Dime que sí

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Había querido que esto sucediera tantas veces que no me lo podía creer... después de tantas conversaciones medio en broma, medio en serio...estaba allí.  Tenemos una relación especial, peculiar diría yo... es tan fácil hablar con ella que te sientes flotando y luego es tan cerrada para otras cosas que la matarías...pero siempre tienes ganas de hacerla tuya.

María llegó a mi vida en un mal momento personal y poco a poco me fue alegrando las noches, las siestas y el día a día. Su curiosidad por el sexo y su facilidad para hablar de él, sus ganas de experimentar cosas nuevas y su miedo a la vez hacen que me sienta loco, ido, con ganas de ser yo el elegido para sus experiencias... por eso le contaba todo lo que yo quería hacerle, con la esperanza de que quisiera hacerlo real. Me ahogaba la idea de pensar que cualquier otro pudiera hacerla suya de cualquier manera, sin que yo pudiera protegerla y disfrutarla.

El día de su cumpleaños le envié un mensaje : " Te voy a regalar un sueño, tu sueño. Sólo tienes que decir que sí". Le envié un conjunto de ropa interior blanco y la dirección de un hotel. Estaba aterrado por si no aparecía, por todas las consecuencias para nuestra amistad, la perdería del todo...pero tenerla así tampoco me servía ya, así que me la jugué. Cuando cruzó la puerta del restaurante del hotel se me paró el corazón. Estaba diferente, se había quitado ese velo invisible que le paraba a hacer todo lo que deseaba y estaba más seductora que nunca... más mujer.

Ni me lo pensé, la recibí con un beso violento y abrasador que me empalmó al instante, ya había esperado bastante. La cogí de la mano, nos sentamos en la barra del bar y pedimos una copa. A través del escote de su blusa pude ver que se había puesto el conjunto que le había mandado, encaje blanco, perfecta. Hablamos de cosas sin importancia mientras ambos nos comíamos con la mirada y pensábamos en todo lo que estaba por llegar. Cuando llegó Luis y se unió a nosotros en la barra, María me miró desconcertada... Luis era amigo mío desde siempre y había coincidido con ella un par de veces tomando algo. Se habían caído bien al instante y María se mostraba muy abierta con él, así que era la compañía ideal.

Comprendió al instante que su regalo iba más allá de cumplir sus fantasías sexuales conmigo, yo quería regalarle un instante único, que se sintiera adorada, llena, completa... no sólo por una persona si no por dos.  Sonrió e hizo chocar su copa con la mía... Prueba superada. El alcohol enseguida hizo efecto en los tres y decidimos subir a la habitación. Allí cogí a María por la cintura y la apoyé contra la pared para que notara la dureza de mi polla, ella me cogió por el cuello y me besó de una forma que hizo que se me estremeciera todo mi cuerpo, estaba completamente ida... metí la mano en su pantalón y directamente abordé su sexo, empapado y palpitante recibió mis caricias ansioso de más.

Luis estaba mirando la escena y se acercó a la pared donde tenía prisionera a María y comenzó a quitarle la camisa, la desnudó completamente de cintura para arriba y empezó a lamerle los pezones. Ella suspiraba y cerraba los ojos dejándose llevar mientras yo le bajaba los pantalones y las bragas, su sexo quedó justo delante de mis ojos, me llegaba el olor de su cuerpo que se metió en mí, no podía quitarle los ojos de encima. Me acerqué despacio y acaricié sus pliegues con mi lengua, recorriendo uno a uno todos sus recovecos y recibiendo cada una de sus sacudidas. Agarró mi cabeza y de forma salvaje la hundió en ella... yo respondí con más presión y con mordiscos en su clítoris. Ella contestó con gritos y golpeando la pared con su espalda... yo cogiéndola por el culo y acercándola a mí... Luis la seguía besando y acariciando y cada vez se le entrecortaba más a respiración debido a que Maria estaba masturbándolo con una pericia que me dejó asombrado.

Ella se agachó hasta quedar de rodillas frente a mí y dejó de masturbar a Luis que estaba de pie observándonos a ambos, para chuparle la polla con delicadeza... María quería que yo viese todo eso, le hacía a Luis todo lo que yo quería sentir en mis carnes mientras a mí ni me tocaba... sabía como sacarme de mis casillas. Puse todo mi empeño en arrancarle cada gemido que salía de su garganta, mientras ella se deshacía en caricias y lametones con la hinchada polla de Luis. Decidí pasar a un terreno más cómodo y los tres nos fuimos a la cama.

Atamos a María boca arriba y la cubrimos de caricias, el olor de mi saliva cada vez que se mezclaba con su flujo me conectaba con mis más salvajes instintos y sólo quería que follarla. Pero María se merecía que la adoraran... y en eso me centré. De pronto llamó con los ojos a Luis que se puso encima de ella a horcajadas y ella comenzó a dirigir su boca hacia su pene de nuevo, ella dejó de moverse y era él quien se movía dentro y fuera de su boca, como si estuviera dentro de su coño, me estaba volviendo loco...¿¿porqué hacía eso?? Comencé de nuevo a lamerle el clítoris y cuando volvió a encenderse su cuerpo... la penetré. Tan fuerte como pude, tan profundo como me fue posible, quería que notase mi rabia.

Luis estaba a punto de correrse y sacó su pene de la boca de María y ella le pidió que la desatase, con las manos libres cogió a Luis y lo besó, él se tumbó a su lado y ella lo masturbó hasta que se corrió. Yo estaba dentro de María disfrutando de su calidez, de su calor, de su cuerpo... pero no disfrutaba de ella. María ni me miraba, cerraba los ojos y gemía y sabía que disfrutaba... pero disfrutaba del sexo en sí...no de mí. Hice lo posible por hacerla gozar, alargué cuanto pude cada embestida, saboreando cada centímetro, cada segundo... controlándome para no dejarme ir...María me sacó de su interior y se colocó encima de Luis, montándolo con fuerza y llegando al orgasmo más salvaje que yo había visto jamás. Dándome la espalda me privó de verla, de su cara, de sus jadeos... su fantasía no era la mía desde luego.

Cuando acabó se metió en el baño y comenzó a ducharse, yo estaba descolocado y fui tras de ella.

-¿Estás bien?

-Sí, se ha hecho tarde y tengo que irme. Me ha encantado, gracias por hacerlo realidad- se comenzó a vestir y se fue.

Tardé dos semanas en saber de ella, casualmente era navidad y recibí una tarjeta, reconocí su letra y supuse que con aquella noche de sexo todo había cambiado y terminado, y sólo me quedaba eso, una felicitación de Navidad. 

"Todavía tengo un sueño por cumplir, ya he disfrutado del sexo, ahora quiero disfrutar de tí...todos los días. Dime que sí"

 

 


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