Polvo, libros viejos y un coño mojado

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Aquella tarde fría y lluviosa me dirigí después de trabajar, a la pequeña librería de segunda mano de la señora Lombardo, en busca de un libro de Tom Clancy.

La librería era un lugar muy tranquilo, olía a polvo y libros viejos, lleno de estanterías y miles de libros y documentos algo desordenados. La parte de arriba era un laberinto de estanterías que acababa en un inmenso balcón que asomaba a la parte de abajo, había dos cómodos sillones donde en algunas ocasiones me quedaba a leer algún libro seducido por alguna aventura.

Cuando entré, la señora Lombardo me miró por encima de sus pequeñas gafas y sonrió.

Tenía el pelo y el traje algo mojado del camino del coche a la librería.

Mientras buscaba en la base de datos de su antiguo ordenador, mis ojos escaparon y se encontraron con unas piernas que descansaban en uno de los sillones, no podía ver a la dueña, sólo reconocí la imagen del libro que tenía en las manos: James Rollins. Me despertó curiosidad que estuviera leyendo a aquel autor.

Tenía unas piernas muy excitantes, y no veía el comienzo de la ropa. La señora Lombardo me sacó de mi fantasía con su grave voz y me indicó una de las estanterías de la parte de arriba.

Estaba excitado, subiendo las escaleras coloqué mi rabo que había crecido debajo de mis pantalones. Cuando llegué al final de las escaleras, abrí despacio la puerta de cristal, le seguía un pasillo con estanterías a los lados y al fondo el gran balcón que asomaba a la parte de abajo y las piernas descansando cómodamente en aquel sillón.

La chica debió de escuchar algún ruido y se asomó al pasillo, con una coleta medio desecha, unas gafas grandes y unos labios rojos y carnosos perfectos para comer pollas, miró asustada y en un estúpido acto reflejo, me metí en uno de los pasillos.

Escuché como se acercaba a mí y empecé a leer títulos de libros tratando de disimular.

- Hola, ¿Buscas algo?- Dijo con una voz muy sensual.

Me giré, sus enormes ojos me miraban esperando respuesta, me sonreía. Llevaba una falda corta de color gris oscuro y una camisa blanca que dibujaba la forma de sus pechos redondos y grandes.

-La señora Lombardo me ha dicho que tal vez aquí arriba podría encontrar algo interesante, yo diría que excitante… Tal vez me puedas ayudar- Dije guiñándole un ojo.

Ella se sonrojó, y comenzó a mostrarme algunos de los libros más curiosos y difíciles de encontrar que había por allí escondidos.

Yo la seguía detrás mostrando interés, su falda se movía de un lado a otro insinuante, me estaba encendiendo salvajemente imaginarme que había debajo de esa falda. Se subió a una pequeña escalera para alcanzar un libro, su culo quedó a la altura de mi cara. Mis ojos recorrieron sus piernas y acabaron debajo de su falda, tenía un pequeño tanga rojo que delataba lo húmeda que estaba.

Coloqué mis manos sujetando sus piernas un poco más abajo de su culo, uno de mis dedos se coló por su ingle. Ella intentó apartar mis manos pero demasiado tarde, mis dedos ya jugaban con su coño depilado y mojado debajo de su tanga mientras jadeaba a escasos centímetros de sus piernas.

La bajé y la coloqué contra la estantería, mis manos subieron despacio dejando ver su culo. La besé apasionadamente, apenas podíamos respirar, mientras me quitaba la corbata y la chaqueta.

- Nos va a escuchar la señora Lombardo- dijo entre gemidos.

- ¿Prefieres que pare?- dije amenazándola.

Desabroché mis pantalones y me saqué la polla, estaba durísima. Le subí una pierna y apoyé su pie en una estantería a mi espalda e hice la misma operación con la otra pierna, eché su tanga a un lado y la embestí. Su coño mojado absorbió mi verga mientras ella se agarraba a la estantería con los ojos cerrados disfrutando de cada pollazo. Algunos libros caían al suelo como mis pantalones que después de dos movimientos cayeron hasta mis pies.

Me la llevé hacia las escaleras y la puse de espaldas a mí, en un escalón más arriba abrió las piernas. Veía su cara reflejada en la puerta de cristal.

Puse mi rabo en la entrada de su culo estaba mojado de su coño, empujé despacio notando como me presionaba el capullo, ella gemía poniéndome cada vez más bruto. Empecé a moverme más rápido, metiendo más polla en su culo que cada vez se abría más. Ella se tocaba el clítoris con nerviosos movimientos y cara de zorra gozando de como la estaba abriendo el culo. Cuando le metí la polla entera, puso el culo más expuesto para que la enculara con más fuerza.

Empecé a notar como la flaqueaban las piernas y apoyó sus rodillas mientras empapaba los escalones. El olor a coño me enloqueció, le dije que me iba a correr, saqué la polla de su culo que se quedó abierto y se dio la vuelta para abrir la boca. El primer chorro cayó en sus gafas, el siguiente cayó dentro de su boca, empezó a lamer manchándome el rabo de pintalabios.

Solemos quedar alguna tarde para leer juntos en la pequeña librería…


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