Acto de justicia

Cuando nos conocimos yo era todo para él. Toda su atención y energía se posaba en mí. Con el paso de los años, como es lógico, la relación se apaciguó, el amor creció pero la madurez nos trajo distancia.

Comenzó a derivar su interés en cosas banales, con el tiempo vi como se alejaba de mí y se acercaba más y más a ella.

Ausente del mundo, pasaba horas observándola y escuchando sus estupideces. Dejó de mirarme, olvidó hablarme, hasta dejó de sentir mi presencia.

Aquel día no soporte más esa traición y acabé con ella. No me importaban las consecuencias, estaba feliz, plena. Ese fue un acto de justicia.

Al verla, él sólo se cubrió la cara con las manos y lloró… Con los ojos rojos, el rostro perdido y el cuerpo tembloroso, me miró y dijo:

-¿Qué hiciste? ¿Por qué me rompiste la tele Má?

-Una madre hace lo que sea por el bienestar de sus hijos –le dije y lo abracé.