Disculpe mi puntualidad. Me presento: soy su Muerte.

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Biólogos, neurólogos, antropólogos y otras ciencias estudiosas del ser humano coinciden en señalar que nuestro cerebro está diseñado, dotado, de la capacidad de sentir experiencias místicas, transcendentales.

El porqué y para qué de este indubitable sigue siendo un misterio para la ciencia. Está documentado, sin embargo, el cómo, a través de la meditación, la oración, la devoción o episodios cercanos a la muerte, el individuo experimenta de súbito una visión, un entendimiento, un conocimiento, casi siempre transformador, que nace de un estado alterado de consciencia y que perdura para siempre.

Sobrecoge estudiar los numerosos y acreditados episodios clínicos donde los sujetos relatan situaciones, escenas "imposibles" de vivir en el marco corriente de consciencia tal y como contemplar un elemento - por caso, un zapato de señora rojo- en la azotea del hospital donde el paciente sufrió una parada cardiorespiratoria, zapato que en efecto, allí se encontró, o individuos que nunca más pudieron valerse de reloj  pues éstos se detienen en su muñeca, funcionado de nuevo y con normalidad en otra persona, o episodios de consecuencias más espectaculares como el caso de Peter Hurkos que tras salir de un coma, se encontró dotado de una nueva percepción consciente de la que se valieron, entre otros, los cuerpos policiales de la época para resolver  27 casos en 17 países diferentes gracias a las facultades inherentes en nuestra morfología encefálica, común en todos nosotros, patentes y desarroladas en algunos.......

Viernes 27, 02:30 h. el sonido inequívoco del timbre de la puerta exterior, hace que despierte de súbito, aunque en seguida y ya ubicado, dudo que haya tenido lugar. Consciente ya y fuera de lo onírico me alcanza un olor... que se torna en fragancia, ignoro su origen, incierto e impropio de la hora y del lugar, abro los párpados para ayudarme a entender la procedencia aromática y..... ahí está, junto a mi cama, una silueta cierta, concreta, humana, de rostro familiar y sin embargo juraría, nunca antes vista. Asisto atónito al momento, me contemplo a mí mismo ante "aquello" en inexplicable calma, quizás persuadido de estar aún soñando..., podría haber sido así, podría haber tomado consciencia de estar aún durmiendo y soñando aquello, tan sólo tenía que abrir los ojos..... pero ya estaban abiertos!!! 

Se siente miedo, mucho miedo cuando la mente no encuentra ningún paraguas, cuando ningún elemento conocido por disparatado que éste sea acude para el sosiego, cuando lo cercano y repentino del momento llena tanto el espacio que ni el pensamiento mágico te asiste.

Totalmente rendido y a merced del momento, espero algo, un nada, un desenlace cual fuere pues de nada era dueño.... era tan profundo y sonoro aquel silencio, que desapareciron las fronteras entre mi interior y el exterior, era tal mi silente atención que no había forma de distinguir ó individualizar nada de entre nada...

Ignoro el tiempo -¿cómo calcular lo que no existe?- que duró aquel momento, al fin, que con voz paternal, casi compasiva y saludándome dijo,  "Disculpe mi puntualidad, me presento: soy su muerte"...

continuará....

 


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