Una piara descontenta

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El suceso que se narra a continuación es real. Los nombres y las fechas han sido modificados por expreso deseo de los familiares.


        Tres jóvenes de Massachusetts –James, Billy y Ashley- resultaron muertos la noche del cuatro de julio. “El alcohol y unos cerdos fueron los factores determinantes de tan lamentable suceso”, declaró el Sheriff Andrew Watson. "Hemos encontrado bastantes latas de cerveza y un par de gorrinos borrachos en los alrededores de la escena", comentó también el Sheriff. “Según las pruebas forenses las tres personas tenían el triple de alcohol en sangre permitido legalmente. A los cerdos no se les ha realizado esta prueba”.

           Según la declaración de algunos testigos los tres amigos estuvieron celebrando la fiesta nacional del cuatro de julio sin ningún recato. Más tarde, esa noche, sintieron una ansiedad irrefrenable por las chuletas de cerdo –informó Emma, la novia de Billy-, por lo que decidieron ir a buscar comida. Por este motivo a las once de la noche se marcharon a la granja de cerdos de John Wilson con la intención de robar uno. Una vez en la granja, Billy escaló la valla de alambre y ató el extremo de una cuerda en la pata de uno de los gorrinos –concretamente del llamado Agnus-. Entonces sus dos amigos comenzaron a tirar del otro extremo de la cuerda. Lógicamente el puerco, Agnus, una bestia de cuatrocientas libras (181 k.), comenzó a revolverse y luchar. Tan fuerte fue la contienda que una sección de la cerca de alambre se derrumbó provocando que el resto de la piara, que se hallaba expectante e inquieta esperando el desenlace, escapara espantada.

           "Yo estaba dormido cuando la manada hizo ese ruido espantoso", explicó el granjero John Wilson, el dueño de la finca, “entonces corrí con mi escopeta y disparé dos tiros al aire”. Este hecho, según reconoció más tarde el propio Wilson, provocó que la piara perdiera el oremus definitivamente, alejándose enloquecida camino adelante. Mientras tanto los amigos habían conseguido dominar a la bestia y cargarla en la trasera de la camioneta. Ésta emprendió la huida por la carretera comarcal a más de noventa millas por hora (144 km/h). Lamentablemente los amigos se olvidaron colocarse el cinturón de seguridad, mientras que Agnus sí iba atado.

Tres millas (4,82 km) más adelante Agnus comenzó a golpear salvajemente la parte trasera de la camioneta. El conductor, Ashley, perdió el control y aquella se desvió violentamente saliendo de la carretera. El vehículo volcó y se arrastró durante cuarenta metros, para acabar golpeando fuertemente contra una acacia. Los jóvenes salieron despedidos por el parabrisas delantero y el cerdo les acompañó en ese vuelo, pero éste partiendo de la trasera de la camioneta, oportunamente atado. Pero no fue el golpe el que los mató, contrariamente a lo que se pueda pensar, sino ser pisoteados y hocicados por la fatigada y enloquecida piara que consumó así su venganza. Los tres amigos murieron. Angus vive.


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