Fronteras cerradas.

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Susurros al oído de gritos en silencio. Tripas llenas de limacos que con su moco lo pudren todo. Casas sin tejado. Hielo en la noche. ¡Si pudiera tener un segundo de silencio!

Mi lengua se diseca con la necesidad de salivarla. Fronteras cerradas, libertad desconocida. Un rico torturador, nos ha cortado las alas con las que poder pasar al otro lado.

Estamos solos, somos muchos, estamos solos, perdidos en el infinito. Solo oigo gritos, ahogados en la desesperación. Todos somos uno, todos vamos a una.

La esperanza sigue en mis pulmones, no desistiré. Mis tres hijas pequeñas no me lo permitirán. Ellas son el futuro, lucharan por la libertad.

Mi mujer se queda atrás, dejó de respirar. Cojo mis tripas, me las trago y seguimos escondidos en la inmensidad.

Todos lo saben, nadie hace nada. En un plasma gigante, nuestra tragedia plasman, nadie hace nada. Siguen comiendo como si no habría un mañana.

La esperanza sigue en mis pulmones, no desistiré. Mi pueblo no me lo permitirá. Ellos son el futuro, lucharemos por la libertad.

Romperemos fronteras, plantaremos esperanza, encontraremos la libertad que a nuestro pueblo despojaron. Construiremos unas casas, donde sobre voluntad. No nos amenguareis.

Nunca dejaremos de soñar. Un pueblo sin sueños, es una vida sin color, como una flor sin olor o una paella sin arroz.

Nunca dejaremos de vivir, en nuestros cuerpos o en nuestras almas, aquí o allí. Sin miedo a morir, matareis nuestros cuerpos, pero jamas nuestras ganas de volar.


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