Te doy mi semen

Carlos había ido a un centro de inseminación artificial a donar semen. Era la primera vez que lo hacía pero había estado allí mil veces acompañando a su hermano, que era un gran donador y otras veces a uno de sus mejores amigos, Christian, que era médico y trabajaba allí desde hacía 9 meses. Carlos no era muy partidario de tener un hijo y no saber ni quién es él ni su madre pero aceptó, así que allí se encontraba esperando su turno. 

-Carlos Gracia, acérquese, por favor, ya está listo-dijo la joven y atractiva enfermera que anteriormente había nombrado a los demás hombres. 

Habían entrado ya en la sala detrás de la pequeña puerta azul y blanca. La enfermera le indicó que si no salía sólo tenía revistas y una tele a su disposición. Carlos enrojeció y le dijo que no podía, eso no funcionaba con él.

-¿Entonces qué piensas hacer? ¿Para qué has venido? ¿Cómo has hecho las pruebas?-preguntó incómoda la señorita.

-A mí... A mí me va más la acción-dijo de nuevo sonrojado.

La enfermera rió a carcajadas tomándolo por una broma. Carlos se levantó molesto y avergonzado y se dispuso a irse pero la enfermera lo detuvo. El roce de sus manos provocó en él una extraña sensación y al girarse para volver observó que la enferma se había desabrochado dos botones del escote del ajustado uniforme, haciendo que pareciese una actriz porno. Sus pechos estaban deseando salir y Carlos agarró la tela y la separó, rompiéndola y dejando a la enfermera sólo con un adorable tanguita rosa. Ella empezó a tocarse y a gemir delante de él, metiendo y sacando sus finos dedos e incitándole a que los lamiera. Cuando él iba a acercarse para tocarla, una especie de campana sonó. Abrió los ojos y se vio en el suelo, al lado de la cama y con una tremenda erección. Hoy tenía que ir a donar su semen y se veía preparado.