Un Ángel Huyendo del Infierno V

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La preciosa muchacha dio un hondo suspiro, pues se le hacía difícil contar los hechos, pero continuó,  evidentemente haciendo un esfuerzo.

–Desperté atada a una silla y vi que mis dos amigas también lo estaban, incluso las habían amordazado. Cuando me vieron no pudieron contener su llanto y, al verlas tan afligidas, lloré con ellas. Comencé a gritar pidiendo auxilio, pero entró un hombre de aspecto de bandido, me golpeó la cara  y con brutalidad me amordazó también.

–No sacan nada con chillar, preciosas, pues estamos en un lugar abandonado lejos de cualquier habitante de la capital.

“Tenía un acento extranjero que no pude identificar. Se me ocurrió que era de origen árabe por su rostro.

“ Examiné el lugar, me di cuenta que parecía una vieja bodega abandonada: sus ventanas estaban unos cuatro metros del piso y la puerta era de fierro. Había un olor a encierro muy desagradable y apenas lograba escuchar a lo lejos los vehículos que transitaban. Comprendí que nadie escucharía nuestros pedidos de socorro.

“Le supliqué al rufián que nos permitiera ir al baño.  Llamó a una mujer, también con cara de pocos amigos, nos llevó de una  sola, a empujones. De regreso nos volvieron a atar y al poco rato entraron varios individuos que nos examinaron, nos obligaron a ponernos de pie y a desnudarnos.

“Sentíamos tanta vergüenza que no los mirábamos, hablaban un idioma extraño y nos examinaron una tras otra en una camilla … nuestros genitales y la mujer nos entregó un vestido delgado que fue lo único que nos permitieron usar.  El que parecía tener autoridad sobre los otros extranjeros amenazó con su mano a nuestro cancerbero, después de pasarse un dedo por el cuello; el hombre que hablaba en castellano se inclinó obediente con cara de temor. Ella fue a buscar bebidas gaseosas y  emparedados.

“Nuevamente, después de comer, vi que mis compañeras de infortunio comenzaron a perder el equilibrio, ante la mirada expectante  de nuestros guardianes. Comprendí que debía hacer lo mismo  que ellas y me dejé caer al suelo, aunque no sentía ni mareos siquiera.

“Con disimulo los espiaba desde el suelo, hasta que la horrible pareja salieron por la puerta. Me levanté y quise despertar a mis compañeras; deduje que nos habían drogado, por lo que de inmediato fui al hediondo baño del lugar y vomité lo que había ingerido.

“Por descuido y seguramente por creer que todas estábamos inconscientes, nuestros guardianes dejaron la puerta junta.  Salí sola, al no poder despertar a mis amigas, y comencé a vagar en dirección del ruido que producían los vehículos, pero comencé a sentir mareos y pronto perdí el conocimiento … sólo recuerdo haber despertado ante el médico.”

Los policías y el médico quedaron asombrados ante el relato. La policía dio comienzo a un rápido plan que involucró desde aeropuertos hasta los barcos surtos en la bahía del puerto próximo.

La chica fue entregada a sus padres, pero los tres debieron quedarse en el Cuartel policial como medida de precaución, mientras los sabuesos se movilizaban rápidamente.

Finalizará.


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