HAY DOS DÍAS EN LA VIDA PARA LOS QUE NO NACÍ

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Les intentare contar brevemente la historia que me obligó a relatar esta historia donde me desahogo y escribo para un único y exigente lector, yo.

Mi vida el día 15 de septiembre era perfecta, había conseguido enamorar a la chica que me volvía loco desde hace meses, había conseguido entrar en la carrera que me apasionaba y todo a mi alrededor era perfecto. Pero ese día fue un punto de inflexión en mi vida, toque techo, pude tocar el polvo de nubes con la llema de los dedos, para luego empezar a caer en picado como un pato herido de bala.

Y os preguntareis:

-¿Que ocurrio ese día?

Pues la respuesta es simple, caí enfermo. Ese día me infecte del virus mas doloroso que es capaz de entrar por las venas de un ser humano, ese día me enamore. Irónicamente, yo no lo supe hasta mucho tiempo después, hasta que me di cuenta de que los besos que me daban no sabían a sus labios de melocotón.

“El primero de esos días fue cuando te conocí”

Quise mentirme, intente mantener el bonito decorado de cartón que era mi relación sentimental de entonces… Pero el problema de esos decorados, es que al llover desaparecen. Mirándolo en retrospectiva, fue mejor. Deje de hacer sufrir a una mujer que solo lloraba por mis huesos, para sufrir por una que no valoraba mis lágrimas.

El tiempo pasaba y su risa cada vez nublaba mas mi vista, entre en su campo de distorsión de la realidad. Sus actos me demostraron una y otra vez, que ese amor no era mutuo, pero dentro de ese campo de distorsión no se veía la vida, solo se veía el brillo de sus ojos.

Hasta que meses después, un día cualquiera mi corazón implosionó, al ver con mis ojos como esos labios con los que tanto habia soñado estaban junto a los de un cualquiera en la pista de baile. En ese momento se acabo el oxigeno en el mundo, se rompió el campo de distorsión de la realidad, en ese momento, me di cuenta que llevaba semanas cazando mariposas en los túneles del Metro de Madrid, me desperté de un sueño de enamorados en el que solo yo estaba durmiendo.

No me preguntéis ni como ni porque… Pero ese año amaneció con este Romeo de pacotilla y su Julieta de discoteca viendo pasar la vida y reflexionando a donde mandar sus corazones. Hasta que cometí el mejor error de mi vida, cometí el error de enterrarme en sus labios, cometí el error de decirle “te amo” con un beso, cometí el error de disfrutar de un instante que robe al mismísimo Lucifer.

No me dio tiempo a comprobar si estaba soñando, cuando ella salió corriendo como alma que lleva el diablo a hablar con viejos fantasmas sobre besos no permitidos. Conversación que me escupió fuera de la cama que era ese amor, me revelo el camino que nunca debería coger.

Esa noche me desmaye en los brazos del olvido, por primera vez desde hace mucho tiempo era libre del lazo de su recuerdo, era capaz de sonreir por temas ajenos a su piel. En mi cabeza todo volvía a la normalidad, mi corazón quiso una historia de amor, y la valentía se la concedió, el amor de una noche, el recuerdo de unos besos, la añoranza de una despedida. Tal como vino, se fue.

Una vez que ya había volado con un ángel de la mano, intente olvidar el tacto de las nubes que eran sus abrazos, intente olvidar la brisa que era su mirada, pero todo fue en vano. Acabe cayendo de nuevo en la tentación de su boca… Pero esta vez fue diferente. Nos besamos como dos enamorados que habían olvidado lo que era el tiempo, ese día las olas se pararon, las gotas de lluvia se quedaron colgadas de las nubes, el mundo dejo de girar. En ese momento me di cuenta de que llevaba muchos soles enamorado de sus huesos, todo llego de golpe, todo ello me asusto. Pocos momentos en mi vida he sido más feliz que aquel tonto 2 de enero.

Volví a casa jugando con los adoquines del suelo, imaginando los sábados de película arropado por sus brazos, los sueños que viviríamos juntos, los besos que me esperaban a la vuelta de la esquina, soñé una vida a su lado.

Pero cuando ya salía el sol, cuando disfrutaba de la felicidad del calor del fin de la tempestad, en ese momento, me di cuenta que solo estaba en el ojo del huracán de mi desgracia… Ella no se atrevió a compartir su vida conmigo.

“El segundo de esos días fue justo el que te perdí ”


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