LOS GIROS INESPERADOS DE LA VIDA - fin -

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Otro cambio se generaba en la vida de Sebastian (Tranco). Un nuevo destino y un puesto de trabajo le alejaba de sus seres queridos, sus protectores, esas personas que le dieron una oportunidad, que confiaron y le tendieron una mano en los momentos cruciales de su vida, que parecía estar destinada a su destrucción como persona.

Ahora se hace llamar Sebastian. “Tranco” le genera recuerdos amargos de su época que vivía en la calle, consumiendo y perdido en un mundo de desamparo y desconfianza.

Sabe que nunca perderá el contacto con las personas que quiere, ya vivió la separación de sus padres con unas consecuencias devastadoras, ahora con 27 años, es muy consciente de ello.

Debía tomar una decisión difícil, aún disponía de un mes para incorporarse a su trabajo.

Han pasado muchos años y la mayoría de ellos culpabilizando a sus padres del giro en su vida, del abandono, de la pérdida de todo ese amor que le dieron durante sus primeros catorce años . No puede modificar esos sentimientos tan enraizados. Ha sufrido mucho y no desea retomar lo que en su corazón ya perdió.

Su familia son Raul, Sandra, Jorge, Luis, Cristina y todo el equipo del centro. Tiene muchos amigos con quienes comparte muy buenos momentos. Considera que no necesita más.  

Sebastian, comenta su decisión con ellos. La tristeza se ciñe en el grupo, tienen que aceptar su decisión, pero también comprenden que está tomada con sentimientos de dolor y miedo a revivir secuencias de su vida que ya las tiene apartadas en su corazón.

Sandra, quien le quiere mucho, sufre por esta desacertada decisión y no está dispuesta a que el miedo destruya la oportunidad.

Contacta con la Ong de Italia, donde encontraron expuesta la foto de Sebastian, ellos no tienen los datos de la familia. Sandra está decidida a dar con los padres. El tiempo corre en su contra, y comienza a realizar llamadas y enviar mensajes a muchas organizaciones.

Por fin recibe un correo muy escueto, pidiendo información sobre los motivos para localizar a estas personas y no es el propio interesado quien lo demanda. Parece que se encuentra con una pared infranqueable.

Jorge le ayuda a Sandra a redactar dos cartas, una para explicar a la Ong la vida de Sebastian y la otra dirigida a los padres. Quizás puedan recibirla. Sandra está segura de que tienen contacto con ellos.

Ha pasado una semana y comienza a tener dudas por realizar estas gestiones sin consentimiento de Sebastian, o si el resultado puede causarle más daño. Tiene miedo, pero la rueda ya está girando, ahora no se puede parar. Sandra, tampoco ha tenido una vida fácil y está dispuesta a arriesgarse, por el amor que siente hacia Sebastian.

Llega la carta esperada, deseada y temida.

Los padres, le escriben a Sandra. Ya con las primeras líneas, sus emociones le hacen vibrar. Con un desgarrador dolor, le explican los años de soledad y sufrimiento por su amado hijo, años de súplicas y búsquedas infructuosas, momentos de culpabilidad al cometer el peor error de su vida, dejando a su hijo en supuestas buenas manos.

El corazón de Sandra, se inunda de tristeza y las lágrimas afloran sin querer dar fin. El amor de esos padres, que nunca perdieron la esperanza de dárselo a su hijo, debe llegar al corazón de Sebastian.

Ahora sabe que merece la pena arriesgarse y organizar el reencuentro.

El encuentro se realiza en el aeropuerto, Sandra y Sebastian, van a buscarlos. La idea inicial de Sebastian parece romperse en mil pedazos. Él dudó en conocerlos, pero, al verles ahí, de pie frente a él, todas las dudas son disipadas. Puede volver a ver la sonrisa afable de su padre y las lágrimas cristalizando los ojos de su ahora más anciana madre. Ve la pureza de sus sentimientos, el anhelo del reencuentro que tantos años había tardado. Ya no siente que va a avergonzarles, pierde el temor a ser rechazado porque sabe, nada más verles, nada más ver cómo su madre se sostiene del brazo de su padre para no caer, que nada de lo que él pudiera decir le haría perderles. No de nuevo.

Entonces ve a su padre, una versión más joven de él asegurándole que todo iría bien antes de mudarse. Recuerda la risa de su madre cuando aún no habían surgido los problemas.

Siente añoranza, nostalgia de aquellos años que, separados, habían perdido. Siente culpa, culpa por haber creído que tan fácilmente le abandonarían.

Porque no lo hicieron, ellos nunca lo harían.

 

. Aclarar que Sebastian, fue el padrino de boda de Laila. La amistad se mantuvo igual de íntegra que cuando eran adolescentes.

Sandra y Sebastian, que ya vivían juntos, pasaban el mayor tiempo posible con los padres y amigos del centro. Creando una gran familia.

 

Nota: Los tres relatos, “aunque son inventados”, me consta que tristemente es una realidad, y que en pocas ocasiones, tienen la oportunidad de reencontrarse..

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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