Con precaución

Cruzó rápidamente el jardín de la entrada. De la reja a la puerta principal no había mucha distancia, pero a él le parecieron kilómetros. Antes de abrir la puerta miró hacia atrás, aterrado. Entró y cerró de un portazo. Se recostó sobre la puerta y trató de acostumbrarse a la oscuridad. Cuando empezó a distinguir algunas formas, se agachó. Así, en cuclillas, recorrió el cuarto. Tocó algunas cosas para saber si de verdad estaban ahí. Lo único que se oía era su agitación, como un silbido apagado. Al llegar al pie de la escalera, se incorporó y miró hacia atrás una vez más. Ya podía distinguir todo lo que había en ella. Subió de dos en dos los escalones, sin hacer el menor ruido. Al llegar al final, trató de calmarse. Empezó a respirar más pausado. Llegó lentamente hasta la puerta entreabierta. La empujó con suavidad, para no despertar sospechas, y entró. La cerró despacio, sin dejar de mirar al final de la escalera. La puñalada fue en la nuca. Dudó unos instantes y cayó de rodillas. El peso de su torso lo venció y quedó de cara al piso. Todavía se oía el silbido cuando saqué el cuchillo. Lo limpié en su camisa y salí.