La biblia de JDLRM 7ª Parte: Peste

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Tanto Miguel, como Lucifer, muy a su pesar, se verían obligados a retirarse junto a lo que había quedado de sus tropas. Finalmente, el territorio de los demonios, quedaría bajo el control absoluto de la humanidad, y por supuesto, de su general al mando. Forcer, quienes los jinetes, impresionados por su habilidad, habían ofrecido el mayor de los poderes y el más alto rango.

Para cuando Miguel llegó Iliau, ya sería demasiado tarde. El lugar había sido totalmente arrasado, y tomado por la humanidad, la cual ya no estaba bajo el influjo del arcángel. Según el testimonio de algunos de los supervivientes, los jinetes en persona habían tomado la ciudad. En aquel momento, el arcángel no pudo más que pensar en aquel general humano. Dos jinetes para tomar una ciudad, cuyo ejército había marchado hacia Mangun, y un general humano para enfrentar a los ejércitos del cielo y del infierno. Sin duda, los jinetes debían de tener en alta estima a aquel humano.

Para su sorpresa, Miguel recibió una inesperada visita.

-Lucifer: Hola hermanito, creo que ha llegado el momento de dejar de lado nuestras diferencias.

Sin perder un segundo, Miguel empuñó Arcadius, e intentó atravesar con ella a su hermano. Sin embargo, este no hizo ningún amago de querer apartarse del camino de la lanza. Motivo por el cual, Miguel, frenaría su ataque en seco.

-Miguel: ¿Qué pasa hermano? ¿Has decidido cederle tu poder a Arcadius sin más? ¿Lo harías por mí, o acaso es que ahora temes a los humanos más que a la misma muerte?

-Lucifer: Realmente no sé qué son esos jinetes, ni tampoco conozco sus intenciones, pero tu ya conoces las mías.

-Miguel: Tan solo quieres que todo arda. Que desperdicio.

-Lucifer: No voy a permitir que esos… jinetes… se interpongan en mi camino. Tu solo no podrás enfrentar a su ejército, ni siquiera con mi poder, a penas te quedan un par de centenares de ángeles. Nosotros aún somos miles. Me necesitas con vida, para que las hordas del infierno enfrenten a los humanos, mientras que nosotros nos encargamos de los jinetes.

-Miguel: Está bien, por esta vez seguiré el consejo de mi hermano mayor, pero no olvides que después tendremos que poner fin a nuestra disputa.

Días más tarde, los desgastados ejércitos del cielo y del infierno, por primera vez en la historia, unidos bajo por un beneficio mutuo, enfrentarían a los jinetes en Gildes, su capital. Durante la encarnizada lucha, en la cual, los humanos hicieron gala del dominio del arte de la guerra, la cual habían vivido desde tiempos ancestrales, los dos arcángeles, aprovecharían el caos allí generado, para así poder enfrentar en aquel mismo campo de batalla, a los dos jinetes.

Para cuando Miguel y Lucifer habían llegado al lugar, en el cual, los jinetes estaban destrozando a sus tropas, un hombre les cortaría el paso. El general humano conocido como Forcer.

-Forcer: No pasareis. El tiempo de los ángeles ha llegado a su fin. Es hora de que las deidades tomen la tierra.

Sin duda, aquel hombre, en cuyos ojos orbitaba el fuego de Guerra, se encontraba bajo el yugo de este, y probablemente, cada humano que había aceptado las condiciones de su contrato, al igual que él, se encontrarían en la misma situación. Los dos arcángeles atacaron al humano a la vez. Sin embargo, aquel hombre lograría de alguna manera, pararles los pies. Miguel trataría de partirle en dos con Arcadius, sin embargo, el efecto de su luz cegadora, no sería para su enemigo, tan efectivo como lo había sido contra los demonios, por lo que el general humano agarraría la lanza por el mango, para parar el golpe, a la par que disparaba con una pistola al otro arcángel. Aquellas balas imbuidas con el poder de los jinetes, harían mella sobre el cuerpo de Lucifer, no obstante, tocar Arcadius era demasiado incluso para aquel hombre, que se vio obligado a soltarla, tras recibir una severa abrasión en su mano, pese a ir bien equipado con guantes. Miguel le propinó una fuerte patada al humano, arrojándolo lejos. Forcer no había recibido un gran daño, así que enseguida se pondría de nuevamente en pie, para encarar a sus rivales. Tras un rato de enfrentamiento, el cual no llegaría a ninguna parte, Guerra se percató de la presencia de los arcángeles, al igual que lo haría hambre. El jinete Guerra, haría una señal a Forcer, para apartarle de su objetivo. Tanto Forcer como Hambre, se quedarían al margen de aquel combate, esperando a espaldas de la deidad de la guerra.

-Guerra: La última vez os dejé vivir ya que necesitaba esta guerra para despertar a mis hermanos. Sin embargo, arcángel, esa lanza que portas ha roto el equilibrio, ya no os necesito. Esta vez no habrá piedad. 

-Miguel: Atrévete.

El jinete Guerra alzó su mano, y desde la palma de esta, de las sombras surgió una gran hacha. Un arma de metal y llamas, que sin duda simboliza los horrores de la guerra. Miguel empuñó su lanza Arcadius, y sin perder ni un segundo, enfrentó al jinete. Si en la ocasión anterior, el jinete le había superado ampliamente, ahora, con la ayuda de Arcadius, el arcángel le estaba enfrentando de tú a tú. No obstante, el poder de la lanza, aún no era suficiente, y Miguel lo sabía. Tras evadir una envestida, Guerra estuvo a punto de hundir su hacha en el cuerpo de Miguel. Por suerte para este, su hermano mayor detendría el ataque con su propia espada.

-Miguel: Hermano…

Mientras Lucifer continuaba bloqueando el hacha de Guerra, su hermano recobró la compostura. En un instante, Miguel atravesaría la espalda de su hermano con Arcadius, llegando a atravesar también al jinete. La lanza absorbió la esencia de Lucifer, y su luz sagrada hizo estallar al jinete, cuya esencia tornaría nuevamente a las entrañas de la tierra, a la espera de ser de nuevo despertada.

Tras la desaparición de Guerra, el fuego que orbitaba en los ojos de Forcer desapareció. Por un momento, este sintió de nuevo el abrazo de la libertad. Por primera vez en mucho tiempo, su mente estaba libre del influjo de la ira. No obstante, el poder que se le había otorgado, permanecía intacto. Forcer agarraría el hacha de su antiguo señor, y en un instante, decapitaría al jinete Hambre, antes siquiera de que este pudiese reaccionar. Al igual que sucedió con Guerra, la esencia de aquel jinete volvería a las entrañas del mundo. Lugar que jamás debería de haber abandonado.

Por un instante, Forcer y Miguel se mirarían a los ojos, y empuñarían con fuerza sus armas, con la intención de comenzar un nuevo enfrentamiento, mientras que lo poco que quedaba del ejército demoníaco se dispersaba. Antes siquiera de que las armas del arcángel y el humano pudieran chocar, algo los debilitaría a ambos, haciéndoles postrarse sobre el suelo bajo un inmenso dolor.

-Forcer: Ya está aquí el tercero. Peste ha salido del purgatorio.


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