La maestra de literatura, dos alumnos y un juguete sexual.

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En mis años de preparatoria, pude vivir mis primeras grandes experiencias sexuales, y la que estoy a punto de narrar, es sin lugar a dudas, la más gran fantasía de todo estudiante. Todos quisieran experimentar esta historia, lo sé. Pero solo algunos pocos tenemos la suerte de actuarla, y sabemos que no solo es una experiencia digna de escribir. Si no de enmarcar.

Era casi el final del último semestre de la preparatoria, desde antes de iniciarlo, la amistad entre mi grupo de amigos y algunos profesores se había reforzado hasta el punto de salir y tomar algunas cervezas los viernes.

Ese viernes, Gloria Patricia, nuestra maestra de literatura, se quedo después de sus habituales tres cervezas. Arturo y yo, platicábamos con la maestra, ya que Cesar, Diego y Omar; estaban con sus respectivas novias. Luego de un rato, nuestros amigos decidieron dejarnos solos a Arturo y a mí con la profesora.

Paso un rato, y ella nos preguntaba sobre nuestras novias y de las cosas que nos gustaba hacerle en la intimidad. Y nosotros en confianza le contestamos adornándonos. Nunca supe si lo hizo al propósito pero le pidió a Arturo que le pasara su teléfono, el accedió y abrió su bolsa pero lo que vio adentro lo dejo atónito.

Era un sustituto de pene, color rosa, dentro de su bolsa. A lo que Gloria, nos sonrió muy libidinosa, el se acerco mas a ella y yo igual me acerque a hacerle “casita”.

-no sabía que era tan golosa maestra. –le dije un poco despacio pero Arturo también le sonrió.

-pues ya ven. “No solo de pan vive el hombre”. –a lo que los tres sonreímos con una cara de cachondez.

-pues ya en confianza,  Les cuento.  Operaron a mi esposo hace mes y medio; mes y medio sin que él pueda hacerme nada de nada. Y aun le falta un mes más de dieta. –nos confeso abrazando nuestras piernas con sus astutas manos.

-me las ingenie para hoy venir con ustedes, con la intención de quitarme las ganas, y algo me decía que uno de ustedes dos era el que me iba a dar lo que tanto extraño.

Arturo y yo no pudimos evitar tragar saliva y vernos a los ojos sonriendo. Lo que acabábamos de escuchar nos seco completamente la garganta.

-¿Como ven muchachos? –nos pregunto con una mirada descaradamente caliente.

-pues de una vez… le dije sintiendo hormigueo en el estomago. Pagamos lo que debíamos en el bar y bajamos por la puerta que comunica al hotel, donde se situaba el bar.

Desde el pasillo semioscuro, la besábamos y la arrepechábamos en la pared mordiéndole los labios, yo le metía mi mano por debajo de su blusa hasta tocar su caliente piel, y con mi dedo medio, tocaba por momentos su pecho.

Le insistimos, pero ella pago la cuota de $420.00 pesos. y después de pedirle discreción a la recepcionista, nos fuimos volando hasta esa habitación.

A nuestros 18 años, íbamos a recibir nuestra primera clase de sexo trial. De una experimentada maestra de 37 años. Ella, estatura mediana y tez blanca azucarada, ojos claros y grandes con una nariz fina y afilada. Un cuerpo firme y hermoso, el cuerpo de una mujer consumada pero muy cuidado. Arturo, delgado y alto, con brazos largos y piernas definidas por jugar futbol. Y yo, 1.65 y piel morena clara, con un cuerpo curtido de trabajar y hacer ejercicio, estábamos frente a frente a punto de ir a otra dimensión llena de erotismo.

Se recogió el pelo y nos acercamos temerosos, nos colocamos, Arturo frente a ella y yo abrazándola por detrás. El la besaba en la boca y yo mordía suavemente su cuello mientras mi respiración agitada le estremecía haciendo que recogiera sus hombros. Le deslizamos la blusa y ella solo subió los brazos, mientras el besaba sus pechos, yo pasaba mi lengua por su espalda. Baje hasta encontrar su cadera, solo vi como dos manos bajaban ese pantalón de mezclilla que tanto entallaban su precioso y gigantesco culo.

Una braga transparente con encaje negro era lo que protegía su hermoso sexo de nuestros encendidos y también hinchados falos. Y ahí estaba, completamente desnuda, hermosa, imponente, lujuriosa. Nos ordeno que nos desvistiéramos porque ella no quería perderse detalle de la caída de nuestra ropa, y no nos quedo más que obedecer ciegamente.

Mientras nos miraba, sentada en la orilla de la cama, nuestros cuerpos se dejaban notar excitados, mi pene, de 19cm y marcadas venas se notaba aun mas hinchado, el de arturo, tal vez 2 cm más grande estaba menos grueso, pero igual de parado al ver su delicioso coño velludo abierto como meta al final de una carrera.

Se levanto, y después de darnos un beso mordelón a cada uno, nos fue chupando por igual cuello, pecho, ombligo y abdomen. Nos miro a los ojos con perversidad y masturbando nuestras vergas nos susurro caliente…

-pensé que eran unos niños, pero la tienen más grande que mi marido. “Mira nada más que vergotas me voy a comer”…

Con solo escucharla, pudimos sentir que estábamos llegando al éxtasis, cuando de pronto una humedad caliente y voraz nos dejo sin aire y sin respirar por unos segundos. Su boca succionaba nuestras juveniles vergas con un frenesí exagerado. Pudimos sentir la campanilla de su garganta cuando se las metía hasta el fondo, por un momento la depravada maestra, se metió ambos miembros a la boca, los escupía y los volvía a chupar sin mesura.

Se paro y con la boca babeada, nos beso susurrándonos que la teníamos bien caliente y que las quería sentir enteritas. Me beso el pecho y me tiro en la cama, cuando abrí los ojos ella estaba empuñando mi fierro y ensartándolo en su deliciosa vagina, su calor era tal que cuando se lo metí por completo quise venirme, se movió rico por unos segundos y giro la cabeza para ver a mi amigo y pedirla también la suya. Sentí deslizar su pene con el mío y a la maestra se le saltaron los ojos y abrió la boca jalando aire. Yo le chupaba las tetas y Arturo la nalgueaba como a una cualquiera. Adentro se sintió un chorro caliente disparado como bala de cañón. Era el semen de mi amigo que no pudo resistir mas, ella lo halagó dulcemente y le dijo que no había problema. El sentir palpitar su verga al venirse, la calentó que de repente nos invadía una humedad extasiante. Me tocaba a mí estimularla y moviéndome como loco, golpeaba su entrepierna duramente con mi pelvis, ella grito y su pierna empezó a bailotear. Un fluido que hervía desde adentro me hizo explotar de placer dentro suyo. Se paro inmediatamente y fue a su bolso, saco su pene falso y se lo metió con furia, nos dijo que ella era multiorgasmica y que quería venirse en grande.

Abierta de piernas y empapada, nos daba un show que no tardo mucho en calentarnos nuevamente. Cuando ella termino por completo, nuestros falos estaban listos, a lo que ella de ninguna manera desprecio.

Ahí íbamos otra vez en esa memorable primera fantasía desenfrenada. Nuestro primer trío con la maestra más caliente de nuestras vidas.

 

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