TERATOFOBIA Parte 7

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La risa provenía del integrante que había mencionado la leyenda de la montaña en un principio, ya sin ninguna esperanza, el hombre y la mujer dirigieron la mirada hacia el tercer integrante para darse cuenta de que éste en realidad era un monstruo que se había burlado de ellos desde el primer momento. En instantes, todo el escenario desapareció como si nada y los últimos dos seres humanos se vieron rodeados por todos y cada uno de los gigantes que habían aparecido sobre la tierra.

 

Los dos humanos al verse en tal predicamento se tomaron de las manos y se abrazaron entre sí para darse apoyo moral mutuamente. En cuanto a los endriagos, ellos se limitaban a observarlos sin hacer nada todavía. De pronto, de forma inesperada, el más grande de todos tomó la forma con la que se representa a la muerte en los dibujos y pinturas del imaginario colectivo, y con su hoz gigantesca partió los cuerpos de los postreros moradores de la tierra.

 

Por un breve lapso de tiempo no hubo más que silencio, sin embargo, los horribles prodigios lo rompieron al reír todos al unísono a manera de burla macabra por el fallecimiento de toda la especie humana. El aterrador y demencial sonido se esparció por la totalidad de la superficie terrestre sin que hubiera un solo receptor que lo escuchara.

 

Luego, los colosos fueron elevándose de uno en uno hasta salir de la atmósfera del planeta, para después, dirigirse todos hacia las profundidades del espacio exterior en busca de otras formas de vida, mismas que pudieran torturar y matar a placer. De este modo, en un abrir y cerrar de ojos, los monstruos productos de las pesadillas humanas se perdieron definitivamente en la oscuridad del cosmos.

 

Así fue que dentro de los innumerables futuros posibles la humanidad por fin conoció la tan añorada e idealizada “paz perpetua” que no habría podido obtener nunca de ninguna otra forma.

 

A partir de ese día ya no habría más conflictos ni malos entendidos en el mundo, ni tampoco penas o llantos, ni enfermedades o hambre. En la tierra devastada jamás volvería a haber ruido o siquiera movimiento alguno, únicamente quietud y mutismo que se extenderían hasta el fin de los tiempos.

 

 


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