EL COLUMPIO-3

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Os presento a Pedro, nuevo miembro de la “Pasión por la lectura” del que ya formamos nosotros parte, te damos la bienvenida, soy la administradora de la página. Gracias por unirte a ella y agradezco de verdad que hayas venido. Como podrás comprobar la inmensa mayoría se limita a poner sus comentarios y a dejar alguna publicación sobre lo que han leído. Aunque seamos sinceros, dijo haciendo caer su mirada a todos los que nos encontrábamos allí, si todos los “me gusta” tuvieran que venir a las reuniones, necesitaríamos el Santiago Bernabéu por lo menos.

Así que gracias a las reuniones literarias, pasé de ver a Cristina todos los meses a verla todas las semanas, a entablar con ella una camaradería (aunque solo fuera a fuerza de libros) que no tenía cuando la conocí. Tengo que decir que gracias a esa faceta me enamoré aún más si cabe de ella, Cristina era toda pasión hablando de libros, le fascinaban y daba gusto oírla hablar.

Un miércoles me armé de valor, aun no se que fuerzas de la naturaleza me hicieron reaccionar de esa forma y le pedí a Cristina si por favor me podía acompañar, que quería enseñarle algo. No se como hubiera reaccionado ante una negativa, pero aceptó. Así que al terminar la reunión la llevé al parque, le presenté mi columpio y le conté lo que significaba para mí.

Me senté en él, mientras ella me observaba de pie, sonriendo. El día tocaba a su fin y el sol poco a poco empezaba a esconderse.  Cristina no decía nada, solo escuchaba mis palabras que salían a borbotones, y eso que era parco en palabras. Otra cosa por la que de buen seguro me serviría para decir que todo había sido gracias al columpio que me había dado las fuerzas necesarias y, quien sabe, a lo mejor…la vida es como un columpio al que nosotros le damos fuerza para empujarla más arriba o frenarla hasta llegar al suelo.

De repente, Cristina se sentó a mi lado en el otro columpio. Me miró y me dijo que, según su opinión, las cosas importantes de cada uno solo se comparten con las personas a las que consideramos importantes.

No supe que decir, no era muy expresivo, pero por descontado tenía razón. El columpio era importante y tenía que compartirlo con ella. Para mi era una forma como cualquier otra de declaración de amor.

Estuvimos no se cuanto tiempo callados, la verdad es que perdí la noción del tiempo, cuando de repente la mano de Cristina se acercaba peligrosamente a la mía. La agarre´, me agarró, nos agarramos y…supe a ciencia cierta que la luna que nos miraba desde el cielo empezaba a leer nuestro propio libro, nuestra propia historia, nuestra propia vida…

FIN

 


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