DESPRESTIGIO (CAP.6)

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Capitulo.6

LA DESOLACIÓN.

Un policía nos acompaño a Magda y a mi hasta la puerta del despacho, me invito a pasar, Magda iba hacer lo propio cuando este la interrumpió.

- Lo siento, usted debe esperar fuera- ella me miro y yo asentí con la cabeza.

No había nadie, así que me mostró una silla que estaba delante de la mesa de despacho y me dijo.

- El sargento no tardara- y salio cerrando la puerta tras de si.

Tome asiento, el despacho era un tanto cutre, no tenia aspecto de pertenecer a una persona demasiado limpia y ordenada, si no mas bien todo lo contrario y luego estaba ese olor a colonia  que lo inundaba todo, estuve bastante tiempo observandolo todo, deduje que estaba casado, tenia una foto sobre la mesa donde aparecían una mujer, no demasiado atractiva y un niño de unos cinco o seis años pelirrojo y pecoso, tampoco era muy agraciado el condenado niño, también deduje que fumaba, había un cenicero y varios encendedores baratos tipo "clipper"  y seguramente aquel olor tan fuerte a colonia se debía a la insistencia de este para disimular el olor del tabaco, dentro de la papelera asomaba lo que parecía una lata de cerveza, estaba completamente estrujada y semiescondida entre unos papeles para evitar que se viera, así que desordenado, sucio, fumador, quizá alcohólico, "Eres un desecho de virtudes" dije para mi, llevaba ya un buen rato esperando al sargento Leguario, "vaya con el apellidito" pensé, volví a leer la tarjeta de nuevo ya que la llevaba en la mano"Detectiu Rafael Leguario Correas, sergent dels mossos d' esquadra", una sonrisa se dibujo en mis labios al  leer aquel dichoso apellido, de repente se abrió aquella puerta y como al que despiertan de un sueño volvi a la realidad y mi sonrisa se torno en un rictus serio, me levante girándome hacia la puerta mientras oía una voz que me decía.

- No se levante sr.Campos, por favor sientese – dijo con tono amable mientras rodeaba la mesa para tomar asiento.

- Gracias – y volvi a sentarme.

- Gracias a usted por venir – dijo mientras me daba la mano – Detective Rafael Leguario – dijo a modo de saludo mientras sacudía energícamente mi mano.

- Si, tengo muchas ganas de aclarar todo esta farsa de una vez por todas, así que ¿usted dirá?- pregunte tajante.

- ¿Farsa?, curiosa manera de llamarlo, mas bien diría que se ha metido usted en un buen lió.

- ¿Como dice? - conteste perplejo ante la respuesta de aquel tipejo, empezaba a caerme verdaderamente mal.

- Vamos sr.Campos todos hemos visto las portadas – y me lanzo sobre la mesa varios ejemplares de donde aparecían aquellas malditas fotos. - Decidió salir de fiesta, se le fue la mano, una cosa llevo a la otra y.....- le interrumpí.

Acababa de golpear fuertemente con mis manos sobre la mesa, lo que hizo que varios objetos saltaran por los aires entre ellos el cenicero que cayo al suelo rompiéndose en mil pedazos, me levante airado, apreté los puños y mis uñas se clavaron en las palmas de mis manos y fije la mirada en sus ojos.

- ¿Como se atreve? - le pregunte alzando la voz, para continuar gritándole – creía que venia aquí a contar lo ocurrido, pero por lo visto ya e sido juzgado.- dije mientras mi rabia aumentaba.

De repente la puerta se abrió y varios "mossos" entraron en el despacho atraídos por los gritos y los golpes, el sargento Leguario les dijo que no pasaba nada, que todo estaba en orden y les indico que se retiraran.

- Relájese y vuelva a sentarse – me indico mientras recogía del suelo los pedazos de lo que alguna vez fue un cenicero – Como policia debo ceñirme a los hechos y a las pruebas de las que dispongo y sacar mis conclusiones - hizo una pausa y continuo hablando - mire, los hechos probados son los siguientes, desaparece sin dejar rastro después del partido del domingo pasado, su coche aparece dos días después destrozado a mas de cuatrocientos kilómetros de su domicilio  con rastros de alcohol y estupefacientes entre otras sustancias, dos días después salen a la luz unas fotos suyas en los medios, en esas fotos aparece usted en una situación bastante comprometida, mas si tenemos en cuenta su aspecto deplorable y la actitud de las dos "chorbas" que están sobre usted completamente desnudas, hoy aparece usted aquí y pretende hacerme creer que todo a sido una farsa – acto seguido se sentó de nuevo en su silla – ademas no es la primera vez, ¿verdad?- y se quedo mirándome fijamente esperando mi respuesta.

Ahora empezaba a comprender porque aquel tipo no me creía y también porque me apartaban del equipo sin tan siquiera darme la posibilidad de explicarme, estaba desolado, de pronto me invadió una sensación de desgana que me impedía seguir con aquella conversación, no tenia ganas ni fuerzas para seguir intentando convencer a aquel...la verdad no sabia como calificar a aquel sujeto, pensé "mejor me estoy callado y termino con esto", guarde silencio y espere a que el hablara, algo que no tardo en ocurrir.

- ¿No va decir nada?- me pregunto algo inquieto al ver que no respondía a sus provocaciones. 

- La verdad es que si – dije con una leve sonrisa – Dígame, ¿se me acusa de algún delito?

- De momento no, ¿porque me lo pregunta? - dijo sorprendido.

No me moleste en responderle, me levante y me dirigí hacia la puerta, me disponía a abrir cuando sonó la voz del sargento Leguario.

- Sr.Campos una ultima cuestión – me interpelo para llamar mi atención.

- Dígame? - dije contrariado.

- Me lo firma, es para mi hijo – dijo mientras me lanzaba un balón oficial de la liga.

Atrape el esférico y por un instante estuve tentado de lanzarlo contra su cara, pero me contuve, "aquello era el colmo" , "aquel tipo no debía ser normal" me repetía mientras me acercaba a la mesa de despacho, había una taza verdosa de cerámica con varios bolígrafos, tome uno y firme aquel balón " NO PERMITAS QUE DUDEN DE TI, CON CARIÑO CAMPOS", acto seguido se lo lance, "quizá este mensaje te haga razonar gilipollas " pensé mientras salia del despacho en silencio, Magda se levanto, en su rostro se notaba que estaba preocupada por lo que había podido ocurrir dentro, sobre todo por los gritos y los golpes que había escuchado, la tome de la mano y le susurre al oído para que nadie me oyese.

- No pasa nada cariño, salgamos, luego te lo explico todo – y aparte mi boca de su oído.

El policía que antes nos acompaño hasta el despacho se acerco para acompañarnos.

- No es necesario, sabemos el camino – dije con tono seco y tajante.

Cogí la mano de mi esposa y nos dirigimos a la salida, en mi mente solo podía albergar la idea de salir de allí cuanto antes, Magada pareció darse cuenta y se limito no decir nada, abrí aquella puerta como si la vida se me fuese en ello y por fin alcanzamos la calle.

CONTINUARA...


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