EN SU PAPEL-PARTE 25

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Y, después de las respectivas despedidas marcharon todos a seguir con sus respectivas vidas. Samuel en la soledad de su hogar se preguntaba cual era la verdadera vida de Amelia habituada a ponerse un hábito diferente a diario. Imaginó que para ella tampoco debía ser fácil y lo intentó. Pero no podía, no lo conseguía, no lograba ponerse en su papel.

Una semana después Amelia y Samuel aparentaban normalidad en sus respectivos círculos laborales y personales. Amelia seguía visitando empresas ayudando en sus entrevistas de trabajo a conseguir el perfil más idóneo para ellas mientras Samuel que al final se lo pensó mejor había comenzado a trabajar en la cafetería de los juzgados. A nivel personal no habían vuelto a cruzar sus caminos.

Amelia se hallaba en la soledad de una solitaria sala esperando que la última persona entrevistada saliera a fin de hacer ella acto de presencia. Hoy era el turno de una entidad bancaria por lo que para la ocasión se había vestido con una falda pincel color burdeos y un jersey de cuello alto rosa fucsia adecentado con un fular estampado en esos dos tonos. Ni pelucas ni nada, a partir de ahora sería ella: sería Amelia La Torre. En la asesoría no lo habían visto con buenos ojos pero esa era su determinación y la respetaron. Cuando su superior se puso farruco le amenazó con marcharse citándole oferta que tenía muy suculenta. Mentira todo, claro está, pero funcionó. En ese momento se acordó de Samuel ¿qué estaría haciendo? Miró el reloj y se lo imaginó preparando desayunos a jueces, fiscales, abogados, procuradores, gestores, tramitadores, auxiliares y demás personal laboral del palacio de justicia así como a otros sujetos que se dignaban a aparecer por allí. La verdad es que en el bar del juzgado era justo decir que se comía con justicia. Media hora después salió del inmueble de los dineros y se encaminó a la asesoría para hacer el informe para evitar volver a la tarde puesto que no tenía más entrevistas hasta mañana. Allí la esperaba Maite con cara de ganas de preguntar, era una lástima teniendo en cuenta que ella llevaba la de ganas de no responder.

Hoy estaba siendo un día bastante movido en el juzgado por lo que Samuel se encontraba prácticamente sin tiempo para aburrirse. Ni para aburrirse ni para pensar, cosa que agradecía sobremanera. Todos los juzgados habían tenido vistas, así que clientes y representantes antes de entrar en sala procuraban llenar bien el estómago. Se asomó un momento para cotillear como estaba de repleto el comedor y le pareció vislumbrar a Raquel. Sí, en efecto, era ella. Le acompañaba un hombre de una altura bastante considerable si se tienen en cuenta los cánones. Por lo que parecía, la conversación tenía un cariz muy interesante.

Sabes que no puedo hacer eso Raquel, va contra la ley. Además, para qué, con todo lo que hay a esto se le va a dar carpetazo pronto. Si todos los casos fueran así… Madre mía, menos mal entonces que no lo son, porque la estáis cagando pero bien. Así que te ofrezco mi mano si tú quieres. Solo tienes que procurarme una copia del expediente para poder estudiarlo con tranquilidad. Haré como que no he oído nada de lo que me has pedido. Por cierto, ¿qué te trae hoy por aquí? No me cambies de tema. No era eso, era una pregunta. Nada de trascendencia, recoger una copia de una sentencia para trámites administrativos. Y a ti, ¿cómo se te presenta el día? Tranquilo también, un par o tres vistas de delitos leves y una audiencia previa relacionada con un procedimiento de derecho al honor. Bueno, lo último pinta interesante. ¿Algún medio conocido? Aquí todos lo son Raquel, pero si te refieres es si es un medio a nivel nacional no. Siento defraudarte. Y ahora debo marcharme, Palacios no espera, un placer como siempre. Acuérdate de lo mío por favor. Serás… ¿pero cómo hemos quedado tú y yo? Yo no he quedado en nada señor fiscal. Vamos, no me mires así, quiero saber. Necesito saber. ¿Saber qué? Ah, ya. Que Adrián fue víctima de un asesinato y que el culpable está ya entre rejas a la espera del juicio: colorín colorado. No lo tengo tan claro, no lo tengo nada claro. Mira, si no quieres ayudarme me procuraré otros medios, ¿lo sabes verdad? Me han hablado de ti, sí. De igual modo que deduzco te han hablado de mi persona. Soy consciente que pensáis que siendo primerizo este caso me viene grande. Yo no he dicho eso. Pero lo piensas. Uf, lo siento, ahora sí que me voy que sino Palacios…Un consejo, pese a ser novato, déjalo Raquel. Ni lo sueñes-se dijo Raquel a sí misma una vez se hubo marchado su contertulio. También se dijo que qué suerte que el caso no le había sido turnado a Palacios, nunca le había hecho gracia ese hombre. Casualidad o no, los cuatro únicos casos que había perdido eran por su causa. Ramírez no era santo de su devoción, pero pese a sus antipatías hacia él, era un hombre justo que impartía justicia con justicia. De repente tomó una decisión y una vez abonada su consumición se encaminó al juzgado de instrucción que llevaba el asunto para conseguir información.

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