Caliente relacion... de trabajo (1)

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Pocas veces me he sentido así, los latidos de mi corazón se escuchan exageradamente fuertes y no sé como tranquilizar mis nervios. Las manos me sudan y en mi estomago me sofoca un hormigueo, los vellos están completamente erizados, hasta los de mi zona púbica. No entiendo que hay en esa mujer que me pone así pero muero por descubrirlo.

Estoy aquí, sentado en la orilla de una cama King sise. Con el mejor de mis trajes y abusando de la loción que ella me dijo que le encantaba. Son las diez de la mañana y mi cuerpo tiembla de nervios cada que el reloj de la pared avanza un minuto más, es la habitación 511 de un hotel de paso en la zona centro de la ciudad de México. Por fin después trabajar juntos una semana y sentir esa conexión física que nos dejo inmersos en unas ganas de poseernos como animales, estaríamos por descubrir una sucia y placentera fantasía.

Desde la primera vez que se acerco a mí, mi cuerpo se estremeció como si me hubieran mojado con agua helada. No entendí porque, siendo que su cuerpo no es de los que me atraen de esa manera.

Elvia, es la encargada de recursos humanos en la empresa donde laboramos, muy guapa con la piel clara y fina. Unos ojos hermosos y oscuros que se ven coquetos bajo esos lentes de armazón grueso, una boca delgada y pequeña, con los dientes alineados y blancos. Un rostro delgado y un cuello largo y sensual. Pero su cuerpo es muy delgado, como de modelo, si, pero muy flaca para mi gusto.

No teníamos mucho trato, ella en su área y yo en la contabilidad. Solo me visitaba por meras cosas laborales y yo no tenía nada que hacer en su oficina pero cada vez que estábamos solos, mi cuerpo se desbordaba de nervios y mi vello púbico hormigueaba. Ella solo salía con mucho rubor en el rosto pero nada más.

Hace dos semanas tuvimos que revisar un reposte de personal para el pago de impuestos y Elvia tenía que trabajar conmigo en mi oficina casi por una semana entera. Los primeros días solo eran los nervios pero conforme nos bromeábamos y nos conocíamos más, tenerla cerca era un martirio porque mis erecciones me dolían dentro de mi pantalón. Ya no podía tranquilizar mi respiración cuando se me pegaba al mirar un numero en la computadora, el calor que despedía su cuerpo me excitaban al extremo de yo expulsar fluido pre seminal mojando mi pantalón. esa tortura me estaba matando y el ultimo día le agradecí no estar junto a ella.

-Gracias a dios ya quedo el reporte licenciada, no te ofendas pero ya quiero que estes lejos de aquí porque me tortura tu presencia junto a la mía.

-Porque dices que te tortura mi presencia contador… acaso ¿te caigo mal? -Me dijo haciendo un puchero muy sensual y tierno.

-No lo digo por eso Lic. Estas guapísima y por eso es que me siento nervioso junto a ti y…

-¿Y qué contador? Vamos dímelo

-No. No es nada. –mi respiración y mis nervios se pusieron como si hubiera subido tres pisos en escaleras

-Somos adultos y quiero que me hables sin rodeos.

-Está bien licenciada, tenerte cerca me pone muy mal.

-¿Cómo?

-Pues tu presencia me trae un calor inaguantable y hasta me duelen las erecciones que me provoca estar junto a ti, lo malo es que se que eres casada y no puedo hacerte lo que mi cuerpo quiere hacerte.

Se hizo un silencio y a ella solo se le puso muy roja la cara, se mordió los labios y miro hacia abajo pero de repente me miro fijo y la voz le cambio.

-Ay contador, si supieras que después de cada día que estuve trabajando contigo, me pasaba a tocar al baño hasta hacerme terminar.

Escucharla decir eso me excito demasiado y mi miembro me dolía de lo duro que estaba.

-Que rico, también yo me he masturbado pensando en ti y del como quisiera arrancarte la ropa y hacerte mía con exceso de salvajismo.

El color en sus mejillas se puso al límite y se paro, me miro con la cara de una degenerada y se dio la vuelta, camino tres pasos y me susurro.

-Hay que ver cómo le hacemos porque ya me siento muy mojada.

Me puse de pie y en un movimiento la tome de la cadera, le pegue mi erección en su abdomen y un suspiro salió de su boca, camine hacia la puerta y la avente para que se cerrara, su espalda choco con la puerta y mi cuerpo la apretaba sintiendo su calor estremeciéndome el pecho y la entrepierna.

Sus mejillas estaban calientísimas pero creo que las mías estaban aun mas. Pasaba mi aliento por su cuello y ella exhalaba dejando sus pulmones si aire, mis manos entraron bajo su blusa acariciando su espalda desnuda y mi miembro me estaba comenzando a mojar en mi pantalón. Baje mi boca hacia su pecho y besaba sin control su pequeño escote mientras sus manos despeinaban mi cabello. Me jalaba el pelo y me repagaba mas a sus senos, subí mis manos y desabotone su blusa hasta la mitad, con mis dedos baje su bra dejando libres sus pequeñitos pero excitados pechos. Mo boca se instalo en ellos succionándolos y lamiéndolos con desesperación, sus diminutos pezones estaban durísimos como dura tenía mi erección exigiéndome entrar a ella.

Seguí chupando sus senos y mis manos la recorrían desde la espalda hasta las caderas, y sin más por hacer, metí mis manos bajo su pantalón para apretarle su también pequeño trasero. Sentí el hilo de una diminuta prenda y lo hice a un lado, mi dedo bajo sintiendo su ano apretadito y suave y se deslizo hasta llegar a un lugar que escurría de fluidos. Mi dedo índice y medio hacían círculos en la entrada de su sexo y ya no aguantaba más. Subí mis manos y las dirigí hacia el botón de su pantalón y me dispuse a quitárselo cuando sus manos me apartaron y me empujaron fuerte.

 

-Aquí no. La verdad es que estoy súper caliente, pero no quiero que me lo hagas rápido aquí en tu oficina, quiero que me hagas cosas sucias y rudas pero quiero tenerte por mucho tiempo dentro de mí. Además, ya sé que te cogiste a Sofía en su oficina y yo no soy igual a esa zorra.

Camino hacia la puerta y se acomodo las ropas

-Pide permiso para faltar mañana y nos vemos en el hotel que tu escojas pero que no esté cerca de aquí.

Con la respiración agitada solo moví la cabeza afirmando su propuesta.

-tengo ganas de irme a tocar al baño pero mejor quiero que mañana me tú seas quien me haga chorrear.

Y aquí estoy ya, hundido en nervios y ansioso de que llegue mientras que tres toques en la puerta me alborotan mas el corazón, me paro y camino a la puerta, veo por la mirilla y abro.

-¿Listo contador? Ahora si vas a ver a la puta que llevo dentro… quiero que te vuelvas el más insaciable de los amantes.


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