POR LA NOCHE. (UN HECHO EROTICO)

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Por la noche. (Un Hecho Erótico)

Es domingo por la mañana. Son las 5:00. Demasiado temprano para levantarse. No ha parado de llover en toda la noche y fuera hace un frío polar. Desde los cristales de la ventana entra una ligera luz que ilumina débilmente la habitación, suficiente para ver tu cara y tu cuerpo oculto entre claros y oscuros, por sombras que parecen querer poseerte.

Tu respiración es caliente y constante. Tu corazón late con un ritmo relajado como si también él estuviera inmerso en el sueño. Lo siento en la cama cercano a mí.

Tus piernas rozan las mías, a veces entrelazándose.

Tu piel lisa y aterciopelada se abraza a la mía, transmitiéndome el calor y el olor de tu cuerpo.

Los pelos enmarañados y esparcidos sobre la almohada te cubren parte de la cara. Siento la pesadez de tu cuerpo cercano a mi respiración. El olor natural y salvaje de tu piel acalorada, y quizá algo sudada, despierta mis instintos sexuales. Observo tus senos, grandes y redondos, cubiertos por la fina sábana de lino blanco.

Me gusta mirarte cuando duermes, observar en secreto tu cuerpo de mujer. Pareces una niña dormida, débil y frágil, dulce e indefensa, sin ninguna protección.

Pero no estás sola, yo estoy aquí, a tu lado, para protegerte, defenderte, amarte.

Ayer por la tarde volvimos a horas distintas y ni siquiera nos vimos. No pudimos ni darnos el beso de buenas noches. Cuando llegué a casa, ya estabas inmersa en un sueño profundo.

 

Me vuelvo hacia ti y te miro. Tu cara está relajada, rendida ante la vida. No pareces tú sin aquella expresión preocupada, síntoma de pensamientos que te sobrepasan. Pensamientos que tienes que afrontar y superar cada día para seguir adelante. Pero tú, sin nunca perder esa dulzura y feminidad que te caracteriza, eres capaz siempre de ir más allá.

Estás tendida en la cama con un brazo sobre la cabeza apoyada en el cojín y la otra mano, sobre la barriga. Me acerco a ti y te doy un suave beso en la mejilla, mojando mis labios con el sabor de tu piel.

Tienes un olor que me turba.

Comienzo lentamente a tocarte los labios, y la sensación que tengo despierta mi deseo.

Tu cuerpo, aunque rendido a la oscuridad de la noche, continúa siendo provocativo.

Me meto bajo las sábanas, como me sumerjo en la profundidad de un océano, y desaparezco.

El aire allí debajo es más caliente y el olor de tu piel un poco sudada es más fuerte, más natural, más animal. Deslizo lentamente la punta de mis dedos sobre tu cuerpo. Te toco por todos lados, pero lo hago tan ligeramente que no sé si lo notas. No quiero despertarte.

Apoyo los dedos en el tanga, siguiendo la línea, y siento la carnosidad de tu sexo. Noto sus pálpitos, sus grietas.

Aquella leve protuberancia me excita.

Subo lentamente y busco tu pecho, que entra dentro de mi mano sudada como dentro de una copa de champán.

Comienzo a acariciarlo con un movimiento lento y circular, rozando con los dedos los pezones grandes y negros.

Lo hago despacio, con un miedo tremendo, no quiero despertarte. Necesito darte un placer distinto.

Me excita, con la complicidad de la noche, acariciarte y besarte en la oscuridad, mientras duermes, inconsciente de lo que sucede. Abuso dulcemente de tu cuerpo como un ladrón roba escondido un helado a un niño.

 

Debido a no poder escribir todo el relato por falta de espacio, podrás seguir leyéndolo en mi blog.

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