lo que me ocurrio una mañana de enero

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Bien recuerdo aquella mañana en la que mientras me preparaba para ir al trabajo, y me miraba al espejo del baño, se cayeron, de mi afelpada cabellera, los primeros pelos, de una serie de muchos otros que perdería. En el transcurso de los meses, pelo tras pelo fueron cayendo de mi coronilla, hasta que toda la parte de enfrente, de donde solían crecer mis cabellos, había quedado irreparablemente calva. Lento como el caracol, fue mi descubrimiento de los que estaba por sucederme. Después de haber perdido la mayor parte del pelo, mi vista empezó a deteriorarse, lo que causo una visita al oftalmólogo, que índico que tendría que usar lentes. Mis mejillas empezaron a holgarse, cambie completamente mi forma de vestir y mis erecciones fueron menos frecuentes. En general mi cuerpo empezó a deteriorarse muy rápido. En mi memoria, no alcanzo a distinguir el inicio de esa extraña enfermedad, que se apoderaba de mí día a día. ¡Oh porque dios me condena de esta manera, a mí que eh sido un ciervo ejemplar! era lo que cada día me decía frente al espejo, desde que empecé con mi enfermedad. Había transcurrido un año cuando me mire frente al espejo a contemplarme, y me di cuenta, de que me había convertido en mi padre.    


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