El padre de mi amiga (Parte 6) El desenlace (2/2)

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NACHO: Déjame quedarme así un ratito por favor. Quiero quedarme así, abrazado a ti, con mi polla dentro de ti sin moverme.

LETICIA: Puedes quedarte el rato que quieras cielo.

NACHO: Estaría así toda mi vida. Sin necesidad de follarte, ni hacer nada. Solamente mirándote y disfrutando de tu belleza, con mi polla así metida dentro de ti.

“Nacho le acariciaba el pelo mientras la miraba en silencio. Para él es como si estuviera en el cielo contemplando un mismísimo ángel. Estuvo así unos minutos, sin decir nada, hasta que un estruendoso golpe les hizo levantarse. Venia de la calle. Ambos se levantaron corriendo a mirar por la ventana. Un espantoso grito salió de la garganta de Nacho tras la imagen que vio por aquella ventana. La silla de ruedas que tan bien conocía, estaba totalmente estrujada debajo de la carrocería abollada de un coche y a bastantes metros de allí,  se hallaba el cuerpo de su mujer encharcado en sangre sobre el asfalto.”

 

 

“Nacho no se lo pensó dos veces y bajo corriendo a la calle sin importarle ir completamente desnudo. Leticia se quedó pálida, sin dar crédito a lo que veían sus ojos. Por la ventana, vio como Nacho corría hacia el cuerpo de mujer y se lanzaba a abrazarla, entre llanto y gritos desgarradores, mientras la gente de la calle lo miraba.

Leticia se vistió corriendo. Pese a lo presumida que siempre era, no se detuvo ni un segundo a colocarse bien el pelo. Bajo con la cara desmaquillada, el pelo revuelto y el abrigo y los zapatos en la mano. Ya en la calle, vio a Nacho que seguía abrazado al cuerpo de su mujer, manchado con la sangre de ella y como cada vez más gente se acercaba a ver lo sucedido. Leticia salió huyendo, creyéndose culpable de lo sucedido.

De camino a casa, iba en el tren sin poder borrar aquella imagen de su cabeza. Se sentía más sucia que nunca. Y aunque se sentía culpable, también sentía que el padre de su amiga había provocado todo aquello. Si aquel hombre no la hubiera enamorado para utilizarla y después deshacerse de ella, nunca hubiera caído en esa depresión, nunca hubiera viajado hasta allí para consolarse con Nacho y ahora su mujer seguiría viva. Ese cabrón había destrozado su vida. No solo había jugado con sus sentimientos, sino que aquello le había provocado también perder a su novio, distanciarse de su amiga, arruinar a Nacho (el único hombre que la había tratado bien) y llevarse por delante la vida de una persona inocente. Leticia se dio cuenta en ese preciso instante, que lo que sentía por el padre de su amiga ya no era amor. Le odiaba. Le odiaba con todas sus fuerzas como jamás había odiado a nadie.

Por fin Leticia llegó a su ciudad y se montó en el autobús que la llevaría a casa. En el asiento de enfrente un hombre iba escuchando la radio. En ese momento escuchó cómo le decía al conductor si había oido la noticia de la mujer que habían atropellado.  El conductor le dijo que sí. La joven supuso que hablaban de la mujer de Nacho, pero le quedo bastante confirmado cuando escuchó que el conductor decía que también había oído que el marido había bajado a la calle completamente desnudo. Leticia necesitaba hacer una pregunta y aunque temía la respuesta se armó de valor.”

LETICIA: ¿Está muerta?

“Leticia cerró los ojos y espero la sentencia de aquellos hombres.”

SEÑOR DE LA RADIO: Se ha salvado de puro milagro. Por lo que se ve el golpe ha sido bastante fuerte, pero las ambulancias llegaron a tiempo y lograron salvarle la vida.

“Leticia sintió un enorme alivio al escuchar aquellas palabras y no pudo aguantar más y allí mismo empezó a llorar como una niña. Por primera vez lo hacía por una buena causa. Tanto el señor de la radio, como el conductor, como algunos pasajeros más que había en aquel autobús, se sorprendieron al verla llorar sin consuelo y trataron de calmarla, pero parecía que le había dado un ataque. Tras unos minutos así, logro calmarse y decidió bajarse un par de paradas antes de llegar a su destino.

Leticia llegó a casa y se acostó sin cenar. Pero esa noche no durmió. No podía hacerlo. Al menos sabia que la mujer de Nacho estaba viva, de lo contrario jamás se lo hubiera perdonado. Leyó muchas noticias en internet. Todas eran positivas. Se iba a poner bien.

Estuvo toda la noche pensando y al final tomó una decisión radical que llevaría a cabo. A la mañana siguiente lo primero que hizo nada más levantarse, fue ir al ordenador y dejarle a Nacho un mensaje. Pese a lo breve que fue, le costó bastante escribir aquellas palabras. Había hablado cientos de veces con él, pero aquellas no eran unas palabras cualquiera. Eran de despedida.”

LETICIA: Siento mucho haberte jodido la vida. Deseo que tu mujer se recupere lo más pronto posible. Sé muy feliz con ella. Con todo el dolor de mi corazón me despido de ti. Nunca más volveré a entrar a este chat. Ojalá nunca me hubieras conocido. Soy una mala influencia para ti y para todo el mundo. Siempre te recordaré.

“Tras enviar aquel mensaje, borró su cuenta, para no volver a meterse nunca más. Después, se fue al despacho de una empresa y le dijo a la secretaria que quería ver a una tal Alejandra. Aquella mujer la hizo pasar y cuando vio la cara de su visita la recibió alegremente.”

ALEJANDRA: ¡Leticia cariño! Pero que sorpresa. No esperaba que fueras tú. ¿Cómo estas preciosa?

LETICIA: Perdona que te moleste, ya sé que estás trabajando, pero necesito contarte algo muy importante que me tiene muy angustiada y que no voy a poder continuar con mi vida si no te lo cuento.

ALEJANDRA: Pero porque dices eso Leticia. ¿Le ha pasado algo a mi hija?

LETICIA: No tranquila, no vengo a hablarte de ella.

ALEJANDRA: Uff menos mal. Me habías asustado. Sabes que en mi casa te tenemos mucho cariño y sabemos que eres una amiga a las que más quiere mi niña. Yo puedo ayudarte en lo que quieras con mucho gusto, pero ¿estás segura que soy la persona más indicada con la que quieras hablar?

LETICIA: Si, sí que lo eres. No vengo a hablarte como la amiga de tu hija. Vengo a hablarte como la zorra que se ha estado follando a tu marido.


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