Sana relación 2

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En el camino de vuelta a su casa la conversación fue más animada de lo habitual y cuando llegamos a su dirección me hizo una estupenda propuesta.

-Julien, no has traído a casa en muchas ocasiones y no te lo he agradecido como debo, quieres subir a mi apartamento y nos tomamos algo fresco y charlamos.

-De acuerdo -dije yo disimulando mi euforia- Pero no me debes nada, lo hago con sumo placer.

-El que te debemos mi hermanita y yo, lastima que hoy no este aquí para demostrarte su gratitud.

-En cualquier caso no estáis obligadas -dije- Pero si insistes.

-El pueblo ruso es muy hospitalario y nosotras no te vamos a defraudar.

Subimos en el ascensor directamente al cielo, es un ático estupendamente decorado que demuestra el buen gusto de mis anfitrionas y una cierta solvencia económica.

-Julien, refréscate y date una ducha rápida, en el baño te he dejado una bata y unas zapatillas para que estés como en tu casa, yo mientras preparo un aperitivo.

-De acuerdo, me hace falta, todavía tengo restos de arena y sal, te lo agradezco.

Me metí en el baño y disfrute de una agradable ducha, preferí hacerlo con agua fría, ya que mi excitación iba en aumento al encontrarme a solas con esta espectacular mujer, no quería equivocarme y confundir lo que era simple hospitalidad con una cita salaz y perder la amistad, así que decidí que fuera ella la que dirigiera la situación, además estábamos en su casa.

En pocos minutos ya estaba fuera con una suave bata de seda y unas cómodas zapatillas, se entenderá que sin ropa interior ya que no disponía de ella. Sorprendido quede cuando cuando salimos a la enorme terraza, una pequeña mesa junto a un cómodo sofá, estaba repleta de toda clase de delicias, desde varios tipos de queso hasta una selección de fiambre, todo por supuesto de origen ruso, afortunadamente hay tiendas gourmet especializadas en la alimentación de cualquier zona del mundo. En la terraza abundaban todo tipo de plantas que proporcionaban una sensación de libertad natural, es decir, el hábitat proponía respetar únicamente las leyes de la naturaleza. Nastasia se acerco hacía mí ofreciéndome una refrescante Baltika, cerveza muy popular en Rusia.

-Es la cerveza que suelo tomar en mí país, ahora por la globalización pertenece a un importante grupo danés, espero que te guste. Tómala tranquilo, ahora me toca a mí y voy directa a la ducha.

No era en esa clase de “globalización” en la que yo pensaba cuando se acerco a mí haciendo alarde de su impactante presencia. Francamente quede algo aturdido, parece que va a ser algo más que una mera demostración de hospitalidad.

La impaciencia me impedía saborear la bebida relajadamente, picoteé de los manjares expuestos, y esperé durante quince minutos que se me hicieron eternos. La espera ha valido la pena, Nastasia me deja impactado con la ropa que llevaba, una camiseta ajustada y cortísima que marcaba los senos dejando ver la parte inferior de los mismos al mínimo movimiento, complementado por unos eróticos mini shorts ajustados a sus insinuantes caderas. Siempre intento mirar a los ojos a la persona que me está dirigiendo la palabra, en este caso me fue completamente imposible, quede hipnotizado, pero haciendo un gran esfuerzo, me contuve intentando disfrutar de este especial momento. Yo estaba sentado en el sofá y ella se puso de rodillas sobre el y dándome un fuerte beso en la mejilla me dijo:

-¿Sabes que eres muy atractivo? Supongo que sí, te lo habrán dicho muchas mujeres, tienes un estupendo cuerpo, pero lo mejor de ti es la forma en la que nos has tratado, se nota el deseo que sientes hacia nosotras, pero a pesar de eso y de que nos has tenido a tu lado casi desnudas en infinidad de ocasiones en la playa, nunca te has propasado. Hoy te voy a dejar que lo hagas, lo estoy deseando y hay que aprovechar las ocasiones cuando se presentan.

Yo no dije nada, la estreche entre mis brazos y la besé largamente, nuestras lenguas luchaban por devorarse mutuamente. Me separé un poco para poder visualizar sus perfectos pechos y subí la mini camiseta dejándolos completamente al aire, me perdí en ellos, los acaricié lentamente, lamí y mordisqueé sus pezones. A mi ligera bata la sujeta unicamente un cinturón de tela, me era imposible disimular la incontinente erección y Nastasia inmediatamente se fijó en ello, no dejando pasar la ocasión, sus manos se apoderaron de tan noble apéndice y empezó a masturbarlo con lentamente. Como se comprenderá yo no la retuve, -quiero prolongar este momento todo lo que pueda, quiero que tu goces primero- Le dije. Le termine de quitar la camisetita e hice lo mismo con el pantalón tumbándola en el sofá, sobre ella comencé a besarle los ojos, la boca, el cuello, volví a saciarme en sus pechos y continué con el ombligo, di un salto y llegue a los pies, lamí lentamente sus dedos. Empezó el proceso ascendente y me deleité con sus pantorrillas, sus rodillas, me perdí entre sus muslos y por fin toque el cielo.

Mi lengua exploro todos los rincones, saboreo todos sus jugos, llego a asustarme las contorsiones de sus caderas, tenía unos espasmos que me hacían inferir que su gozo era total. Introduje mi dedo índice en su vagina haciendo lentos y sugerentes movimientos, mi lengua comenzó una larga conversación con el clítoris intentando convencerlo que se dejara hacer, y se dejó. La giré colocando su espalda hacia arriba y levante sus caderas, su trasero se me ofreció como una flor abierta y no pude evitar hacer una furtiva incursión con mi lengua en el segundo orificio mejor guardado, este también exigía una visita de mi dedo en este caso fue el corazón el que le entregué.

Nastasia era incapaz de controlar la exteriorización de su placer, sus gemidos podrían hacer pensar a la vecindad, tanto en el placer como en el dolor, lo cual llego a asustarme. Cuando note la suficiente dilatación del esfínter, la embestí intentando combinar ternura y bravura, creo que lo conseguí porque los gemidos y el enloquecido movimiento de caderas eran incontinentes. Julián, no termines ahí, quiero saborear tus jugos -me dijo ella- Quiero devolverte el placer que me has dado.

Se volvió hacia mí y me miro dulcemente, me beso con deseo y ternura, tumbado hacia arriba, Nastasia comenzó a acariciarme con una mano los testículos y con la otra el pene, enseguida cambio la técnica y comenzó a lamer y chupar con devoción. Ella también hizo una incursión en mi ano y de sus dedos también me entrego el corazón y ese gesto que en principio atacaba mi virilidad me produjo tanto placer que me avergonzaba reconocerlo. El ritmo de su “corazón” estaba totalmente acompasado con el de su boca, llego un fuerte estremecimiento que me agito todo el cuerpo acompañado de una desbordante eyaculación que Nastasia no pudo retener, no se rindió y lo que no pudo tragar en el primer momento lo lamió después.


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