Sara, la madurita cachonda

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Llego a mi apartamento y escucho unos gemidos provenientes de mi habitación, pienso en que solo dos personas tienen llaves de mi piso, mi hermano y mi amante (la del turno) me dirijo a la habitación y me encuentro a Sara, totalmente desnuda masturbándose sobre mi cama gimoteando, tiene un efecto inmediato en mí y siento como mi pene comienza a crecer.

-Te esperaba. - Dice gimiendo. La miro desde el umbral disfrutando del espectáculo, la veo gozar tanto, me gusta.

- Ansiosa por lo que veo. - Contesto, y ella sonríe.

-Necesitaba que me comieras el coñito. - Eso es una orden y enseguida me acerco a la cama y la halo llevándola al final, sus piernas bien separadas y mi cabeza en medio...

Me encanta lo mojada que esta, chupo su clítoris e incluso intento meter mi lengua en su huequito, sigo lamiendo aquel rojo y palpitante botoncito, ella gime y grita mi nombre.

-Déjate ir. - Le digo y no pasa mucho para que lo haga, saboreo sus fluidos, son deliciosos.

Si algo me encantaba de Sara eran sus enormes tetas, con unos pezones rosados fabulosos, siempre me dejaba jugar con ellas y esa noche también lo haría, me subo sobre ella apoyando mis manos al colchón, mi cara queda a la altura de sus tetazas y comienzo a chuparlas mientras ella gime, muerdo sus pezones, los halo y ella no hace más que pedir que siga, mi lengua se deleita con esos enormes y deliciosos senos y ella se corre nuevamente.

-No me gusta dejarte así papi. - Me dice exhausta. Me pongo de pie y ella se arrodilla ante mí, mi verga parece estallar bajo el pantalón, ella se deshace de él liberando aquella bestial erección y enseguida hace desaparecer mi falo dentro de su boca.

Sara es una mujer algunos años mayor que yo y tenía alguna experiencia extra ante mis otras amantes, así que sabía usar muy bien esa boca, sus mamadas son fenomenales y no necesito tomarle del pelo porque su ritmo me encanta, acelera en el momento justo y me corro en su boca, ella toma toda mi leche sin dejar escapar ni una gota, me besa y me dice:

-Ahora quiero que me folles papi.

Llevando su mano a mi verga, le da algunas caricias y se endurece, se coloca en cuatro en la cama y me dice.

-Por el coñito. - Mi verga entra y se siente bien, un poco estrecha ya que hace ejercicios para los músculos vaginales, es estar como una virgen pero con mucha experiencia, comienzo a embestirla y ella grita, es una mujer bien dotada con un culazo de muerte, me tomo de él dejando mis manos marcadas, me encanta pellizcarlo, la sigo embistiendo pero ahora más rápido y nos vamos juntos. Estoy un momento de pie parado aun dentro de ella pero me repongo y me voy a duchar, cuando salgo ya no está.

De las mujeres con que he estado ella ha sido una de mis favoritas, es caliente, esta buenísima, no se arma rollos y no me exige mucho.


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