será que no me sorprende?  Pero si es una peluquería normal y corriente, marujas charlando y un pavo cortando pelo…, a no ser que…

FukBoy corrió a sentarse en una de las butacas frente al espejo.

—Venga HoodMan ¿Cuál es la contraseña secreta que activa el ascensor a la guarida?

—Deja de hacer el canelo, los demás están en la trastienda.

—He Chico ¿Has venido a que te corte ese pelo gallo tan feo? —Le preguntó el peluquero.

—El chico viene conmigo —le informó HoodMan.

—Pasad entonces, os están esperando.

Al abrir la puerta, la sala estaba totalmente a oscuras. FukBoy esperaba su fiesta triunfal como nuevo miembro de la liga, una fiesta sorpresa o algo así, pero esto es MudaFaka City.

—Ups, lo siento, han saltado los plomos —les informó el peluquero—, enseguida lo arreglo.

Cuando se hizo la luz, tan solo había una pequeña sala con una mesa en medio, un letrero de papel que pone Muerte a DirtyEar, y cuatro tíos a cuál más sospechoso. El primero es un hombre grande y gordo, de piel blanca enrojecida por el sol, vestido con un bañador de esos que parecen calzoncillos, una camiseta hawaiana roja y una máscara de lucha libre. Fácil de ver. El segundo, más pequeño, de piel negra y constitución fuerte, viste una chulada de chupa de cuero, lleva gafas de sol en interior, y tiene una horrible pinta de mafioso, que canta a la legua. El tercero es muy bajito, totalmente despeinado, de barba deshecha, atuendo royo el lejano oeste y cara de perturbado. Por alguna razón, no para de sonreír. Tal vez se reía del cuarto, que era un tío vestido de rana.

FukBoy sonríe y saluda, mientras piensa en cómo salir de ese manicomio, antes de que lo mate algún tarado.

—HoodMan, estos perturbados han matado a tus compañeros —le aseguró muy convencido—, vámonos de aquí…

—Tranquilo chico, te presento.

—¿HoodMan? —Preguntó poco sorprendido, aunque molesto, el perturbado del oeste—. ¿Ya has vuelto a cambiar de nombre?

—Tío, otra vez no —le pidió el gordo—, así es imposible acordarse de tu nombre. Primero fue MartilloMan, después TioCremaMan, ChatarraDestructivaMan, ManInTheHood, e incluso nos hiciste llamarte  NaboCop durante una semana, y eso este mes, déjalo ya, son todos una mierda.

—Cierra la cloaca gordo —le pidió HoodMan a su o presunto compañero—, o te pondré el nabo en el hombro y comenzarán a llamarte ButaneroMan.

Por un instante se hizo el silencio.

—En fin, os presento —le dijo HoodMan al muchacho, quien ya no estaba tan seguro de querer conocerlos, desde hacía un buen rato—. El chico es FukBoy. Y ahora ellos…, bueno, primero el mafioso, su nombre es Chispitas.

—Es Fusible capullo —le corrigió el mafioso.

—Joder, ya te he dicho que eso no tiene puto sentido —le aseguró HoodMan.

—Cierra el pico robomierda —le pidió fusible—. Verás chaval, yo era un electricista que trabajaba para DirtyEar en el alumbrado del distrito rico. Un día, cambiando un cable de alta tensión, me caí de las escaleras contra uno de los camiones de plutonio que suelen circular por la ciudad. Explotó y ahora tiro rayos y esa mierda.

—¡Ahora yo! —Les pidió de manera nerviosa el perturbado del oeste—. ¡Es mi turno! Mi nombre es Demolición, ¿sabes por qué me llaman demolición, chico?  

—¿Hiciste volar por los aires una comisaría de policías corruptos y ni esperaste a que salieran los civiles? —Preguntó, quizás demasiado seguro FukBoy.

—¡No! —le negó rotundamente Demolición—. Mi Padre se llamaba Juanito Ramírez Demolición, es mi apellido, este chico está mal de la cabeza.

—¿Se Llamaba? —Preguntó el chico—. ¿Acaso está muerto? Vaya…, lo siento.

—Si —le confirmó demolición—, estaba en la comisaría el día que la volé, creo que a pagar una multa o algo. ¡Bueno! El caso es que exploté un almacén de plutonio y el petardazo se me fue de las manos, ahora puedo explotar todo lo que toqué, siempre que sea algo inerte —le aseguró entre psicóticas risas.

—Bueno, supongo que me toca —dijo el gordo—. Mi nombre es Manolo y…

—¿Manolo? —Preuntó FukBoy decepcionado—. ¿Qué clase de nombre de súper héroe es ese?

—El que me puso mi madre —le informó—. En mi caso, estaba en una pastelería y…

—¡No me lo digas! —Le pidió el chico, volviendo a interrumpirlo una vez más—. Te comiste una tarta radiactiva con plutonio, y ahora puedes comer cualquier cosa.

—No —le negó rotundamente Manolo—, fue un buñuelo, y soy más fuerte que cien gordos normales. Aunque una vez conocí a un tío que se comió una tarta radiactiva con plutonio, y en esa misma pastelería, deberían de tener un control de calidad o algo así.

—¡¿Y qué pasó?! —Preguntó FukBoy entusiasmado.

—Se murió —le informó Manolo—. Normalmente cuando la gente come cosas radiactivas se muere. ¿Es que eres tonto chico?

—Y el tío rana, ¿qué? —preguntó FukBoy.

—Se llama CroCrack —le dijo HoodMan—, no habla mucho, creo que le picó una rana silvestre con el culo lleno de plutonio o algo así, y ahora hace movidas de rana…

—Cro…Crack…. —mencionó el hombre vestido de rana.

—¿Y el chico que es lo que hace? —Le preguntó Fusible a su compañero HoodMan.

—Pues verás, de momento no lo tengo muy claro —le aseguró—. Baila, reparte leña y esas mierdas. Que se yo…, promete.

—¿Y a qué viene lo de Muerte a DirtyEar? —Preguntó el joven—. A ver, yo lo odio tanto como cualquiera, pero ¿no es el alcalde?

—Verás chico, esta es una ciudad enorme —le dijo Demolición—, gigantesca, inmensa…, con tantas cosas para explotar…, esto…, que me voy del tema, el caso es que hay muchísimos villanos aquí y por lo tanto, mucho héroes. Los héroes se unen en Ligas, Muerte a DirtyEar, es el nombre de la nuestra, aunque HoodMan no deja de cambiárselo.

—Y es el secretario del alcalde el que aprueba las Ligas —le informó Manolo—. Por eso la nuestra jamás será aprobada.

—Vaya… ¡Va a ser increíble! —Aseguró el joven mulato, entusiasmado pese a todo.

En ese momento el peluquero entró en la habitación, alterado, exaltado, sudando, acojonado, casi como si las mechas rubias se hubiesen pasado de moda.

—¡Chicos! Pisoneitor está en la ciudad, tenéis que ir.

 


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