Otro Chasco del Pícaro Jacobo. (Basado en un Hecho Real).

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La miss Sussy, una muy buena profesora de Inglés, hermosa, atractiva, pero muy tímida, especialmente con los demonios de alumnos del último curso del Liceo, llegó esa mañana a la clase luciendo un traje que mostraba su admirable busto y su delgada cintura. Era la época de la aparición del Rock and Roll y las muchachas usaban la falda plató, larga y amplia.
Cuando los alumnos se sentaron después del saludo de rigor, quedaron alelados al ver su falda ajustada que llegaba a la rodilla. No la habían visto porque sus compañeras de curso se sentaban adelante y estaban de pie.
Debido a su timidez, saludó en inglés y se dio vuelta a escribir en la pizarra, mostrando la otra cara de su belleza. Acto seguido se sentó en su pupitre y … ahí no más quedó la grande. La querida profesora usaba siempre faldas largas y amplias, por lo que se sentaba cómodamente para pasar lista y separaba sus rodillas.
El Pícaro que, según las malas lenguas, estaba medio enamorado de la miss, se puso pálido, pasó a rojo sin poder despegar sus ojos de las bien torneadas piernas y sus blancos calzones que mostraba inocentemente la profe. Las compañeras se dieron vuelta a mirar a los muchachos y todos estaban contemplando tan hermoso panorama.
Una de las chicas, riendo, le dio un golpe en la cabeza a Jacobo, sonó ¡Toc!, arrojando hacia atrás un trozo de palo de escoba de unos 35 centímetros, usado como regla en las clases. Mientras la miss Sussy leía en voz alta los nombres de los alumnos y estos respondían “Presente”, el famoso palo fue de mano en mano y cada cierto tiempo se escuchaba el “toc” en la testa de algún descuidado muchacho.
La paciencia tiene su límite, la tímida profe levantó la vista y aparentemente se percató de la situación, no hizo comentario y, mirando al Pícaro, lo señaló con su dedo.
–Usted,… pase a la pizarra y responda escribiendo en inglés las preguntas que hay allí.
El pobre Pícaro Jacobo abrió los ojos enormemente y con su mano en el pecho con cara de desesperación se quedó sentado.
–¿Me dice a mí, miss?
–Yes, you.
–Pero, miss, no estoy preparado y yo …
Entre tanto todos sus compañeros se dieron cuenta qué le había pasado al pobre; estaba excitado y su rebelde miembro le jugó la mala pasada de ponerse tieso como un palo de escoba.
–Síii, que pase, miss, es un flojo –gritaron a coro, con el afán de divertirse con tan imprevisto y engorroso asunto.
–Nooo, yo no puedo pasar … esteee, estoy enfermo.
–Jacobo, le ordeno que pase a escribir.
El muchacho se levantó y se metió una mano al bolsillo, rogando en su mente que su pene volviera a la normalidad, pero …nada. Así, disimulando y un tanto rengueando, pasó entre las risas de las muchachas y las miradas de lástima de sus condiscípulos, total a cualquiera le puede pasar a esa edad.
Su mano izquierda en el bolsillo de pantalón y con la derecha escribía, rojo por las burlas de las chicas.
El asunto se puso álgido cuando la miss “pavita” se acerca al pobre Jacobo, extiende su mano y le dice:
–Jacobo, entrégueme el palo.
Risa general, Jacobo con cara de afligido, movía negativamente la cabeza.
–Vamos, Jacobo, si no me entrega ese palo … ¡Se lo sacaré yo misma!
Uno de sus compañeros no encontró mejor solución que ponerse de pie y, valientemente, mostró el famoso pedazo de madera.
–Miss, aquí está el palo …
La hermosa profesora miró con ojos de horror el bolsillo donde el alumno tenía el supuesto trozo de madera.
–¡¡Siéntese!! –Se le olvidó ordenarlo en inglés, ruborizada tomó apresuradamente el libro de clases y se retiró de la clase sin despedirse.
Las risas se generalizaron y el pobre Pícaro Jacobo, rojo como tomate, se quedó al lado del pizarrón.
–¡¡Viva el “palo” del Pícaro Jacobo!! –Gritó alguien y todos corearon “¡Viva!”.
Salió casi corriendo en medio de las carcajadas de sus traviesos amigos, seguramente a tomar agua fría en el baño.
Han pasado los años y esos alumnos se acuerdan del incidente de la clase de la miss Sussy. Pese a su fama como don Juan, también tuvo sus “caídas” y Jacobo siempre recibe las burlas con su eterna sonrisa, mientras piensa en una solución para evitar tales papelones.


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