Para los 3 en una cama. Historia real.

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Para los 3 en una cama. Historia real.

2016…abril, noche cálida. Viernes. Capital Federal.

Ella, Karen y yo Axel. Como ya dije somos un matrimonio constituido y curioso en la cuestiones del sexo, en el amor tradicionales.

Durante la preparación del algún trago, Gancia batido, vuelve a nosotros una repitente charla. Invitar a alguna persona a ingresar a nuestro círculo íntimo, privado y desnudo. Idealizamos la primera experiencia y volcamos toda nuestra intención a una mujer que ya estuviera dentro de nuestro círculo de amistades e imaginamos lo que a continuación sucedió.

Karen tiene 40 años yo apenas uno más y Romina de 36 recién cumplidos. Karen mide 1.70 mts de piernas largas y tobillos finos, pelo enrulado y ojos color café que no temen en demostrar sus deseos a Romina.

Romina, de elegante figura, falda apenas por encima de la rodilla, camisa blanca abrochada desde el tercer botón – en su pecho un largo dije sostenido por una fina cadena de plata se pierde entre sus pechos y la camisa-  calzada con botas cortas e inteligente tatuaje a media altura de la pantorrilla desata una marea de ahogos de ideas indecentes. Su pelo lacio renegrido roza sus codos.

Yo vestía mi camisa preferida, esa color azul noche pleno intenso por fuera del jean, mi perfume…el que más le gusta a Karen, y en coincidencia a Romina también.

Los 3 sentados en el sillón, Romina, intuía que algo tramábamos mi esposa y yo, y para nuestra sorpresa transita con gran estilo el detalle, que nos deja expectantes, de la salida del día anterior. Nosotros llevamos el tema hacia donde se aloja nuestra intención, con respeto y tacto, como si describiésemos el nacimiento de una flor en plena primavera… era obvio, a esta altura de la madrugada, lo que nos proponíamos. Romina acude con una sonrisa socarrona, se sonroja, se restriega los ojos, traga un sorbo del trago y le lanza una mirada a Karen que se la devuelve y luego me mira como si un volcán quisiera pedir permiso para erupcionar. Yo asiento con cerrar y abrir de ojos. Romina fondea su trago y yo apresurado me levanto para dejarlas a solas unos minutos, los necesarios para volver y encontrarme a mi hermosa esposa cuchicheando y sonriendo complaciente mientras acaricia y entrelaza las manos de Romina, se habían conspirado en mi contra, ahora me encontraba solo, ellas no se preocupaban por mi solitaria situación.

Me acomodan con militar directiva en una esquina del sillón, y si logro contenerme prometen darme un show del que luego puedo ser co-protagonista.

Manteniendo sus ojos en los míos comienzan a bailar con un tema de fondo que no recuerdo, insinuaciones, posturas, vueltas, roces, ya entre sus miradas era inevitable la llegada de un acuerdo al primer beso, un simple apoyar de sus labios que duro 10 segundos, Romina la toma por la nuca, Karen por la cintura, juntan sus vientres, Romina se da vuelta, su espalda ajustada a los pechos de mi esposa, provocando que sus pechos salten hacia el frente y ayudada por mi esposa se desploma el 4 botón de la camisa, mientras la música de fondo promete no terminar nunca, e inclinada hacia adelante la cadena de plata aparece como también empieza a aparecer su rosado sutien de seda impecable provocando ese surco que va desde el cuello hasta donde sabe quién. Deslizando su falda por la cola muestra sin tapujos ese fino hilo de su ropa interior que se curva a la altura de la cadera para luego volver a descender por detrás. Mi esposa responde anudando y desanudando, una y otra vez, su remera roja ensenándole el aro que cuelga de su ombligo que va a ser mordido, obviamente, por, ahora, su compañera de baile. Ambas procuran  dejar al unísono sus torsos al desnudo y con complicidad, mientras se acercan, coinciden en estrechar sus pechos mientras sus pezones se hacen notar.

Acercándose a mi lentamente, Romina, pide permiso con un simple gesto para accionar sobre mí y mi esposa le permite. Se arrodilla a mi costado derecho, yo podía notar su radiante temperatura corporal y la tibia humedad que emana de su cuello tenido con ese perfume importado. Ya sus manos en el cuello de mi camisa piden libertad para quitar de a uno los botones que la cierran, cinco botones y la camisa ahora era vestida por ella, se la arremanga y abierta al frente el espectáculo prometía ser único. Lentamente se quita la falda negra y tan solo 10 segundos pude verla en desnudo vistiendo las botas negras de media cana, su falda ahora actúa sobre mis ojos, no me permite ver, me permite solo seguir oliendo ese excitante perfume importado en su falda.

Me relatan lo que va sucediendo entre ellas, qué se quitan, qué se dicen, qué se tocan, aprietan muerden y besan. Al instante una de ellas se roza de pecho en mis piernas, creo, las 4 manos se confabulan para desabrocharme el cinturón y dejarme casi desnudo, solo vestía mi bóxer y la falda que aún tapa mis ojos, no pude ver, pero tampoco quise hacerlo, la idea de imaginar me tenía atrapado y endulzado. Sus cuerpos calientes se mezclan en mis atisbos por descubrir quién era y así comenzó otro juego. Si adivinaba quien era la que me tocaba, podía utilizar un dedo para acariciarlas hasta llegar a completar las dos manos, ruego por volver a sufrir esa inquietante taquicardia hasta que por fin logré ganar y se me dio permiso para quitarme la minifalda de los ojos. La imagen era descomunal, como un puñetazo desde adentro late mi corazón, las dos ya estaban desnudas y me invitan a compartir la acción. Tocar, acariciar, apretar..meter y sacar. Dar y recibir sexo. Primero uno con uno, luego uno con dos, luego dos con uno y para terminar los 3 para los 3 en una cama. Todo fue gloria, respeto y desatada pasión.

Ya casi de día, Romina se despide con inteligente mensaje, esto es el comienzo, dijo, y se marchó prometiendo que en mayo, a mediados, nos volveríamos a encontrar.

Esta es la historia de nuestra experiencia, y se las queríamos relatar. Esperamos con ansiedad contarles en Junio lo que en Mayo nos fue propuesto.


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