Una semana con mi primo y su hijo.

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Soy una mujer madura, muy activa sexualmente,  nunca mezclo la familia y el trabajo con el placer, hasta que un buen día mi jefe, me manda a cerrar un trato con un cliente en Madrid. Cuando me nombra Madrid, a mi cabeza vino rápidamente mi primo Carlos, ¡Joder! llevaba quince años sin verlo. Lo llamé, quedando  que pasaría la semana en su casa, me comentó que estaríamos solos con su hijo, ya que su mujer le tocaba ir al pueblo a cuidar a su madre. 

Toqué en la puerta y me abrió un chico de veintiún años, me quedé parada y boquiabierta, era igual a Carlos a  su edad.

- Hola, ¿Tu eres Mario el hijo de Carlos?.

- Si, tu debes de ser Sonia, la prima de mi padre, mi padre habla mucho de ti, lo que nunca ha dicho es lo buena que estas -dijo, chequeando mi cuerpo de arriba abajo. 

 - Ya veo que tus hormonas están un poco salidas, ¿está tu padre en casa?.

- Papa, tu prima ha llegado, - gritó con voz resignada. -Pasa que está en la cocina preparando la cena.

Después de saludarnos subí a mi habitación, me duché y me puse ropa cómoda.

La cena fue muy divertida, Carlos y yo recordando viejos tiempos, mientras Mario no para de llenarnos la copa de vino, me comencé a marear, le dije a Mario que no me pusiera más  ya que cuando bebo no controlo.

- Eso  es lo que busco - me contesta, mordiéndose el labio y poniendo cara de niño ruin. Entre el alcohol y el puñetero chiquillo, mis bajos fondos empiezan a mojarse. Mi primo recuerda la música que nos gustaba, propone a su hijo que nos ponga un tango y comenzamos bailar. Al principio todo va bien, de vez en cuando mi primo mete un poco su muslo entre mis piernas, llegando a presionar mi monte de venus, sus manos me rozan, me provocan, mis pezones reaccionan, mi cuerpo se eriza, mi tono poco a poco va subiendo, mi primo bajó mi cuerpo apoyado en su brazo y cuando nuestras caras se juntan me dice - me pones prima, siempre me has puesto.

Me incorpora, pone una mano en mi teta la aprieta un poco, y con su otra mano me hace girar, pegándose a mi, sintiendo su pene viril en mi trasero, susurra en mi oído lo buena que estoy, eso hace saltar un suspiro de deseo, me gira la cara y sin pensarlo dos veces mete su lengua en mi boca devorándola con pasión. Me dejo llevar por mis instintos más primitivos, me giro y meto mano en su paquete, cuantas veces he querido o he soñado con tenerla entre mis manos, era impresionante.

Mi primo me lleva hasta el sillón, poco a poco me desviste, me hace recostar, abre mis piernas e introduce un dedo  en mi vagina, lo saca y lo lleva a su boca, lo saborea. Llama a Mario, le dice algo al oído, lo cual no oigo, veo como Mario sale del salón. 

Mario regresa desnudo, su pene es descomunal, no puedo evitar mirar, todos mis sentidos vuelan. Se acerca, pone su pene en mi concha, poco a poco va introduciendo aquel mástil, mientras mi primo con su mano derecha toca mi clítoris y con la izquierda pellizca mis pezones, noto como mis fluidos corren por mis muslos, las embestidas del chico son imparables. Se para, me incorpora, y me coloca con el culo en popa, Carlos tiene algo en la mano, lo agita, presiona el botón, rocía toda mi concha y mi ano, sintiendo diferentes sensaciones, calor, frío, hormigueo, vuelvo a tener otro orgasmo. La lengua de Carlos se introduce en mi culo, mientras que la de Mario se soba en mi clítoris, me están haciendo polvo. Mario ve que mi ano ya esta preparado y se tira al suelo boca arriba, me incorporo, voy hacia él, me introduzco su pene en mi vagina, Carlos se pone detrás, metiendo poco a poco su porra en mi ano, es todo un experto para lo joven que es, se moja los dedos y los posa en mi clítoris haciendo círculos lentos de derecha hacia la izquierda y de izquierda hacia la derecha, cuando ya tiene toda porra dentro, Carlos empieza a moverse, está todo tan apretado que los movimiento son costosos, Mario favorece la situación, me coge con sus manos en mi cintura, me eleva levemente, deja que mi cuerpo caiga por la inercia, así una y otra vez hasta que siento las convulsiones del pene de Carlos. Mi ano ya está acostumbrado a la porra de Mario, así que este, empieza a mover rítmica sus caderas, primero lento y dando pequeños giros, con sus manos sigue jugando con mi clítoris, a la misma velocidad que sus caderas, me corro una y otra vez, sube la velocidad, enloquezco, mis piernas tiemblan. Mario me agarra fuerte y como una fiera entra y sale de mi, hasta que por fin noto que se va dentro.

Fue una noche interminable, mejor dicho una semana...

Nunca digas de este agua no beberé...


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