El desamor es ciego

Ella salió por las calles que sabía que Él frecuentaba. Lo hacía cada fin de semana por las noches, muy arreglada y perfectamente maquillada. Quería fingir que tropezaba con Él, como por casualidad. ¡ Menuda boba!

Su intención era tan simple como verle y saludarle. Era tal su delirio, que se conformaba con esas migajas.

Fue una inconsciente, pero no se puede esperar menos de una adolescente inexperta y con las hormonas a flor de piel.

Repito, fue una inconsciente, porque finalmente se encontró con Él, pero no en la situación deseada...El tipo estaba abrazando a su novia.

Y el encuentro anhelado fue toda una decepción para un corazón tan impresionable, porque él fingió no verla y además en ese momento besó a su novia en la boca, mirándola a ella de reojo, recreándose en su momento.

Se sintió esta chica tan culpable de parecer una acosadora y encima yendo en busca de un Impresentable.

Pero el tiempo que es sabio y lo cura casi todo, hizo sonreir a nuestra protagonista cuando fue adulta, y recordó esta anécdota de ardor juvenil, ahora que rememoraba otras vivencias.

Pero esas son otras historias y no hay que desdeñar lo que ha sido impactante en nuestras vidas, por nimio que nos parezca en la actualidad.