La mano amenazante

Contaba un señor mayor; que en las zonas rurales antes de la Guerra Civil Española, los mozos cuando salían de noche para visitar a las mozas de otros pueblos o aldeas; legal o ilegalmente, muchos de ellos llevaban una pistola, para poder defenderse de los lobos, o de algún ladrón que pudiera aparecer por los caminos de monte.

Siguió relatando; que cuando él era un adolescente en una fiesta había conocido a una chica de otro pueblo, a la que una noche había quedado en ir a visitar. Aunque para ello tenía que cruzar un camino de monte y como nunca había salido solo de noche, tenía miedo a lo que le pudiera pasar. Pero como no encontró a nadie que le acompañara; cogió una pistola que había en casa y hacía la casa de la chica salió.

Después de estar con la chica y al regresar hacía su casa en aquella noche de luna, vio a una figura humana en un recodo del camino, que de vez en cuando le decía con la mano que se le acercara. Aquello le puso muy nervioso y comenzó a preguntarle quien era y que quería; pero nadie contestaba y la mano volvía a señalarle que se acercara. Para él no había duda, pues cuanto más se fijaba en aquella figura, más se le parecía a una persona llamándole que fuera con la mano y como no obtenía respuesta a sus requerimientos: sacó la pistola y le pegó dos tiros.

Sin embargo, aquella figura no se derrumbó y seguía llamándole de vez en cuando con la dichosa mano. Por lo que, aunque con miedo, se fue acercando hasta que estuvo lo suficientemente cerca, para darse cuenta de que lo que parecía una persona, solo era la tenue sombra que la luna hacía proyectar a un arbusto y la mano era una rama de este, que al moverla suavemente el viento, parecía que le llamaba a él para que fuera.

El hombre al contarlo a los demás, se reía de aquella anécdota tonta que le había pasado en su casi niñez. Pero juraba que fue tal como lo contaba.