LA JOVEN DEL SOMBRERO CARMESÍ - Cuento para adultos 3 Parte

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Aquel hombre estaba demasiadas horas esperando por la joven, sin perjuicios que había conocido, y por aquel motivo que truncó el desfogue que necesitaba cada mañana, cualquier fémina fuese madura o joven que se le acercaba creaba en él ferozmente excitaciones que lo alborotaban, subiendo su fogosidad masculina y estimulando en él las ansias de violar fuese a quién fuese.

Así que una vez dentro de la casa y haciéndole la confidencia de lo que necesitaba con una urda mentira, la amordazo y maniato desahogando sus instintos mas groseros sobre la abuelita, a la que rozó con su lengua, mientras le enseñaba su miembro erecto apunto de reventar.



Su intención fue interrumpida por el sonido del timbre…

Viendo que su abuela no respondía a la llamada Dulce, subió para llamar desde arriba…

Mientras tanto el violador escondía a la abuela debajo de la cama en otra estancia de la casa y con mucho cuidado abría el cerrojo, dejando la cadena de seguridad que podía quitarse desde fuera…

Aquella habitación que estaba cerca era sin duda la de la vieja, se decía a si mismo, entrando en ella, se desnudo y se metió entre las sabanas…

Dulce volvió a llamar, pero nadie salia a abrirle, cuando escucho a través de la puerta donde tenia su oreja pegada, una voz fosca le dijo…

- Empuja esta abierta, solo tienes que quitar la cadena como tú sabes.

En un principio Dulce, sintió miedo pues no reconocía aquella voz como la de su abuela, pero recordó que el día anterior cuando también fue a visitarla estaba un poco afónica y pensó que igual se había agravado más…

- ¿Estas bien abuela? ¡allá voy! tengo dotes de ladrona…decía entre risas, mientras debajo de la cama, en la otra habitación su abuela la escuchaba y sufría por no poder ayudarla…no dejaba de pensar en aquel falo que había visto y que le iban a presentar, lo que sabia con certeza era que si no lo remediaba, debido a lo ligera de cascos que era su nieta no dejaría ni un solo centímetro fuera de ella y lo aceptaría entero.

Ahora era aquel hombre quien se pronunciaba sin que nadie le escuchase, solo sus pensamientos en los que se manifestaba la evidencia a lo que oía “allá voy …. tengo dotes de ladrona” …. diciéndose…

- Ven guapa, ven, yo si que soy un ladrón…voy a robártelo todo.

Cuando por la puerta de la habitación Dulce entraba esbozando una pregunta…

¿Dónde estas abuelita?… asombrada por encontrarla tapada hasta la cabeza con la colcha…

Sé sentó en el borde de la cama y comenzó a palparla desde la cabeza hasta los pies…

No entendía como había cambiado su abuela en un día, valía la pena pensar que su voz se escuchaba rara a consecuencia de la afonía…pero, su cuerpo, su cuerpo no tenia motivo de notarlo así, cómo si de un hombre se tratase…

Reconociendo el perfume de quien había conocido en el parque, le siguió el juego y comenzó a recrearse en las zonas del cuerpo que tocaba por encima del cobertor… mientras quien se escondía respondía a cada una de sus frases.



- Abuelita, ¡qué brazos más fuertes tienes!…

- Son para abarcar mejor…

- Abuelita, ¡qué piernas más largas tienes!…

- Son para correr más…

- Abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes! ….

- Son para escucharte bien…

- Abuelita, ¡qué ojos más grandes intuyo!…

- Son para verte mejor…

- Abuelita, ¡qué boca más bonita tienes!…

- Es para… ¿Contestaría lo propio? ¿O tal vez al descolocar los términos de tan conocido dialogo entre la supuesta abuela y la joven del sombrero carmesí, la contestación a la pregunta sería?…

Tendremos que continuar leyendo para averiguarlo…así que ahora soy yo quién os pregunto…

- ¿Me acompañáis en la lectura?…

Se descubrió el rostro y acercándose a ella le dijo…

- Es para comerte mejor la boca… y la beso apasionadamente…

Dulce siguió tanteando más abajo mientras la besaba y manoseando su pene lo puso tan tirante que la erección fue tremenda e evidente…

La joven en aquel momento expreso su interés por ver lo que se escondía debajo de aquellas sabanas y de un zarpazo las aparto, metiéndose en la cama con él y formulando una excitante pregunta.

- ¿Enrique y ésto tan grande para qué és?…

- Para hacerte sentir más… le contestaba él mientras la penetraba y los dos se movían haciendo que sus cuerpos se rozasen hasta el punto de llegar al clímax total…



 

Moraleja

Nunca hay que subestimar la lectura de cualquier cuento o novela, ya que si lo hacemos podemos llegar a la conclusión, de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, y así es cómo creo que nos ha parecido éste, que sin llegar a ser erótico tiene esas pinceladas que requiere para ser un cuento para adultos, teniendo en cuenta que si ese sombrero carmesí le dio suerte a la joven, por no ser violada, al violador lo libro de hacer algo, que si se hace contra la voluntad de las mujeres, creo que todas pensamos que es motivo para una castración asegurada …

 



Bueno y ahora si que ha terminado mi relato, ¿pero no echáis de menos a alguien en este final?

Dejamos a la abuelita debajo de la cama maniatada por el desalmado violador o cómo queráis llamarlo…

Pues nada, ser vosotros quienes busquéis la ubicación perfecta en estas lineas para la mujer mayor, yo os voy a dar el beneplácito de la duda, para que penséis además de leer, hagáis con el personaje en cuestión igual que yo he hecho con el cuento infantil, mientras os diré lo que pienso que puede estar haciendo, esperando arrancar una de vuestras amables sonrisas como cada uno de vosotros mis lectores sabéis darme cada vez que os visito…

*Aburrida de escuchar tanto gemido venido de la otra habitación, la abuelita, que de abuelita no tiene tanto, a ver si me enfado, se desata las manos cómo puede, sola y en un sitio tan estrecho, viendo que por encima de ella solo se ve un colchón, no como le ocurre a su nieta que la cubre un apuesto macho, se alivia con aquello que tiene a mano y nunca mejor dicho…esperando que se calme el ambiente o si sale en aquel instante, tendría que hacer un trió con ellos y no es plan de volver a remover todo de nuevo para cambiar otra vez este cuento que ahora en esta versión, es sin dudarlo para adultos.

©Adelina GN

 


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