El perfecto esquizofrénico

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Soy el hombre perfecto y quien lo discuta me tendrá que dar buenos argumentos. Ser perfecto tiene muchas ventajas.

Los sábados en la tarde los destino para reunirme y conversar tomando un café arábico con mi “Consciencia” en un bar que hace esquina del casco antiguo judío de Girona. Una vez sentados “Consciencia” …

-¡A lo mejor no eres tan perfecto!

Eso denotaba que podía ser una tarde densa. Le contesto para amortiguar el revés:

-No entiendo el comentario.  Es obvio que yo rozo la perfección estructural. Cumplo con las proporciones de belleza establecidos por las normativas internacionales DIN, UNE y derivadas. Estoy certificado medioambientalmente y emito cero gases de efecto invernadero. “Consciencia”  tu lo sabes.

Mi adversario resiste y prosigue:

-Si querido, pero solo has justificado el porqué de tu carcasa humana.

Le contesto un poquito sulfurado:

-¡Venga! ¡No me sea impertinente “Consciencia”! ¡No es trabajo mío! ¡Por eso existes y te alimento adecuadamente!

 

“Consciencia” contraataca con un argumento diferente:

-Estás jugando a un juego muy peligroso con el resto de seres humanos que hablan tu idioma. Me sobornas para que calle cuando tu te dedicas a malversar fondos públicos del contribuyente.

Ante esa acusación, me defiendo con orgullo:

-“Consciencia” eso es tener desarrollada una inteligencia pura y poseer perfección ejecutoria. El Rey lo hace por Real decreto y yo, por derecho propio sustentable. ¡No dices nada cuando vamos al cine de autor a ver el clásico del mes con ese dinero! Lo hago por ti, porque te aprecio.

Y “Consciencia” sigue como una termita enamorada por su madera:

-Aparentemente, ser prefecto té da crédito para actuar con mucho apoyo y así funciona esa sociedad. Serlo es un engaño personal superfluo. Te diré más. Dime un animal capaz de mentir con autoridad y consciencia. No hace falta ser muy hábil ni astuto para adivinarlo. Si es una cuestión de supervivencia actuará y luego discutirá. Con esa premisa todos los seres vivos están conformados así, pero la persona no. Esa tiene capacidad de alterar ese orden y en la mayoría de veces actúa por intereses propios y no colectivos. Miente para tener absolutamente más de todo, directamente o indirectamente. Asesina criterios correctos por instinto y desprecia todo aquel que es desfavorable por el placer de la discordia. Crea problemas complejos aparentes para sentirse útil en el arte de discutir y establece países limitados geográficamente a golpe de regla para retorcer su cultura; estandarizarla con reglas no aplicables y jugar con el concepto de libertad. A fecha de hoy negocia con la libertad como una mercadería sin pensar que es un derecho y no una bien o servicio. El hombre reflexiona superficialmente a los acontecimientos a que está sometido y le crea estupor ser consciente de la verdad. Se conforma a no pensar porqué es fácil vivir así, en la nube embriagadora y alumbrante del capitalismo líquido…

Hace rato que el café sin terminar se enfrió y pedí un vaso de agua para quitarme el amargor:

-“Consciencia”, siempre me sorprendes con tus argumentaciones. Si la mayoría de la sociedad no fuera como tu describes  no existirían los periódicos de actualidad, ni de deportes, ni las revistas del corazón. No habría asesinatos, ni se venderían libros de autoayuda, no escribiríamos haikus melancólicos, ... ¿Seríamos felices así?


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